Ha sucedido por eliminación. En una carrera de resistencia, esta irreverente serie ha demostrado ser la más estable. Los Simpson son un recuerdo del pasado. Tuvieron sus 10 buenas (muy buenas) temporadas en las que mezclaban algo de crítica social y temas cotidianos con un humor bien construido, eficaz y de buen gusto. Pero ya acumulan más de 13 temporadas de basura irremediable, de agotamiento, de seguir tirando con el único objetivo de amasar dinero explotando un buen nombre que unos guionistas que ya no están en el proyecto forjaron hace mucho. Los Simpson, tomada en su globalidad, es una serie mediocre.

A South Park le pongo un 8, merecidísimo, por la evolución positiva que ha tenido desde sus inicios sin olvidar lo más importante: su constante crítica. Pero crítica de verdad, sincera, no como esa basura para enfermos mentales ("Padre de familia", se hace llamar) en la que el mal gusto, unido a las constantes y exasperantes chorra-referencias a la cultura basura norteamericana y a aspectos superficiales de otras culturas, no es el vehículo sino el fin.
South Park es crítica, ácida, inteligente y de gran originalidad en sus guiones. Hay mucho trabajo detrás de un aspecto burdo en ocasiones. Empezó como segundona a la sombra de los Simpson, pero para mí ya no hay duda que es la serie de animación nº1. Una serie con cojones, auténtica. Muy por encima, todo hay que decirlo, de los otros proyectos de sus dos creadores.

Lo único malo, como ya ha apuntado alguien con mucho acierto, es que de cada 4 o 5 episodios siempre hay uno que es regulero o, directamente, flojo. Sólo ese fallo, nada más. Por lo demás: maravillosa.