El gran Ray Harryhausen, el maestro de la “stop-motion” que legó notables trabajos al cine fantástico, demostró su talento con su dinosaurio resucitado del hielo en esta simpática película de Eugène Lourié, que ha llegado hasta nuestros días bastante envejecida pero conservando aún su encanto.

El filme se enmarca dentro de la corriente monstruosa del cine de serie B de los cincuenta y sigue los pasos de la corriente catastrofista. El principal atractivo de la cinta es, sin duda, el dinosaurio y los estragos que produce en la ciudad, pero también hay que reconocerle a Lourié su buena mano para conseguir cierta intriga a pesar de lo poco original del planteamiento, y una cuidada recreación de escenarios, especialmente los del Polo en los minutos iniciales.

Las actuaciones tienen un buen nivel dentro de lo esperado. Aunque el protagonista sea el bicharraco de Harryhausen, los actores logran hacerse un hueco importante en el guion. Entre ellos, veremos el conocido rostro de Lee Van Cleef, haciendo de un francotirador que dará buena cuenta del monstruo.

Recomendable para los que quieran recuperar algo de la magia de Harryhausen, que en esta época actual de efectos digitales aún permanece en sus maravillosas creaciones.