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Voto de Antonio Morales:
7
Thriller. Drama. Cine negro Fernando sale de la Escuela Superior de Policía de Madrid con el título de agente. Está impaciente por comunicárselo a su tío y, mientras lo hace, entran en el establecimiento unos atracadores y roban la caja. El novato agente pide a sus superiores que le dejen hacerse cargo del suceso, pero éstos se muestran inflexibles y le asignan el caso de un robo que ha cometido un lavacoches en un garaje. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En diciembre de 1950 se estrenan en Barcelona con sólo dos días de diferencia dos excelentes películas policíacas, “Apartado de correos 1001” de Julio Salvador, y ésta que nos ocupa de Iquino como director y productor. Ambas películas emitidas por el mismo programa de la 2 sobre cine español, ambas películas fundacionales del denominado cine policíaco barcelonés, que partían de la misma idea: la influencia del neorrealismo policíaco del cine americano, Jules Dassin había filmado dos años antes “La ciudad desnuda” rodada en las calles de Nueva York, donde también se describían las pesquisas policiales, que seguro influyó a ambas películas pero siempre desde el prisma hispano, mucho más modestas económicamente. Ambas también se diferenciaban desde el marco ideológico: la de Salvador era más explícita en el desarrollo de la investigación, y la de Iquino, “Brigada criminal” hace mayor apología de las fuerzas de la ley y el orden, ambas abrían una nueva década de cine policíaco español muy interesante a las que seguirían títulos como: “A tiro limpio”, “El cerco”, “Distrito quinto”, “Los peces rojos”, “Manos sucias” etc.

La diferencia entre el thriller policíaco y el cine negro que a veces solemos confundir, radica en que las historias son sombrías y los personajes del cine negro suelen ser ambiguos y fatalistas, con una acusada desesperanza, cosa que no ocurre en los personajes del policíaco donde todo está más definido con personajes arquetípicos, los buenos son nobles e idealistas y los malos son villanos retorcidos de maldad y no hay lugar para luces y sombras o términos medios. “Brigada criminal” es un homenaje retórico al cuerpo de policía, el didactismo es oral, pues el narrador cuenta algunos procedimientos policiales que el director no los filma. Tras el prólogo inaugural en que se nos muestra la entrega de diplomas a los jóvenes agentes de la escuela superior de policía y el discurso patriótico y católico de rigor, Iquino intenta por todos los medios minimizar la apología de su propuesta. De vez en cuando la voz en “off” o alguno de los personajes suelta alguna que bendice la abnegada labor y el meticuloso trabajo de las fuerzas del orden.

Nuestro nobel policía protagonista es Fernando Olmos (un joven José Suarez), un idealista entregado en cuerpo y alma a su trabajo que recibe ordenes de infiltrarse en un taller como lava coches para atrapar a una banda de peligrosos atracadores. El rodaje incluye muchos exteriores naturales, de una extraordinaria verosimilitud, en este caso Madrid, más que Barcelona e Ignacio F. Iquino utiliza la cámara en angulaciones y contrapicados para reforzar su realista puesta en escena y expresar así, la tensión inquietante del drama policial, el clima perturbador que genera la trama. Recurriendo al subgénero argumental del policía infiltrado, como lo había hecho un año antes Raoul Walsh en su memorable “Al rojo vivo” en la que Edmond O´Brien se introduce en la banda de James Cagney, incluyendo un detalle de puesta en escena parecido al que ocurre en el film de Iquino.

Los chascarrillos matrimoniales del superior de Olmos, el entrañable inspector Basilio Lérida (Manuel Gas), los consejos de su experiencia adquirida para ayudar al joven inexperto pero atrevido, resaltan la amistad entre compañeros, los villanos están bien definidos, irradiando esa maldad intrínseca en sus caracteres, sobre todo Oscar (Alfonso Estela) con su humor sarcástico y sibilino, sin olvidar a su ayudante y fiel ejecutor, el tal Mario (Barta Barri) un asesino sin escrúpulos. Los lugares comunes, el banco, la serrería donde se reúnen con ese ruido ensordecedor, el gran bloque de pisos en obras que certifica el laberinto de la persecución, son detalles que certifican una estupenda película realizada con pocos medios pero con mucha destreza.
Antonio Morales
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