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Voto de Antonio Morales:
7
Aventuras. Romance Siglo XII, Europa entera está inmersa en las Cruzadas para recuperar la Tierra Santa. Godofredo de Ibelin (Liam Neeson), caballero respetado por el rey de Jerusalén y comprometido con el mantenimiento de la paz en la región, emprende la búsqueda de su hijo ilegítimo Balian (Orlando Bloom), joven herrero francés que llora la pérdida de su mujer y su hijo. Godofredo convence a su hijo para que lo acompañe en su misión. Tras la muerte de ... [+]
11 de junio de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abordar la reconstrucción de una época tan lejana, pero tan repleta de iconos reconocibles, como la edad media, y en concreto las cruzadas, es un reto que no cualquiera está en disposición de afrontar, aunque cuente para ello con el apoyo multimillonario de la gran industria, en este caso la Fox. Pero Ridley Scott está acostumbrado, como deja bien claro su filmografía. Otra cosa es acertar o fracasar y en la cuenta del cineasta es más abultado el haber que el debe, al menos en cuanto a este tipo de empeños se refiere. Esta no es una película perfecta, pero gran culpa de ello tienen los productores, que cortaron para el estreno en cines, casi cincuenta minutos de cinta, y que afortunadamente se ha recuperado en la edición especial del DVD.

Por encima de sus aspectos técnicos o artísticos, resplandece una idea, nada despreciable en los tiempos fundamentalistas que corrían cuando se estrenó, de reconciliación, de entendimiento entre rivales irreconciliables y, por supuesto, entre culturas y civilizaciones. Scott no quería un film maniqueo, y creo que acierta por la extraordinaria dignidad de la que dota a los personajes musulmanes y en primer término a Saladino, el rey que arrebató a los cruzados el reino de Jerusalén. Habrá quien dude al pensar que de unos episodios históricos tan sangrientos, desencadenados precisamente por la religión, pueda surgir un poso de tolerancia y mutua comprensión, si no es como flagrante tergiversación de la Historia, pero a favor de la película se puede afirmar que en general mantiene un aire de rigor, fiel a los hechos, tal como los conocemos.

Otra cosa es pormenorizar los materiales, sobre los que Scott ha construido su pretendido discurso épico. La anécdota argumental, el alistamiento azaroso de un herrero de pueblo, en la descabellada empresa de conquistar Tierra Santa, por mucho que se reconvierta en caballero en toda regla, no deja de estar un poco cogida por los pelos. Quizás Orlando Bloom no es el actor con carisma suficiente para hacernos creer en sus hazañas y defensa de los débiles. Los pocos minutos en que coincide con su padre, un excelente Liam Neesom, se lo merienda prácticamente sin gran esfuerzo. Las grandes batallas que llenan la pantalla deben casi toda su espectacularidad a esas fastuosas técnicas digitales que multiplican las multitudes y abaratan los costes de figuración, aunque en las cortas distancias, uno añore la minuciosidad artesanal de los clásicos.

También sufre del síndrome tan extendido en estas grandes producciones, que es la abundancia de frases lapidarias y diálogos vocacionalmente transcendentes. Jeremy Irons, está sobreactuando sistemáticamente, lo mejor por su belleza y talento es Eva Green como reina Sibila. Lo positivo en mi opinión son las características formales que definen los films de Scott, que tienen que ver con la iluminación y la decoración. Su manera de disponer la escenografía y proyectar luz sobre los objetos dispersos por los encuadres hace que su mundo sea bastante preciso, para crear atmósferas bellas. Por cierto fascinante fotografía de John Mathieson, lo mejor de Ridley Scott es su arquitectura fílmica, que la tecnología está al servicio de los personajes y no pueden invertirse los términos.
Antonio Morales
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