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Voto de Esteban Belén:
1
4,2
14.683
Drama
Juani es una adolescente del extrarradio que, además de tener problemas en su casa, tiene un novio muy celoso e indeciso con el que discute constantemente. Pero llega un momento en que la situación se le hace insoportable y decide dejarlo para poder hacer todo lo que no ha hecho mientras ha estado con él. Lo primero que se propone es triunfar como actriz. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2011
77 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estremecedor drama acerca del retraso mental, de un realismo que, ciertamente, llega a sobrecoger en más de una escena.
No hay más que ver el escalofriante momento en el que al padre de la protagonista, también con una severa discapacidad intelectual, se le mete algo entre los dientes: este es el punto de partida para uno de los numerosos clímax dramáticos que trufan este duro retrato de un colectivo al que el cine no siempre quiere mirar de frente con esta valentía. Todo el mundo que rodea a Juani está, incluso en los momentos más alegres, tiznado de ese toque trágico, como el amigo que sueña con ser una estrella del Break Dance; ves cómo se entusiasma y la escena destila vitalidad pero, al mismo tiempo, eres consciente de la terrible circunstancia del muchacho; están charlando con él y sin más ni más se pone a dar vueltas break dance cabeza abajo en el váter de la discoteca. De este modo, Bigas Luna muestra al mismo tiempo lo que hace feliz al chico y la tragedia de su retraso. Y, porqué no, también conecta con la chavalería con el tema del Break. Bravo. Ya está bien de complejos.
Además de los diversos hallazgos narrativos que el ingenio de Bigas Luna (cuándo se reconocerá el talento de este hombre como se merece, cuándo) tiene a bien brindarnos
en escenas como la carrera de coches, no puede dejarse pasar uno de los puntos fuertes de esta Obra Maestra: los diálogos. Sencillos y directos como cuchillos que se clavan en la conciencia del espectador para removerla aunque no quiera:
-Juani, la pasta no es pa tirarla a la basura. Es pal Tunin.
-Yo a un tío no se la chupo, por lo menos, hasta la tercera semana. Al Yonah porque era el Yonah.
-Me voy a hacer un supermoldeado que te cagas, tía.
Son innumerables las frases que se quedan resonando en tu cabeza mientras vives la odisea de la Juani, que trata de salir adelante en un mundo hostil.
El sólido guión nos va metiendo poco a poco en la apasionante historia de superación de esta pobre chica, que ve en Madrid, como tantas otras personas con su sueño, una especie de Meca donde poder convertirse en una gran actriz (es una apasionada del cine) a pesar de su tara. Allí el ritmo de la película se vuelve endiablado, se introducen nuevos e interesantísimos elementos con motivo de la lucha de Juani por ser actriz, y de nuevo se nos muestra la batalla desesperada de la protagonista contra su discapacidad, sea intentando interpretar a un zapato o bailando el aserejé. Su periplo es aprovechado por Bigas Luna para ofrecernos un incisivo fresco de las alcantarillas de la profesión, con profundidad y lucidez inusitadas.
Otro de los momentos culminantes de la aventura tiene lugar aquí: imposible contener las lágrimas en la escena del casting. Por si no fuera suficiente, nos admiramos de la habilidad con la que el director usa el lenguaje SMS, muy presente en esta parte. Otra innovación
que marcará un antes y un después en este tipo de cine.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO:
No hay más que ver el escalofriante momento en el que al padre de la protagonista, también con una severa discapacidad intelectual, se le mete algo entre los dientes: este es el punto de partida para uno de los numerosos clímax dramáticos que trufan este duro retrato de un colectivo al que el cine no siempre quiere mirar de frente con esta valentía. Todo el mundo que rodea a Juani está, incluso en los momentos más alegres, tiznado de ese toque trágico, como el amigo que sueña con ser una estrella del Break Dance; ves cómo se entusiasma y la escena destila vitalidad pero, al mismo tiempo, eres consciente de la terrible circunstancia del muchacho; están charlando con él y sin más ni más se pone a dar vueltas break dance cabeza abajo en el váter de la discoteca. De este modo, Bigas Luna muestra al mismo tiempo lo que hace feliz al chico y la tragedia de su retraso. Y, porqué no, también conecta con la chavalería con el tema del Break. Bravo. Ya está bien de complejos.
