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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Daniel Lefebvre es el director de la escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, en el que el 30% de la población está en paro a causa de la crisis de la minería. Un día, la madre de una alumna llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años. El director solicita entonces la ayuda de los vecinos, pero lo único que conseguirá es que su labor docente sea cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
16 de octubre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta Bertrand Tavernier a lo largo de su carrera se ha ido escorando, desde un cine de género, influenciado por el clasicismo americano del que se siente profundo admirador, para ir evolucionando hacia un cine más de denuncia y comprometido en los últimos tiempos – sólo hay que repasar su filmografía –, fruto de ello es este excelente film. “Hoy empieza todo” es un emotivo retrato de una conciencia social que reúne dos aspectos personales importantes del director: la voluntad de denuncia de los problemas de nuestra sociedad – en este caso la francesa – y una capacidad creativa fuera de toda duda.

El film centra toda su atención en los abnegados esfuerzos de un modesto director de escuela infantil que debe desenvolverse en el dramático contexto de una tradicional región minera del norte de Francia. La ciudad de Hernaing asolada por el desempleo resultante del cierre de las minas y la crisis económica que afecta a los más necesitados. La historia se articula sobre tres ejes perfectamente entrelazados: los desvelos educativos del maestro encarnado por Philippe Torreton, sus relaciones con los niños de corta edad, las repercusiones de las críticas situaciones familiares sobre el trabajo escolar; de otra parte, el retrato de una sociedad deprimida que pone en duda el estado del bienestar; y finalmente, la propia vida de pareja y familiar del maestro, hijo de minero retirado y compañero de una joven madre soltera.

Cuando hablo de la creatividad fílmica de Tavernier, me refiero a la sencillez con la que logra desplegar con una espléndida sencillez la complejidad de esta historia que transcurre sobre varios niveles narrativos, con un juego exacto entre figuras relevantes y fondos ambientales, con una auténtica galaxia de personajes, muchos de ellos no profesionales. Sin embargo, incluso entre la aparente urgencia en transmitir su denuncia y la voluntad de contribuir a mejorar un penoso estado de cosas, Tavernier no renuncia a sus planteamientos cinematográficos personales; en definitiva, a su propio estilo. Así, el protagonista no difiere mucho de otros personajes de películas anteriores del cineasta; en su tozudez, en su perseverancia por alcanzar unos logros que no por ser modestos dejan de ser ejemplares para mantener el empeño trazado, en su no resignación.

El realismo que recorre el film no es fruto sólo de un método determinado, es el realismo de una capacidad de observación, la penetración de la mirada del cineasta a partir de su experiencia directa en lo narrado, de la contribución de gente como Dominique Sampiero con amplia trayectoria docente y alma principal del guión. Su apuesta a favor de esos “héroes modernos” desconocidos y abnegados que encarna Daniel, su actitud ética ante la cruda realidad, sin que ello signifique que el personaje no se vea asolado por las dudas o por el abandono, el inmovilismo en su vida privada que le conduce a hipotecar los deseos de su compañera de ser otra vez madre. Porque más allá de las penurias y sufrimientos, el futuro debe ser de esos niños y por ellos vale la pena luchar, desde las aulas de una escuela maternal, en la labor de los asistentes sociales, de ahí el título de film, es el empeño cívico de un cineasta que nos deja abierta la esperanza del futuro.
Antonio Morales
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