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Voto de KRIVO:
9
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1.917
Western
Tras ver morir a su marido a manos de un despiadado cazarrecompensas (Klaus Kinski), una mujer (Vonetta McGee) contrata a un mercenario, apodado Silencio (Jean-Louis Trintignant), para que acabe con el asesino de su marido. (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante, controvertido y sobrecogedor western de Sergio Corbucci. Se enmarca en un contexto histórico y puede afirmarse que se basa libremente en hechos reales ocurridos en 1898, localidad de Snow Hill , Estado de Utah, EEUU. Allí, el crudo invierno y las ventiscas hicieron que los lugareños tuvieran que robar ganado para sobrevivir, y fueran considerados por las autoridades, como sujetos fuera de la ley, y, por ende, bandidos. La ley local autorizaba el pago por su captura, apareciendo así despiadados caza-recompensas que mataban impunemente.
Posterior a los hechos, un manto de silencio cayó sobre estas masacres, convirtiéndose en una especie de ignominiosa leyenda, durante muchos años, hasta que empezó a ser condenada públicamente. De ahí el nombre de la película, “El gran silencio”. Yo así lo interpreto, más que por el apodo de uno de los protagonistas.
Corbucci tuvo la audacia (por no llamarla valentía) de rescatar este episodio de la historia de EEUU y ficcionarlo como cine. Transgrede los convencionalismos habituales de los western italianos (y con mayor razón, de los western estadounidenses), comenzando desde las locaciones, con esos bellos parajes exteriores (con una nieve asfixiante y opresiva para personas y caballos) y la lúgubre ambientación en interiores (un microcosmos casi surrealista). Todo este paisaje blanco y gélido me hizo apreciar casi como una "zona de confort" los entornos tradicionales del western, esa geografía desértica, polvorienta, de extensas llanuras, a veces montañosa, con ríos y esteros y la calidez de un sol brillante.
En la cinta se nos muestra que mientras el Gobierno central prepara una amnistía para regularizar la caótica situación del poblado y decide enviar un nuevo sheriff, los caciques locales hacen la vista gorda e incluso con intereses creados, se amparan en una legalidad dudosa (que incluye matar en defensa propia), e incentivan a estos sanguinarios cazadores de recompensa para que procedan, "limpien" el lugar y se repartan el "botin” humano. No sólo capturan, sino prefieren matar a sus víctimas ("menos problemas" dicen). Pero llega un pistolero enigmático que los pondrá en jaque y tiene sus propios motivos para enfrentarlos.
Magníficas actuaciones, casi de todos, con un Kinski pletórico en su salsa, hasta el apodo que tiene le viene como anillo al dedo ( "Loco" en la versión en español, "Tigrero" en la original italiana), pero ahora con momentos de contención, lo que eleva el resultado global de su trabajo. Construye un personaje cínico, de la peor calaña y de un comportamiento impredeciblemente brutal.
Trintignant está espléndido como el rápido y letal pistolero mudo ("Silencio"). Todo lo expresa con la mirada y su habilidad suprema con aquella moderna pistola que posee (una Mauser C96 semiautomática), y cuando quiere dejar vivo a algún rival, es especialista en dispararle a sus pulgares, para que así no puedan volver a gatillar. Además, el actor francés se luce en un aspecto en el que se manejaba bien, por sus papeles en otro tipo de cine (no olvidemos que ya había protagonizado la famosa "Un hombre y una mujer"). Me refiero a la delicada escena erótica con la sensual Vonetta McGee, tratándola sin la tosquedad de los rudos cobwoys, sino casi como un gentleman sin palabras. Ella es una joven viuda que busca venganza y pide ayuda a este misterioso caza-recompensas, descubriendo humanidad en él. En este vínculo amoroso interracial y la forma de expresarlo, observamos otro punto destacado del director con el cual también rompe con los moldes tradicionales del género.
