En Corea del Sur se estila de cuando en cuando un cine altamente imaginativo, con muchas dosis de fantasía y excentricidad en las que se escudan los personajes para olvidarse de su realidad urbana y mecanizada. Su angustia por los excesos de la gran ciudad, el estrés, las prisas, la incomunicación, la indiferencia global, las mentiras de los mass media, la burocracia, los empleos monótonos y mal remunerados, las hipotecas, los préstamos a un elevado interés, las presiones sociales sobre unos ideales de perfección impostados, la felicidad enlatada y la asfixia de la creatividad les conduce a inventarse mundos propios, identidades más románticas, a huir literalmente o figuradamente. Internet ofrece alternativas tentadoras, nadie te ve, puedes ser quien quieras, puedes conseguir prácticamente de todo sin moverte de tu cuarto. La fobia a las multitudes, a la complejidad de las relaciones sociales cara a cara, la insatisfacción de las expectativas que se diluyen en la monotonía... Está creando una generación de agorafóbicos que se encuentran más a gusto en el aislamiento de su ordenador, sumergidos en una dimensión virtual, que en el contacto directo con la gente.
Por otra parte, es una generación de esclavos de los bancos que no te prestan dinero sin cobrártelo con creces después, y que financian la casa a la que hay que hipotecarse de por vida para tener un sitio digno donde vivir, de las facturas, de los horarios, de los compromisos, de la agenda, del móvil, del ADSL, de la tele, de la consola, del cansancio, del insomnio... Algunos querrían desaparecer en una isla desierta y volver a sentirse libres y auténticos, sin cargas.
Y si en un drama romántico se combinan dos personajes de esos perfiles, dos alienados inadaptados incapaces de seguir el ritmo infernal del asfalto y los rascacielos, lo que resulta es una curiosa historia de náufragos de ciudad que lanzan mensajes al vacío con la esperanza de recibir una respuesta amiga.
Una isla en mitad de un río se convierte en el refugio de un prófugo de la civilización que no está completamente solo porque es observado desde lejos por una chica que también es una prófuga, así que estos dos misántropos iniciarán algo que parece imposible...
El amor se abre paso incluso en estos tiempos de soledad y realidad virtual.