Cuatro realizadores (Allison Anders, Alexandre Rockwell, Robert Rodriguez y Quentin Tarantino) dirigen otras tantas historias cuyo nexo común es el lugar en el que se desarrolla la acción (un hotel) y la presencia de un botones (Tim Roth). Además de Roth, un nutrido grupo de conocidos intérpretes (Bruce Willis, Marisa Tomei, Lili Taylor, Antonio Banderas…) integran el reparto, aunque son éste y Banderas quienes mejor captan el tono caricaturesco del que hace gala el largometraje, algo que se nota en sus interpretaciones.

En principio, la realización de cuatro cortos con distintos puntos de vista suena realmente bien, pero llevados a la práctica se tornan fallidos. El problema viene, en gran medida, porque las historias de Anders (un aquelarre en el que participa la mismísima Madonna) y Rockwell (sobre un rapto) resultan bastante aburridas, mientras que las de Rodriguez (la mejor) y Tarantino (quien parece trabajar con el piloto automático), sin ser nada del otro mundo, se dejan ver. Lo mejor: que la amistad entre Tarantino y Rodriguez daría frutos más jugosos en el futuro.