El gran Clint Eastwood siempre será recordado por su apabullante contribución al cine, tanto detrás de las cámaras como delante de ellas. En la mente del cinéfilo, su nombre llevará a recordar automáticamente a un vaquero con poncho, sucio y frío… y a un preso más listo de lo normal al que encierran en la prisión más famosa de la historia: Alcatraz.

El filme de Siegel ya forma parte indiscutible de los clásicos carcelarios y es una de las películas más conocidas de Clint Eastwood. Basada en un hecho real, narra la historia de Frank Lee (Eastwood), un preso con un coeficiente intelectual por encima de la media que se ha escapado de varias cárceles y es destinado a Alcatraz, una prisión instalada en una isla en medio de la Bahía de San Francisco de la que nadie ha podido escapar jamás. Pero Frank no se amilana por ello y elabora un plan complejo, arriesgado y muy inteligente para romper el récord de “La Roca”.

La cinta cuenta con todos los clichés del cine carcelario, a saber: reclusos con ganas de bronca porque sí, unos pobres diablos que se apoyan en Frank, un bibliotecario desesperanzado, y un alcaide cabrón como él solo. Frank es un preso frío, de aspecto tranquilo y mirada ceñuda cuyo rostro es imposible franquear y con una determinación inquebrantable, una mezcla ideal para elaborar un plan ingenioso por el que intenta ser el primero en escaparse de donde nadie lo ha hecho nunca.

Siegel desarrolla el plan de Frank con una minuciosidad absorbente, combinándolo con el día a día en la cárcel. La atmósfera de tensión está muy bien conseguida, desde el mismo comienzo donde se traslada a Frank a Alcatraz hasta el final. Cabe destacar que en ningún momento se muestran escenas fuera de la misma prisión, tan sólo el bucólico skyline de una cercana pero a la vez lejana San Francisco. Con ello, Siegel nos muestra la desesperación de los que tienen tan cerca la libertad y lo fácil que es perderla para siempre.

Muy recomendable.