A pesar de poder ver en escasos segundos en pantalla su rostro, Claude Reins inunda de todo su carisma como actor a esta célebre versión de "El hombre invisible". Indudablemente, la adaptación más mítica de cuantas se han hecho sobre este relato, quizás la mejor. Nos encontramos en una década donde abundaron este tipo de productos, que trajeron, y con qué fuerza, a algunas de las criaturas más terroríficas de la época victoriana.

Desde la primera escena en la posada, el film de James Whale mete de lleno a los espectadores en una película trepidante y que tiene un metraje casi perfecto. Tal vez por su tiempo, no se incide más en las ventajas que le da la invisibilidad al protagonista para cometer fechorías (viene aquí a la mente el potencial que le sacó Alan Moore en el cómic "La Liga de los Hombres Extraordinarios").

De hecho, si bien tiene un encanto indiscutible, algunos momentos podrán parecer casi infantiles para el público de hoy día. No obstante, el tiempo ha tratado con mucha ternura a esta pieza, la cual sigue siendo un objeto de visionado inexcusable para los amantes de este género.

Realmente interesante y digna de rescatarse de las videotecas.