Un compositor de la talla de Bach merece, sin duda alguna, homenajes cinematográficos de todo tipo. Formatos como el de Pere Portabella podrían haber sido, a mi entender, perfectamente válidos e interesantes por la originalidad y actualidad. Sin embargo, creo que se ha perdido él solo en un libreto que se le va de las manos ahogado en la sofisticación, a ratos estridente y absurda y con una sensación última de carecer de pies y cabeza. No ayudan estas películas a fomentar la asiduidad al cine español. Una pena. Bach merecía mucho más.