Dice mi admirado Borges que el cariño se acobarda de desganos. Lo único que realmente salva a la humanidad es el amor. Y si éste amor es genuino y desinteresado somos benditos. Es el tema, el de los afectos correspondidos y no correspondidos, de lo que va ésta película.

Su ritmo es lento, parsimonioso y hasta poético. La historia es sencilla. En los días y noches, la sustancia anónima de nuestras rutinas, hay la desarmonía del universo que sólo logra alinearse desde una felicidad fugaz.

El tema de las familias infelices es prosaico. En cambio es heroico el de los duelos silenciosos ante tragedias inesperadas y cuya carga aplasta a la mayoría. Son pocos los que logran sobreponerse al dolor y hacen del mismo dolor una fortaleza vital.

Hay abrazos que son suficientes para sellar un pacto de amor irreductible. Hay ternuras sin cálculos dónde sólo se apuesta por la bondad. Hay gestos que dicen más que mil palabras. Somos lo que hacemos y no lo que dejamos de hacer.