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España España · Vilafranca del Penedès
Voto de SergiMerchan:
8
Musical. Romance. Comedia. Drama Mia (Emma Stone), una joven aspirante a actriz que trabaja como camarera mientras acude a castings, y Sebastian (Ryan Gosling), un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas amenaza con separarlos. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os voy a contar la historia del chico que ayer vio ‘La La Land’:

La primera película que recuerdo ver es ‘Blancanieves y los siete enanitos’ de Walt Disney, el primer musical animado de la historia. Tenía la cinta de VHS gastada de tantas veces que la había reproducido.

En aquél entonces no existían “los extras” que llegaron en la era del DVD pero, curiosamente, ése vídeo incluía un pequeño documental tras los créditos. Al acabar las clases, metía prisa a mi madre para llegar a casa rápido y poder ver la película entera hasta llegar a mi preciado “Making of”.

Yo estaba contento por todas las anécdotas que me contaba ése narrador omnipresente y mi madre porque podía preparar la cena tranquila, ¡todos ganábamos!

Gracias a ése reportaje empecé a interesarme en qué había tras las cámaras y en cómo se creaba la ilusión de movimiento de esos dibujitos pero, más que nada, me interesó cómo se grabaron las canciones.

La siguiente película de la que tengo recuerdo, -tranquilos que no estaré así hasta llegar a la de ayer-, es ‘Mary Poppins’. Para mí eso era, y sigue siendo, el cóctel idóneo entre lo que era un film destinado para el público infantil (el animado) y el adulto (con actores reales). Por suerte, ahora que estudio cine y documental, -seguramente no es casualidad-, he entendido que no hay “pelis para niños” o “pelis para mayores”, sólo “pelis”.

‘Mary Poppins’ se convirtió en mi nuevo VHS fetiche y ya con la pubertad llegaron ‘Moulin Rouge!’ y ‘Chicago’, esta vez en formato DVD y Blu-Ray, musicales que, de los cientos de visionados que habré hecho, me sé de principio a fin.

Visto lo visto, era evidente que el fútbol no era precisamente lo mío y mis padres decidieron apuntarme a clases de teatro. Primero hice obras y cursillos de interpretación en la escuela y por mi pueblo hasta que, tras mucho insistir, acabé yendo a una academia de teatro musical en Barcelona.

De los años que estuve allí estudiando me llevé a las mejores amistades de mi vida, rarillos que, como yo, amaban y entendían qué significado tenía el cantar, bailar o actuar en un escenario. Montamos compañías, inventamos coreografías y escribimos musicales que movimos por un par de pueblos con menos población que la que haya en cualquier bloque de pisos de la capital.

Ahora, cada vez que se estrena una película musical, la miscelánea perfecta entre dos de los campos artísticos que más adoro y en los que aspiro a trabajar en un futuro, para mí es motivo de celebración.

Asistí a ver ‘Nine’, ‘Los Miserables’ o ‘Into the woods’ en primera fila el día de sus respectivos estrenos, las salas estaban tristemente casi-vacías, supongo que no hay ni habrá nunca un resurgimiento del género, su tren ya pasó, pero yo sigo disfrutando cada segundo de sus imperfectos metrajes.

Con todas las expectativas que se habían creado alrededor de ‘La La Land’ tenía bastante miedo, básicamente porque me la compararon con clásicos a los que rindo culto y porque de estrenos anteriores de esta índole sólo compartieron conmigo porquería.

La vi sin nadie más para no condicionar mi valoración final ni engrandecer o empequeñecer las ganas que le tenía pero, afortunadamente, no me defraudó ni por un segundo.

Ayer rememoré cuál era la respuesta de mi cuerpo al ver por primera vez ‘Un americano en París’, ‘Los paraguas de Cherburgo’ o ‘Cantando bajo la lluvia’ y, aunque ya es un producto hecho con y para ése fin, me enamoré de ella.

Los muchos tópicos con los que juega, su previsibilidad o la sencillez que abraza toda la producción, tópicos que ya de por sí son sinónimos de "musical clásico", sólo hacen que irle a favor, no intenta ser una reinvención como las otras que fracasaron intentándolo.

El género del musical tiene infinitas variantes, puede ser remodelado y barnizado tantas veces como se quiera para que parezca algo nuevo, se ha hecho ya muchas veces y hay incluso ejemplos de éxito pero, al fin y al cabo, lo que la gente entiendo por "musical" es ése relato añejo y bien-contado de una belleza tan humilde que abruma.

Es todo un himno para aquellos que lo arriesgamos todo con el fin de intentar conseguir lo más cercano a nuestros idealizados sueños, a los que para conseguir un poco de atención de alguien han tenido que sudar durante meses, a los que nos hemos atrevido a marchar del país para probar suerte y encajamos la derrota hasta el siguiente round, a aquellos que están trabajando duro en puestos que no tienen nada que ver con su idea de futuro pensando que ése sueldo les servirá tarde o temprano y, a resumidas cuentas, un placer visual para espectadores cursis como yo.

Creo -o me gustaría creer-, que esta vez sí se ha conseguido y este largometraje cantado y bailado a partes iguales, como en los de antaño, va a quedar tatuado en la memoria retiniana del público del S. XXI.
SergiMerchan
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