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Voto de Jose_Lopez_5:
3
Ciencia ficción. Aventuras El piloto de una nave interestelar acude a un planeta poblado por monstruos y mutantes para rescatar a las astronautas supervivientes de una expedición, ahora en poder del belicoso tirano que domina la zona.
22 de agosto de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito de "La guerra de las galaxias" (1977) tuvo efectos colaterales. Uno de ellos fue la recuperación del cine de ciencia ficción. En consecuencia, las producciones de este tipo surgieron como hongos. No obstante, semejante resurgir no siempre implicó dignidad, por lo que los subproductos volvieron a ser la norma.

"SpaceHunter" fue una de esas cintas que nacieron y se estrenaron al calor de la lumbre de George Lucas. Un pastiche de calidad ínfima en donde se mezclaron naves espaciales con la estética chatarrera de "Mad Max 2" y la influencia de los seriales al estilo de Buck Rogers. Eso sí, ahora aliñada con el 3D mareante (el de las gafas azules y rojas), que volvió a estar en boga por entonces.

El argumento era un delirio pulp: una nave de turismo espacial sufre un terrible accidente que mata a todos sus tripulantes excepto a tres hembras buenorras que escapan en una cápsula de escape. Ésta aterriza a salvo en un planeta cercano, emitiendo una señal de auxilio. La noticia de las náufragas corre por el, llamémoslo, Internet de las galaxias, llegando a oídos de un basurero espacial, Wolf, quien se lanza al rescate atraído por la generosa recompensa que las autoridades ofrecen. Sin embargo, lo que no sabe es que las pivas han caído presas de un cacique local. Un tipo que, en el pasado, fue miembro de un equipo médico enviado al planeta para combatir una plaga y que acabó montando una república bananera.

Como ve, a la historia le corre prisa por insertar toda clase de ideas que, o no se explican, o se introducen con desinterés. Poco importa, porque al espectador se le pide que lo acepte todo sin chistar. Una mera excusa para acabar embarcando al protagonista en una operación de rescate en un planeta extraterrestre lleno de peligros. A partir de ahí, la película va ofreciendo una lista de seres que, sin apenas trasfondo, habitan un planeta desértico, forzando al protagonista a vivir aventuras mortales a un ritmo trepidante, pues apenas sale de una para meterse en otra. Cualitativamente es un bodrio, aun cuando sus más de $14 millones de presupuesto debieron haber dado para más. Será cine de serie B, pero más por el mal hacer que por la falta de pecunio.

La estética que ofrece es, por otro lado, sucia, herrumbrosa, con un planeta lleno de chatarra y vehículos tuneados donde pillar el tétanos en cualquier parte, tal cantidad de objetos cortantes los conforman. Un estilo definido genéricamente como de "guerrero de la carrretera" en referencia, no solo a "Mad Max", sino a sus infumables clones baratos. Además, abundan las estructuras industriales abandonadas dentro de montañas o túmulos, de tal forma que, bajo una superficie estéril, yacen los restos olvidados de viejos edificios poblados por criaturas aberrantes. Lo curioso es que esta estética, por momentos, recuerda brevemente a las portadas de los relatos de ciencia ficción pulp. No es exagerado afirmar que su aspecto pudo haber servido de base para juegos de corte post-apocalíptico, caso de las sagas "Fallout" y "Bordelands".

En cuanto a los actores, tenemos a Peter Strauss, un nombre que suena a eco de otro tiempo, y que aquí interpreta a un sucedáneo de Kevin Sorbo (aspecto) o Nathan Fillion en "Firefly" (personalidad). Un antihéroe que solo se ha metido en el follón por dinero pero que, en el fondo, es un cacho pan. Arquetípico hasta la médula.

Tampoco sería justo olvidar a una adolescente Molly Ringwald, ya a puntito de convertirse en un icono adolescente gracias a "El club de los cinco". Una chica con cara de rebelde y morros perpetuos, aunque de innegable atractivo. Un miembro del apodado "brat pack" que luego se quedó en mucho menos. Molly no pasa de huérfana gritona e ingenua cuya incontenible verborrea contrasta con la sequedad de Strauss.

Junto a ellos, Ernie Hudson, el negro de "Los cazafantasmas" (1984), quien ese mismo año se convertiría en un rostro conocido y que aquí hará de compañero de armas del protagonista.

Y en el papel de villano, y como ejemplo del pastiche actoral que montaron, Michael Ironside, aunque con una presencia más testimonial que útil, dada las escasas y ridículas líneas de guion. Un monstruito de estética recargada y hortera que esconde a un vulgar pervertido sexual sobrado de sadismo. Pero no se haga ilusiones, porque es tan bobo que da risa desde el primer minuto.

Ciertamente, un mejunje extraño, inverosímil, con relaciones entre los personajes forzadas, sin apenas detalle, pues han sido juntados con torpeza para crear una alianza sin lógica. Los guionistas necesitaban formar un equipo de rescate (recuerde: las jamonacas aún requerían ser salvadas) y no les importó aplicar pegamento aquí y allá para unirlo. Nunca les quitó el sueño que los diálogos fuesen vacuos y aburridos, o que la redondez de los protagonistas fuera inexistente, pues todo el 3D se les fue en las imágenes. La estética, por otro lado, es tan barroca, tan llena de prótesis de plástico, de personajes embutidos en trajes de chatarra, cables y harapos, que pareciese una escombrera cinematográfica.

Ahora bien, dentro de la inmundicia, hay que reconocer detalles interesantes, pues crea un microcosmos aberrante. Un inframundo que, en manos de gente más capaz, podría haber dado juego. Así, hay una abundancia de detalles y personajes agrupados en colectivos (amazonas acuáticas, niños mutantes asesinos, "scavengers", tipos con toda clase de implantes, grimosos seres grasientos que recuerdan al muñeco de Michelín, etc.) que contribuyen a crear una especie de ecosistema macabro y enfermizo. Toda una miríada de criaturas surgidas al amparo de una enfermedad de la que apenas se habla, y de un cacique que juega con la genética.

Como anécdota, citar que el protagonista y la chica tienen 36 y 16 años, respectivamente. Aunque no llegan a formar pareja, la tensión sexual es evidente, algo inconcebible hoy día, aun cuando no han pasado ni cuarenta años.
Jose_Lopez_5
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