"El otro Sergio" nos entrega una notable película, seria y cruda, amarga, pesimista, casi contracultural, sin las gotas de humor tan propias de los spaghetti-western usuales (excepto alguna escena del sheriff, un correcto Frank Wolff ).
Se puede interpretar ideológicamente como una punzante crítica al origen del modelo de sociedad de Estados Unidos y su hipocresía general, con esa dicotomía ambigua entre el orden-ley-poder del dinero, por un lado, y el uso de las armas-violencia institucionalizada, por el otro. Algo que, por lo demás, ha marcado toda su historia como nación, desde el principio. Sabemos que, en su trasfondo, eso es el cine del Lejano y Salvaje Oeste "Made in USA", especialmente los clásicos, al margen de su calidad y épica. La creación y perpetuación del mito fundacional de una nación. Un paradigma no exento de idealización.
En spoiler un revelador detalle al respecto.
¿La música? Otra pieza brillante del maestro Morricone, aunque ahora melódicamente más intimista, menos fanfarria y más introspección melancólica, con toques de tensión e inquietud, acorde con la temática, escenas y carácter de la película.
¿Y el final? Un golpe al hígado. Feroz. Atípico y políticamente incorrecto en este sub-género. Sin concesiones. Ver spoiler.
Ojo: Corbucci filmó otro final alternativo completamente diferente, para eludir la censura de la época y complacer a los productores.
Al respecto me permito citar al crítico de cine Brad Weismann, (Anotaciones CTEQ, Junio, 2018):
"Darryl F. Zanuck (de Fox) lo odiaba. Después de que el magistral productor estadounidense proyectara el spaghetti western anticapitalista e implacablemente pesimista Il grande silenzio ( El gran silencio, Sergio Corbucci, 1968), se negó a estrenarlo en Estados Unidos o Inglaterra. Los distribuidores asiáticos y del norte de África exigieron, y obtuvieron, un final “feliz” alternativo para agregar a sus copias. Estados Unidos no pudo ver la película hasta que apareció en DVD en 2001."
En resumen, con un correcto y absorbente guión para una historia descomunal con momentos de hiperrealismo, es una película formidable y diferente, casi nihilista. Creo que seguirá valorándose con el tiempo.
Fortaleza: la historia rupturista, la subversión de códigos y los dos personajes protagónicos.
Debilidad: algunos deslices en el montaje.
FONDO = Nota 10
FORMA = Nota 8
PROMEDIO = 9
Posterior a los hechos, un manto de silencio cayó sobre estas masacres, convirtiéndose en una especie de ignominiosa leyenda, durante muchos años, hasta que empezó a ser condenada públicamente. De ahí el nombre de la película, “El gran silencio”. Yo así lo interpreto, más que por el apodo de uno de los protagonistas.
Corbucci tuvo la audacia (por no llamarla valentía) de rescatar este episodio de la historia de EEUU y ficcionarlo como cine. Transgrede los convencionalismos habituales de los western italianos (y con mayor razón, de los western estadounidenses), comenzando desde las locaciones, con esos bellos parajes exteriores (con una nieve asfixiante y opresiva para personas y caballos) y la lúgubre ambientación en interiores (un microcosmos casi surrealista). Todo este paisaje blanco y gélido me hizo apreciar casi como una "zona de confort" los entornos tradicionales del western, esa geografía desértica, polvorienta, de extensas llanuras, a veces montañosa, con ríos y esteros y la calidez de un sol brillante.
En la cinta se nos muestra que mientras el Gobierno central prepara una amnistía para regularizar la caótica situación del poblado y decide enviar un nuevo sheriff, los caciques locales hacen la vista gorda e incluso con intereses creados, se amparan en una legalidad dudosa (que incluye matar en defensa propia), e incentivan a estos sanguinarios cazadores de recompensa para que procedan, "limpien" el lugar y se repartan el "botin” humano. No sólo capturan, sino prefieren matar a sus víctimas ("menos problemas" dicen). Pero llega un pistolero enigmático que los pondrá en jaque y tiene sus propios motivos para enfrentarlos.
