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Voto de martadenevares:
5
Drama. Intriga Un juez y una hermosa joven se conocen durante un viaje y se enamoran, pero al poco tiempo ella desparece. Años después, el juez encuentra en un cementerio un cráneo atravesado por un clavo. Decide investigar el caso y las sospechas de asesinato recaen sobre la mujer que debía casarse con el difunto. Lo que el juez ignora es que el esclarecimiento del crimen le traerá la desgracia. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2011
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ver una película así. Una de vez en cuando, quizá al año. Lo bueno que tiene ver una película como esta es lo que uno aprende de sí mismo y de los gustos de uno. Y de cómo cambian los tiempos y los gustos, la estética... y la moral.
Es un documento de época: nos muestra una historia sencilla, fácil de seguir (chico conoce a chica misteriosa, insiste y consigue que le haga caso, se enamoran y el destino los separa. Cuando pasa el tiempo, el descubre cuál era el misterio), con las coordenadas de la España nacional católica de la reciente posguerra. "Buenas y santas tardes", se dicen los personajes; otras veces resaltan que son "decentes", etc. Todo discurre, en fin, como Dios quería y mandaba, y como Marquina adaptó, y con eso decimos mucho. Por otro lado, y es el que más gracia y daño a los ojos me hace, está la estética. Hay que tener en cuenta que está basada en una obra de Pedro Antonio de Alarcón, que fue costumbrista el hombre y tenía afición a exaltar los valores patrios. La estética, decía, ¿cómo definirla? Recia, quizá. Da agobio ver a esas mujeres encorsetadas, decoradas con esos vestidos y adornos varios. Esa Amparo Rivelles, paradigma de la mujer de la posguerra, fuerte, como todas las que aparecen en la película, despectiva con los hombres y el mundo en general, segura de su valía, haciéndose valer en todo momento... insufrible. Y ese Rafael Durán, paradigma de enamorado decente, de los que saben muy bien cuál es su sitio, hombre de bien y convicciones rectas... un partidazo. Y, claro, el pueblo, y ahí es donde sale el Alarcón más puro: generoso, hospitalario, humilde y digno. Ese, el último, es su mejor personaje.
martadenevares
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