La gran triunfadora en el festival de Cannes 2007, alzándose con la Palma de Oro a mejor película.
Se trata, sin ningún género de dudas, de una de las grandes obras del cine europeo de los últimos años. Su director y guionista (Cristian Mungiu) nos muestra una historia áspera y tremendamente conmovedora, aunque no sea para nada plácida de visionar para el espectador.
Un film sin héroes donde los personajes se mueven como piezas de ajedrez, sumergidos en la opresiva dictadura de Nicolae Ceausescu, muchas veces actuando a impulsos y siempre con la vista puesta en las consecuencias de un hipotético paso en falso, mas allá del poder establecido. Mención especial para aspectos técnicos como fotografía y montaje, consiguiendo así una ambientación espectacular que hace al espectador entrar de lleno en la historia desde el principio. Quizás peque de una narración pausada, algo de lo que se han quejado muchos detractores de la obra, aunque pienso que es un factor impuesto por su director para dotar a la historia, consiguiéndolo con éxito además, de una atmósfera realista y austera, que hiciera la narración creíble y no cayera en el error de telefilme moralista americano.
Como no podía ser de otra manera el elenco interpretativo está sensacional, destacando a Anamaria Marinca, una actriz rumana criada en Londres que ya había demostrado su dotes de gran intérprete en el telefilme Sex Traffic, producido por Channel 4 y por el cuál ganó el BAFTA a mejor actriz.
Una película de denuncia política donde jamás se menciona la política, pues está inteligentemente narrada de abajo hacia arriba, osea desde la sociedad y sus consecuencias, sin llegar a tocar los estamentos políticos. Además, lo hace a través de un tema que toca de actualidad en nuestro país; el aborto.