Magníficas actuaciones, casi de todos, con un Kinski pletórico en su salsa, hasta el apodo que tiene le viene como anillo al dedo ( "Loco" en la versión en español, "Tigrero" en la original italiana), pero ahora con momentos de contención, lo que eleva el resultado global de su trabajo. Construye un personaje cínico, de la peor calaña y de un comportamiento impredeciblemente brutal.
Trintignant está espléndido como el rápido y letal pistolero mudo ("Silencio"). Todo lo expresa con la mirada y su habilidad suprema con aquella moderna pistola que posee (una Mauser C96 semiautomática), y cuando quiere dejar vivo a algún rival, es especialista en dispararle a sus pulgares, para que así no puedan volver a gatillar. Además, el actor francés se luce en un aspecto en el que se manejaba bien, por sus papeles en otro tipo de cine (no olvidemos que ya había protagonizado la famosa "Un hombre y una mujer"). Me refiero a la delicada escena erótica con la sensual Vonetta McGee, tratándola sin la tosquedad de los rudos cobwoys, sino casi como un gentleman sin palabras. Ella es una joven viuda que busca venganza y pide ayuda a este misterioso caza-recompensas, descubriendo humanidad en él. En este vínculo amoroso interracial y la forma de expresarlo, observamos otro punto destacado del director con el cual también rompe con los moldes tradicionales del género.
"El otro Sergio" nos entrega una notable película, seria y cruda, amarga, pesimista, casi contracultural, sin las gotas de humor tan propias de los spaghetti-western usuales (excepto alguna escena del sheriff, un correcto Frank Wolff ).
Se puede interpretar ideológicamente como una punzante crítica al origen del modelo de sociedad de Estados Unidos y su hipocresía general, con esa dicotomía ambigua entre el orden-ley-poder del dinero, por un lado, y el uso de las armas-violencia institucionalizada, por el otro. Algo que, por lo demás, ha marcado toda su historia como nación, desde el principio. Sabemos que, en su trasfondo, eso es el cine del Lejano y Salvaje Oeste "Made in USA", especialmente los clásicos, al margen de su calidad y épica. La creación y perpetuación del mito fundacional de una nación. Un paradigma no exento de idealización.
En spoiler un revelador detalle al respecto.
¿La música? Otra pieza brillante del maestro Morricone, aunque ahora melódicamente más intimista, menos fanfarria y más introspección melancólica, con toques de tensión e inquietud, acorde con la temática, escenas y carácter de la película.
¿Y el final? Un golpe al hígado. Feroz. Atípico y políticamente incorrecto en este sub-género. Sin concesiones. Ver spoiler.
Ojo: Corbucci filmó otro final alternativo completamente diferente, para eludir la censura de la época y complacer a los productores.
Al respecto me permito citar al crítico de cine Brad Weismann, (Anotaciones CTEQ, Junio, 2018):
"Darryl F. Zanuck (de Fox) lo odiaba. Después de que el magistral productor estadounidense proyectara el spaghetti western anticapitalista e implacablemente pesimista Il grande silenzio ( El gran silencio, Sergio Corbucci, 1968), se negó a estrenarlo en Estados Unidos o Inglaterra. Los distribuidores asiáticos y del norte de África exigieron, y obtuvieron, un final “feliz” alternativo para agregar a sus copias. Estados Unidos no pudo ver la película hasta que apareció en DVD en 2001."
En resumen, con un correcto y absorbente guión para una historia descomunal con momentos de hiperrealismo, es una película formidable y diferente, casi nihilista. Creo que seguirá valorándose con el tiempo.
Fortaleza: la historia rupturista, la subversión de códigos y los dos personajes protagónicos.
Debilidad: algunos deslices en el montaje.
