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Voto de Antonio Morales:
7
Comedia. Romance Invierno de 1931. Fernando decide desertar del ejército y se refugia en una casa de campo, donde es bien acogido por Manolo, un pintor excéntrico que vive retirado debido a sus ideas políticas. El chico mantiene sucesivamente relaciones con las cuatro hijas de su protector (Rocío, Violeta, Clara y Luz), sin saber muy bien de cuál de ellas está enamorado. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La oscarizada película de Trueba se articula como un plácido cuento feliz, una peculiar fábula coral, que transcurre en una especie de oasis de libertad marcado por el espíritu librepensador, donde puede llegar a materializarse el sueño del amor libre, como un mundo sin reglas y sin lógica, donde todo cambia cada día. El film escrito por el gran Azcona, J. L. Sánchez y el propio Trueba, propicia la integración de los personajes al paisaje y acerca la película hacia exploraciones de corte impresionista del cine de Jean Renoir, pero tamizada por el humor y la idiosincrasia hispana que incluye dardos envenenados contra la iglesia el capital y el ejército, diatribas que llevan la marca de Rafael Azcona.

Las protagonistas del film cuatro mujeres – Maribel Verdú, Ariadna Gil, Penélope Cruz y Miriam Díaz-Aroca – Rocío, Violeta, luz y Clara, todas esplendidas, que desean a un solo hombre, Fernando (Jorge Sanz) un soldado desertor que se instala en la casa siendo el obscuro objeto de deseo. Las cuatro chicas disfrutarán de un verano hedonista en contacto permanente con la naturaleza, mientras el padre (un genial Fernando Fernán-Gómez), un viejo pintor desencantado, intentará llevar a la práctica la política de la tolerancia. El idealizado entorno de felicidad que viven los protagonistas del film se sitúa en un momento histórico esperanzador: el advenimiento de la República es cercano y todos viven con la certeza de que el mundo puede cambiar y que los pilares que hasta ahora sustentaban el viejo mundo pueden llegar a resquebrajarse.

A pesar de la alegría de vivir, la luminosidad y optimismo del film, “Belle Époque” se va transformando en una farsa, un esperpento en el que también se filtran algunos instantes tragicómicos. Al entorno del oasis de la finca del librepensador y pintor excéntrico, Manolo que representa la España tolerante y progresista, existe una realidad social integrada por fanáticos, paranoicos y esquizofrénicos. Dichos personajes se convierten en los representantes del viejo mundo, de una España retrógrada liderado por el cura chabacano (Agustin González), por el estúpido Juanito (Gabino Diego) y su autoritaria mamá (Chus Lampreave), en los seres incapaces de admitir que sus valores pueden llegar a perderse, en el fondo Trueba nos muestra una arcadia que no es más que un deseo bienintencionado y divertido.

Además de todo lo expuesto, el film tiene un aire fresco que, no deja de ser una luminosa tragicomedia libertaria que, con un fondo desencantado y melancólico celebra lo mejor de la vida, una gozosa exaltación de los sentidos, la mujer, la amistad, la ilustración, la libertad y la tolerancia. La cálida pintura de una España soñada que nunca fue, una película emblemática que contó con un gran equipo de actores, y con un infrecuente consenso crítico favorable. Podría incluso interpretarse como la "precuela" de su anterior gran trabajo, “El año de las luces”.
Antonio Morales
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