¿Hasta dónde se puede llegar por complacer a la pareja?. ¿Hay en ello amor hacia el otro o más bien amor hacia uno mismo por sentirse apreciado?. ¿Hasta dónde pueden llegar los celos?. ¿Pueden llevarnos a tales extremos de locura o es que estamos ya locos por ser capaces de llegar hasta tales extremos?. ¿Hay en todo esto verdadero amor o más bien un problema de baja autoestima?. ¿Cómo afecta el tiempo al vínculo amoroso?. ¿Es inevitable que su exceso provoque hastío y su defecto anhelo?.

"Time" plantea todas estas preguntas, y en este sentido puede resultar interesante, pero las situaciones que se nos muestran a modo de posible respuesta alcanzan la inverosimilitud y el absurdo.

Ki-Duk las retrata, sin embargo, con delicadeza y cuidado, y se vale de la fotografía, la música, el tempo, y demás ardides para crear atmósferas que pueden alejar al espectador de la incredulidad y hacerle contemplar la historia con ojos menos atónitos.

Pero la irracionalidad del argumento le gana el pulso a la maña del director en el intento de de dar credibilidad a su obra y, aún sin olvidar que occidentales y orientales vemos las cosas bajo prismas diferentes, uno sale del cine creyendo más que acaba de ver a una cuadrilla de locos improbables que haber encontrado alguna respuesta a las peguntas que la película plantea.