FONDO = Nota 10
FORMA = Nota 8
PROMEDIO = 9
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Decidor diálogo entre el representante del Gobierno central y el nuevo Sheriff que será enviado al pueblo de Snow Hill, que deja en claro el tenor crítico de fondo de la película.
Dice el Gobernador: “Los electores deben creer en la legalidad constituida. El Viejo Oeste está terminado. Pistoleros, bandidos, caza-recompensas y sheriffs se unirán en un mundo mejor".
Y el sheriff responde: “Un mundo donde el Gobernador perdonaría al asesino del Presidente ante unas elecciones”
- Gobernador: “ Pero... ¿Qué está diciendo?” (con mirada intimidante).
- Sheriff: "Nada, sólo pensaba en voz alta" (bajando la vista).
- Gobernador: "Un buen soldado no piensa".
- Sheriff: "Cierto, sólo sigue el reglamento".
------------------
El western estadounidense, generalmente mostró historias donde los buenos barren a los malos, con un final feliz y optimista. Y la gente admira (o admiraba) la conducta de esos buenos modélicos. La moralidad es la regla.
El spaghetti-western, por su parte, matizó bastante esos cánones. Algunos buenos no son tan buenos y algunos malos tampoco son tan malos. Pero en sus finales, generalmente (o siempre) triunfan esos buenos, a veces chulescos, a veces fanfarrones y otras lacónicos, con frases certeras y llenas de humor negro. La amoralidad es la regla.
Pero aquí Corbucci tuvo el valor de rescatar este episodio de la historia de EEUU, interpretarlo a su modo como cine, poner de cabeza los convencionalismos y rematar con un amargo y desolador final. Los buenos quedan muertos y los malos siguen vivos y triunfantes como si nada.
¿Cuál es el mensaje para la reflexión?. Por lo menos, yo me quedé algunas horas después de ver por primera vez la película, pensando acerca de todo el cine anterior que he visto en materia de western (tanto norteamericanos como europeos y que no es poco) y cómo las convenciones propias de ambos sub-géneros se hacen pedazos aquí. Y en nuevas revisiones de la cinta en DVD, ratifico mi apreciación de lo demoledor que es su mensaje, limítrofe con el nihilismo.
"Volveremos y los recogeremos más tarde" (a los cadáveres repartidos por el piso de la taberna), se ríe Loco (o Tigrero), "todo agradable y legal". Claro, él y sus cómplices ganarán mucho dinero con las recompensas, utilizando en su beneficio una legalidad espúrea, amparados por el corrupto Pollicat, el banquero y especie de juez del poblado, que tiene un pasado manchado con sangre, muy bien interpretado por Luigi Pistilli.
¿Y Silencio? Va al sacrificio. Él sabe que está condenado de antemano. Cuando va caminando hacia el enfrentamiento definitivo con Loco, uno de sus secuaces le dispara a traición desde una ventana, quedando casi lisiado y superado en armas. Sin embargo, incluso en esas condiciones extremas de limitación para un duelo, hace un intento conmovedor por tomar su pistola e intentar defenderse. Si uno esperaba aquí la reacción justiciera y postrera del típico héroe (a la manera de Django), no la hay. Loco lo remata con un disparo en la cabeza. Y junto al desdichado Silencio, también cae su amante, la belleza morena de Pauline.
Todo aderezado con la atribulada musicalización de Morricone.
Finalmente, recuerdo el texto que aparece en el cierre de la película (combino aquí ambas versiones, la original en italiano y la doblada al español).
"Las masacres de 1898 (año de las grandes tormentas de nieve), por fin trajeron una encarnizada condena pública de los cazadores de recompensas, asesinos que, bajo el falso pretexto de la legalidad, convirtieron matanzas brutales en negocios legítimos y un estilo de vida rentable. Durante muchos años el gran silencio se apoderó de Snow Hill, y una placa conmemorativa decía: las botas de los hombres podrán remover la nieve de este pueblo durante 1000 años. Pero nada podrá borrar nunca la sangre de los hombres desgraciados que aquí perecieron".
