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Voto de Antonio Morales:
10
Ciencia ficción La película de ciencia-ficción por excelencia de la historia del cine narra los diversos periodos de la historia de la humanidad, no sólo del pasado, sino también del futuro. Hace millones de años, antes de la aparición del "homo sapiens", unos primates descubren un monolito que los conduce a un estadio de inteligencia superior. Millones de años después, otro monolito, enterrado en una luna, despierta el interés de los científicos. Por ... [+]
15 de setiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película representa la madurez del género de la ciencia-ficción. Hasta el estreno de esta grandiosa obra, cuando faltaba todavía un año para que el hombre pisara la Luna, el género había dado algunas muestras esporádicas de sofisticación, pero aún no había franqueado la sutil frontera que existe entre autenticidad y credibilidad. “2001, Una odisea…” es un film fantástico y, por lo tanto, no se espera de él la autenticidad que se exige al resto de los géneros, pero su realidad intrínseca, aceptados los parámetros espacio-temporales en los que se inscribe, es profundamente creíble.

El escritor británico Arthur C. Clarke publicó en 1948 un relato titulado “El centinela”. En él se contaba lo que en la película es el segundo segmento: el descubrimiento de un monolito en la cara oculta de la Luna, abandonado hace millones de años. A partir de este cuento, Clarke y Kubrick construyeron el guión del filme, que se materializó después en una novela. En la hipótesis de Kubrick y Clarke, el hombre prehistórico adquiere la inteligencia por el influjo exterior de un monolito llevado a la Tierra por una forma de vida superior. El primer destello de inteligencia va unido al uso de un instrumento aparentemente inútil (un hueso) como si fuera un arma.

Las lecturas de una película como “2001, Una odisea…” han sido muchas, muy diversas y desde luego no todas acertadas. Últimamente, y por encima de polémicas absurdas surgidas desde su estreno, el film de Kubrick parece ser aceptado, con cierta unanimidad, como la obra maestra que es, aunque recurriendo en muchos casos a una poco aceptable pirueta (sobre todo por parte de aquellos que no entienden el film o que lo consideran como una alegoría confusa y abierta a la libre interpretación) consistente en alabar su poderosa arquitectura visual, construida sobre la base de una puesta en escena de escrupuloso rigor, ignorando el igualmente poderoso aparato conceptual del film.

“2001, Una odisea…” supone la obra cumbre de su director al condensar, de la forma más abstracta posible, todas las ideas y preocupaciones vitales e ideológicas de Kubrick, a la vez que plasma de manera definitiva su concepción, más elaborada de lo que supone el hecho y la experiencia cinematográfica. En el deseo de acceder a la inmortalidad está la base del film, pero planteada no como una explicación mágico-religiosa del destino último de la humanidad, sino como la consecuencia definitiva de la evolución del hombre, utilizando como motor de la misma el único elemento válido, la inteligencia. Frente a la idea de Dios y al deseo de perdurar a través de un sistema mítico-ideológico basado en elementos irracionales, Kubrick opone la inmortalidad como logro definitivo del pensamiento humano, dándose a sí mismo una salida ante su miedo a la muerte, pero basada en parámetros racionales.

Kubrick decide expresar estas ideas a través de un sistema visual específicamente cinematográfico, en busca de una experiencia no verbal, en paralelismo con otras formas de expresión artística cuya especificidad está claramente definida, como es el caso de la música. Este es, a su vez, el mayor problema que plantea la película de cara a su comprensión, frente a un público (al menos una parte) capaz de entender ideas abstractas que son verbalizadas, pero absolutamente incapaz (en su inmensa mayoría) de hacerlo mediante un sistema complejo de imágenes para cuya “lectura” no han sido educados.

La presencia y función del monolito, que responde en sus medidas al cuadrado de los tres primeros números naturales, es el mejor ejemplo de las barreras que plantea esta película a muchos de sus espectadores. La lectura de su presencia nunca puede ser literal, puesto que viene a ser una abstracción de un concepto que no puede o, mejor aún, que no quiere ser verbalizado. Sin embargo, bastaría con un análisis detenido de sus apariciones para comprender su significación y la importancia que tiene en la articulación del sentido de la película. Una vez más la extraordinaria banda sonora es decisiva. Kubrick escogió el símbolo, la sugerencia y la elipsis donde Clarke fue mucho más explícito en su libro. El cineasta consiguió aquello que se proponía: “Crear una experiencia visual (sólo hay 40 minutos de diálogo de los 141 del film) que trascendiera las limitaciones del lenguaje y penetrara directamente en el subconsciente con su carga emotiva y filosófica.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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