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Voto de Antonio Morales:
8
Fantástico. Drama. Romance La muerte (Fredric March), cansada del rechazo de los humanos, decide transfigurarse en uno de ellos para descubrir el origen de ese temor y comprobar qué les aferra con tanta ansia a la vida. Basada en una obra de teatro de Alberto Casella que también inspiró "Meet Joe Black" (1998). (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fábula trágica en tres actos, obra teatral escrita en 1924 por Alberto Casella, famoso por esta obra que sería adaptada al cine diez años después por Michell Leisen para la Paramount. Al parecer, Leisen fue uno de los “culpables” para que el guionista Billy Wilder se pasara a la dirección, harto de que sus libretos no fueran filmados como él entendía que debían trasladarse a la pantalla. Pero por mucho que el genial Wilder, se lamentara indirectamente en su memorias sobre los directores que filmaban sus guiones, creo que Leisen fue un gran director en lo artístico con una elegancia suprema como demuestra en este film. Gracias a un excelente guión del gran Maxwell Anderson, una esmerada fotografía y unos decorados suntuosos, en el fondo, una profunda reflexión sobre la vida y la muerte, sobre la angustia existencial y el dolor.

El hedonismo y la algarabía de un grupo de aristócratas adinerados se ve interrumpido por la llegada inesperada de un siniestro invitado. El “carpe diem” se rebela tan fugaz aquí como el eco de una risa forzada. Estamos en las calles de Nápoles donde la nobleza se mezcla con la multitud y la alegría con la melodía de una tarantella, de madrugada se retiran a villa Felicitá (ironía del autor), morada del duque Lambert y sus invitados en lujosos vehículos a velocidad imprudente por una ruta sinuosa, hay un accidente sin gravedad pero la joven Grazia (Evelyn Venable) que es pretendida por Corrado, el joven que conducía, advierte la presencia de una sombra tras el automóvil siniestrado, pero más tarde en la villa lujosa como un palacio mientras suena un piano con la música de Chopin es cuando se manifiesta la llegada de la parca, como la caricia de una brisa gélida.

Para entonces, el cineasta ya ha tomado tras este prólogo, las características temáticas, tonales y atmosféricas del film, a las que hay que añadir la majestuosa e inquietante aparición de la muerte encarnada por el apuesto príncipe Sirki (Frederic March), un espectro cansado de ser mal recibido, del que todos huyen y aborrecen, decidido a no ejercer su función de segar vidas, para pasar unos días entre los vivos con el propósito de averiguar porqué es tan temido entre ellos. Esas características son el apunte sobre la fugacidad del instante, como que las mujeres alojadas en la villa se entreguen a una vanidosa competencia para saber quién tendrá más poder de seducción sobre la muerte-Sirki, como una extraña atracción de necrofilia no declarada.

Todo ello supone una crítica a la vanidad, reunir a todos los personajes dentro del mismo plano, sin duda con objeto de hacer de ellos una colectividad representativa del género humano, aunque sea sólo de la nobleza, mientras va reservando a Grazia para distinguirla de la colectividad, de acuerdo con el papel que le ha sido designado; la música como definidora de ambientes y expresión de sentimientos que alcanzan su punto más alto con el “Vals triste” de Jean Sibelius, es el juego de la seducción. El tono es ácido y fatalista, y la modulación es propia de un cuento triste y melancólico. Se trata pues, de una historia romántica y morbosa en el que una joven ha soñado y esperado su príncipe encantador que no es otro que el que todos tratamos de eludir. “La muerte de vacaciones” es una elegante rareza del cine fantástico norteamericano, construida en función de la mirada y la transgresión. Notable film del menospreciado Michell Leisen.
Antonio Morales
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