Dice el Gobernador: “Los electores deben creer en la legalidad constituida. El Viejo Oeste está terminado. Pistoleros, bandidos, caza-recompensas y sheriffs se unirán en un mundo mejor".
Y el sheriff responde: “Un mundo donde el Gobernador perdonaría al asesino del Presidente ante unas elecciones”
- Gobernador: “ Pero... ¿Qué está diciendo?” (con mirada intimidante).
- Sheriff: "Nada, sólo pensaba en voz alta" (bajando la vista).
- Gobernador: "Un buen soldado no piensa".
- Sheriff: "Cierto, sólo sigue el reglamento".
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El western estadounidense, generalmente mostró historias donde los buenos barren a los malos, con un final feliz y optimista. Y la gente admira (o admiraba) la conducta de esos buenos modélicos. La moralidad es la regla.
El spaghetti-western, por su parte, matizó bastante esos cánones. Algunos buenos no son tan buenos y algunos malos tampoco son tan malos. Pero en sus finales, generalmente (o siempre) triunfan esos buenos, a veces chulescos, a veces fanfarrones y otras lacónicos, con frases certeras y llenas de humor negro. La amoralidad es la regla.
Pero aquí Corbucci tuvo el valor de rescatar este episodio de la historia de EEUU, interpretarlo a su modo como cine, poner de cabeza los convencionalismos y rematar con un amargo y desolador final. Los buenos quedan muertos y los malos siguen vivos y triunfantes como si nada.
¿Cuál es el mensaje para la reflexión?. Por lo menos, yo me quedé algunas horas después de ver por primera vez la película, pensando acerca de todo el cine anterior que he visto en materia de western (tanto norteamericanos como europeos y que no es poco) y cómo las convenciones propias de ambos sub-géneros se hacen pedazos aquí. Y en nuevas revisiones de la cinta en DVD, ratifico mi apreciación de lo demoledor que es su mensaje, limítrofe con el nihilismo.
"Volveremos y los recogeremos más tarde" (a los cadáveres repartidos por el piso de la taberna), se ríe Loco (o Tigrero), "todo agradable y legal". Claro, él y sus cómplices ganarán mucho dinero con las recompensas, utilizando en su beneficio una legalidad espúrea, amparados por el corrupto Pollicat, el banquero y especie de juez del poblado, que tiene un pasado manchado con sangre, muy bien interpretado por Luigi Pistilli.
¿Y Silencio? Va al sacrificio. Él sabe que está condenado de antemano. Cuando va caminando hacia el enfrentamiento definitivo con Loco, uno de sus secuaces le dispara a traición desde una ventana, quedando casi lisiado y superado en armas. Sin embargo, incluso en esas condiciones extremas de limitación para un duelo, hace un intento conmovedor por tomar su pistola e intentar defenderse. Si uno esperaba aquí la reacción justiciera y postrera del típico héroe (a la manera de Django), no la hay. Loco lo remata con un disparo en la cabeza. Y junto al desdichado Silencio, también cae su amante, la belleza morena de Pauline.
Todo aderezado con la atribulada musicalización de Morricone.
Finalmente, recuerdo el texto que aparece en el cierre de la película (combino aquí ambas versiones, la original en italiano y la doblada al español).
"Las masacres de 1898 (año de las grandes tormentas de nieve), por fin trajeron una encarnizada condena pública de los cazadores de recompensas, asesinos que, bajo el falso pretexto de la legalidad, convirtieron matanzas brutales en negocios legítimos y un estilo de vida rentable. Durante muchos años el gran silencio se apoderó de Snow Hill, y una placa conmemorativa decía: las botas de los hombres podrán remover la nieve de este pueblo durante 1000 años. Pero nada podrá borrar nunca la sangre de los hombres desgraciados que aquí perecieron".