La verdad es que empiezo a reconocer que tengo algún problemilla con Ron Howard, ya que si bien casi todos sus proyectos me parecen interesantes, y sobre el cartel siempre prometen lo mejor, cuando terminas de ver sus films siempre acabo pensando "no está mal, pero podría haber estado mejor".

Esto me ha vuelto a ocurrir con este para mi muy atractivo y tremendamente interesante proyecto, protagonizado por dos estupendos actores, que se baten en todo un duelo actoral y cinematográfico que narra unos hechos reales y apasionantes.

Aquí es donde empezamos a vislumbrar el problema, ya que la tensión y los problemas en la preparación de la entrevista, no creo que alcancen el clímax o el nivel de desesperación que seguro que se tuvo que producir, y que aquí aparecen contados con cierta ligereza.

Respecto a la entrevista en sí, atestiguo que está espléndidamente recreada (he podido ver los fragmentos más significativos de la entrevista real), donde a una parte menos trascendente le sigue como culminación el auténtico reconocimiento de culpa de Nixon que aquí está impecabelmente narrado, interpretado, y que sin duda es el clímax de la película.

Langella está espléndido, y Sheen también está muy bien, y me gusta mucho lo veraz que aparece contada la vida y el entorno de Nixon en su retiro.

La película está muy bien, es muy intersante y absolutamente fiel a la realidad, la recomiendo, pero al mismo tiempo, y volviendo a lo que escribo al principio, creo que se podría haber sacado un poco más de este diamante en bruto que es la historia que cuenta.

Pd: Tengo que decir, que si bien Nixon no constituye un personaje simpático para mi, ni para casi nadie, tanto al terminar de ver esta película, como hace ya unos cuantos años, cuando vi la de Oliver Stone, mi opinión sobre él mejora, en ambas aparece el Nixon tramposo que todos conocemos, pero también vemos a una persona extremadamente inteligente, con un origen humilde muy alejado de las élites, que pese a su ausencia de glamour o carisma llegó a lo más alto, y con una gran pasión por la política y el poder, que le acabó haciendo confundir al Estado con su persona.