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Voto de Vivoleyendo:
8
Western. Romance Intentando huir de su pasado, Charley Waite, Boss Spearman "Button" y Mose Harrison conducen ganado por las grandes praderas. Sus ideales son la justicia y la lealtad y procuran por todos los medios evitar la violencia. Pero su visita a Harmonville, una ciudad fronteriza dominada por un poderoso y despótico ranchero a cuyo servicio trabaja el corrupto sheriff local, cambiará sus vidas y los obligará a utilizar las armas en una desigual batalla. (FILMAFFINITY) [+]
22 de agosto de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Praderas abiertas a un cielo interminable, libertad y la compañía imprescindible de un par de amigos, entre los que se incluye un perro. Ahí tenemos los horizontes de dos veteranos que ya han probado el sabor a demonios más de lo que les gustaría. El genuino valor de la amistad cabalga sobre los pastos, esquivando las aglomeraciones humanas todo lo que puede. Ya han probado en el pasado lo que se siente al perder vínculos afectivos muy amados o bien al crecer mirando el odio de frente. Cuanto menos contacto con la gente, menos problemas y más paz.
“Jefe” Spearman y Charley Waite cargan sobre sus caballos su pasado difícil y su presente sencillo, guiando sus reses.
Pero cuando eres una persona y no tienes más remedio que entrar en contacto de tarde en tarde con otras, porque hay que aprovisionarse y obtener cosas que las praderas no dan, el choque tiene que llegar tarde o temprano, sobre todo si te topas con desalmados que hacen daño a tus amigos y pretenden imponerte su ley y robarte.
Sin leyes institucionalizadas que regularan todo el territorio, el Far West era el paraíso de los forajidos y de los codiciosos. Había pueblos que no contaban con la suerte de estar gobernados por sheriffs justos y en los que mandaban poderosos ávidos de instaurar su despotismo. Bandidos disfrazados de caciques que no entendían que la tierra en realidad no tiene dueño, y que la naturaleza es un préstamo temporal al alcance de todos los que quieran disfrutar de sus abundantes dones.
Ni siquiera unos pacíficos vaqueros nómadas que prefieren su compañía mutua y la de los animales antes que el contacto con la civilización pueden evitar encontrarse con quien les busca las cosquillas. Con quien no comprende que las praderas del Oeste salvaje son tan libres como el viento que las barre. Alguien tan engreído que no concibe que algunos hombres no le tienen miedo, porque ya cruzaron al otro lado del infierno y volvieron.
Los gestos sencillos y las palabras pronunciadas con el corazón cobran relevancia en la relación entre esos nómadas sin asiento, cómodos bajo el cielo que les sirve de techo, pero un poco cansados ya de la vida errante. Es un western que mima el momento, el detalle, la conversación sincera, la estancia en la consulta de un médico mientras se vela por un amigo herido y la más atractiva que guapa hermana del doctor ablanda los contornos de la dureza. Mima la degustación de una barrita de chocolate suizo y de un puro habano, alguna broma compartida y la voz de la experiencia del viejo “Jefe” Spearman. Mima el respeto y la urbanidad entre unas cuantas personas que consiguen que el Oeste sea un lugar mejor.
Pero, llegado el momento, también mima la acción más sobrecogedora. Una fotografía de infarto y unos efectos visuales para quitarse el sombrero en una escena en la que los disparos se sienten en carne propia y su estruendo retumba ensordecedor. Nada de monótonos tiros de pega, de los que se ven en tantas películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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