Además de los diversos hallazgos narrativos que el ingenio de Bigas Luna (cuándo se reconocerá el talento de este hombre como se merece, cuándo) tiene a bien brindarnos
en escenas como la carrera de coches, no puede dejarse pasar uno de los puntos fuertes de esta Obra Maestra: los diálogos. Sencillos y directos como cuchillos que se clavan en la conciencia del espectador para removerla aunque no quiera:
-Juani, la pasta no es pa tirarla a la basura. Es pal Tunin.
-Yo a un tío no se la chupo, por lo menos, hasta la tercera semana. Al Yonah porque era el Yonah.
-Me voy a hacer un supermoldeado que te cagas, tía.
Son innumerables las frases que se quedan resonando en tu cabeza mientras vives la odisea de la Juani, que trata de salir adelante en un mundo hostil.
El sólido guión nos va metiendo poco a poco en la apasionante historia de superación de esta pobre chica, que ve en Madrid, como tantas otras personas con su sueño, una especie de Meca donde poder convertirse en una gran actriz (es una apasionada del cine) a pesar de su tara. Allí el ritmo de la película se vuelve endiablado, se introducen nuevos e interesantísimos elementos con motivo de la lucha de Juani por ser actriz, y de nuevo se nos muestra la batalla desesperada de la protagonista contra su discapacidad, sea intentando interpretar a un zapato o bailando el aserejé. Su periplo es aprovechado por Bigas Luna para ofrecernos un incisivo fresco de las alcantarillas de la profesión, con profundidad y lucidez inusitadas.
Otro de los momentos culminantes de la aventura tiene lugar aquí: imposible contener las lágrimas en la escena del casting. Por si no fuera suficiente, nos admiramos de la habilidad con la que el director usa el lenguaje SMS, muy presente en esta parte. Otra innovación
que marcará un antes y un después en este tipo de cine.
SIGO EN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Mención especial para la interpretación de Dani Martín; este caballero está llamado a grandes cosas, no en vano lleva delante de una cámara desde la adolescencia, y eso se nota. No me tiembla la voz al decir que su interpretación está a la altura de su trabajo vocal en El Canto del Loco. Algunos dirán que exagero. En YouTube pueden solazarse con la escena final, en la que Dani se inspira en el Sloth de Los Goonies y lo da todo para bordar la escena que culmina esa gran historia de amor con claras reminiscencias a la serie La Fuerza del Cariño (Life Goes On).
Es inútil tratar de describir con palabras la fuerza que transmite cada escena, desde los sueños de Juani, filmados con el habitual gusto de su director y en los que percibimos las inquietudes de la protagonista, hasta las partidas a la Play del Jonah ("es mi niñoh, me gusta su cabezah").
Insisto, es inútil la palabrería, hay que verla y sentir todo lo que te puede aportar. Juventud, amor, rebeldía, locura, superación, fLaMeNkItOh... Pocas obras con pretensiones de himno generacional y canto a la juventud han llegado tan lejos:
-"Me voy a comprar una minifalda de la hostia". (La vAnEh)
Les dejo con esa reflexión.
Es inútil tratar de describir con palabras la fuerza que transmite cada escena, desde los sueños de Juani, filmados con el habitual gusto de su director y en los que percibimos las inquietudes de la protagonista, hasta las partidas a la Play del Jonah ("es mi niñoh, me gusta su cabezah").
Insisto, es inútil la palabrería, hay que verla y sentir todo lo que te puede aportar. Juventud, amor, rebeldía, locura, superación, fLaMeNkItOh... Pocas obras con pretensiones de himno generacional y canto a la juventud han llegado tan lejos:
-"Me voy a comprar una minifalda de la hostia". (La vAnEh)
Les dejo con esa reflexión.