Una autentica aberración. Si lo que Fukunaga perseguía era acabar con la saga 007, ¡bravo!... ¡lo ha conseguido! Toda la saga producida desde el año 2006 directamente enviada al contenedor de reciclaje más próximo y, lo que es peor, a uno de los mejores Bond (si no el mejor) con ella.

Una pentalogía que, si desde el principio el personaje no hubiera sido esclavo de su nombre y número, y le hubieran puesto cualquier otro (por ejemplo 008), a buen seguro tendríamos entre manos un Spin-off igualmente aclamado por la crítica y los fans de la saga. Por el contrario, tenemos un producto que en sus 60 minutos finales consigue arrasar con todo el buen hacer hasta la fecha, anular sus cuatro cintas predecesoras y poner en tela de juicio la cordura de sus productores/as al considerar viable una de las conclusiones más bochornosas, incoherentes e infames que la saga haya visto hasta la fecha.

En definitiva, tanto los Fans de Bond, como la propia saga, tiene dos opciones claras:

1. Considerar a Spectre como la última película oficial de Craig como Bond, y así poder darle una conclusión lógica, cabal, racional y coherente que pueda enlazar con futuras películas de la saga o,

2. Directamente, catalogar toda la pentalogía como una realidad acontecida en un universo paralelo, marcar oficialmente El Mundo Nunca es Suficiente de 1999 como la última película oficial de la saga y cruzar los dedos porque todo el prestigio de los últimos 65 años no se haya ido por el sumidero más profundo en, más o menos, 60 minutos de metraje.