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Voto de Victor M Lazaro:
8
Comedia Chicago, 1929. Earl Williams, convicto del asesinato de un policía, espera en la cárcel el momento de su ejecución. Mientras tanto, en la sala de prensa del Tribunal Supremo, un grupo de periodistas espera el indulto o la confirmación de la sentencia. Hildy Johnson, el cronista de sucesos del Chicago Examiner, que tendría que cubrir la información, está a punto de contraer matrimonio y abandonar su trabajo; pero Walter Burns, el ... [+]
4 de junio de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bien sabido por todos que el amarillismo periodístico está vastamente extendido a nivel mundial, sin embargo, podemos establecer el punto de origen en los Estados Unidos, más concretamente en el periódico New York Press de 1897. En ese momento de la historia se acuñó un término que servía para calificar el trabajo de Pulitzer y Hearst, el amarillismo. Primera Plana no es tanto una comedia, que lo es, sino una ligera exageración, ligera tirando a suave, de lo que suele ocurrir con las noticias en general. Todos hemos jugado alguna vez a el "pasapalabra" de andar por casa, sabemos que si susurramos una frase a un compañero o amigo y ésta se intenta comunicar en forma de cadena la frase puede tener un significado completamente opuesto al inicial al llegar al extremo opuesto de la cadena.

No cabe la menor duda que Wilder sabía de lo que hablaba en este estupendo film. No hay como toparse con una comedia satirizante e hiperbólica para darse cuenta que la realidad no está tan distante, que los estereotipos que vemos en programas del corazón provienen de un nutrido grupo de gente que se hace llamar profesionales del medio. Desde luego son profesionales, y como muestra Wilder el arte de la mentira y la verdad maquillada y adornada no es para todo el mundo, no cualquiera es capaz de manipular y omitir conscientemente y dormir a pierna suelta como si tal cosa fuera lo normal.

Primera Plana triunfa además de por su guión por su elenco interpretativo en el que destaca la pareja sempiterna de Jack Lemmon y Walter Matthau. Los gags que protagonizan son un auténtico deleite y es imposible no dibujar una sonrisa o estallar en carcajadas cuando las situaciones rebosan de tanta verdad y mentira a la vez, de tantas frases llenas de ingenio y suspicacia pero sobre todo de tanta acidez cómica. Además de la pareja protagonista cabe destacar a todos y cada uno de los secundarios, lo bordan y permiten que la credibilidad de lo increíble sea agradable y llevadera hasta el final.

Un saludo.
Victor M Lazaro
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