Seth MacFarlane se ha ganado un hueco con todo merecimiento como uno de los creadores de referencia dentro de la animación. Desde sus primeros momentos, ya fuera como guionista de "El laboratorio de Dexter", o fogueando sus habilidades como actor de doblaje, el bueno de Seth creó una serie controversial y muy exitosa, "Padre de familia".

Innovador, políticamente incorrecto, capaz de los gags más inspirados o las bromas más soeces, la serie tuvo continuidad con "American Dad", una serie más reflexiva y menos alocada, donde la personalidad de Seth, más allá de su excelente capacidad poniendo las voces de los protagonistas, tenía menos impronta, compartiéndola con dos creadores más centrados en la trama que en los gags. Muy interesante y buena.

"El show de Cleveland", aunque tiene buenos capítulos y argumentos, no tenía esa necesidad, no sería ninguna broma el afirmar que el bueno de MacFarlane quería crear una serie para lucimiento de uno de sus colaboradores. Los spin off de personajes de quiebre no tienen porque fallar, "Frasier" es un ejemplo de gran éxito de crítica y público.

Pese a ello, Cleveland es una alternativa poco fresca y que repite muchos esquemas de su serie matriz, más allá del componente afro-americano y el simpático personaje de Quahog, ofrece pocas novedades. Incluso sus elementos más curiosos (un oso vendedor de seguros), son hábiles traslados del molde de "Family Guy".

Con todo, el show tiene momentos curiosos y divertidos, es aguda la forma de tratar al personaje de Cleveland Junior, de su pasado hiper-activo a su apocada y tranquila forma de ser que no le impide participar en un delirante concurso rapero, o en esos homenajes a la serie original, como cuando Cleveland y Peter tratan a trancas y barrancas de recuperar su amistad perdida, mientras intentan sodomizar al primero y a un grupo de amigos en mitad de un bosque.

Tan innecesaria como divertida, se deja ver y entretiene sin más pretensiones.