La película que nos ocupa llegó cuando el mercado ya estaba saturado de remakes de películas de terror orientales, y las pantallas llenas de misterios sobrenaturales y niñas demoníacas de largas y oscuras cabelleras. Además, esta película es ciertamente inferior a otros remakes como La señal (The Ring) o El grito (The Grudge), siendo una producción mucho más aburrida y de peor acabado.

Ben (Joshua Jackson) y Jane (Rachael Taylor) son unos recién casados que tendrán que pasar la luna de miel en Tokyo ya que él, fotógrafo de profesión, tiene una importante sesión que realizar. De camino a su destino la pareja sufre un accidente de coche en el que creen haber atropellado a una joven, hecho a partir del cual se desencadenaran una serie de misteriosos sucesos que podría tener que ver con la muchacha atropellada, entre ellos terroríficas apariciones en las fotografías que realizan.

No sólo el hecho de haber llegado tras la avalancha de remakes es lo que perjudica la película, tampoco ayudan su monótona dirección, cuasi televisiva (en el peor sentido de la palabra), un guión cuyo supuesto misterio es demasiado evidente y unas actuaciones más bien normalitas para una historia con pocos sustos y mucho maquillaje fantasmal.