Curiosa e ingeniosa apuesta neozelandesa que reinventa el mito del vampiro de una forma satírica y divertidísima.

El filme de Taika Cohen (director y protagonista) expone los avatares de la vida de un grupo de vampiros que viven en un piso y cuentan, a modo de documental, cómo son sus vidas y sus relaciones con el mundo exterior. Cada uno tiene su estilo propio, representando varios clichés vampíricos del cine: el vampiro medieval a semejanza de Vlad Dracul (Jemaine Clement, conocido rostro del cine independiente), el vampiro aristocrático sensible y elegante (Taika Cohen), el vampiro rebelde que le gusta ir a la última (Jonathan Brugh), o el oscuro y tétrico vampiro a lo Nosferatu (Ben Fransham).

Cada uno de ellos explica su forma de vida, tal como ven las cosas, con diversos puntos de vista y siempre aportando un toque satírico y burlesco a sus comentarios, jugando con la idiosincrasia de sus propios clichés. El estilo televisivo y documental, a lo Alaska y Mario, con entrevistas a los vampiros y seguimiento de sus tareas diarias, ayuda a la densa aura surrealista de la que se rodea la cinta, aportando originalidad y humor a partes iguales y en grandes cantidades. Especialmente hilarantes son las escenas en las que convierten a un hombre (Cori Gonzales) en vampiro, y éste intenta aprender los aspectos de su nueva “vida”.

Taika Cohen presenta a sus vampiros como una raza más de las muchas que viven entre nosotros, con toda la naturalidad del que entra en casa de una familia peculiar y es testigo, con curiosidad, del día a día de esa familia.

El filme se decanta por una imagen oscura y barroca. La casa donde viven estos vampiros tan especiales parece de finales del siglo XIX, con paredes empapeladas y sótanos tenebrosos. Cuando salen al exterior siempre es, lógicamente, de noche, y así nos lo traslada la cámara con numerosas imágenes nocturnas. A pesar del look del filme, que daría el pego en otra película más seria, todo es mera fachada para aumentar el contraste entre lo macabro y lo puramente humorístico.

“Lo que hacemos…” es la originalidad hecha comedia, y un interesante y, sobre todo, divertidísimo tratado sobre la vida del vampiro actual. Muy recomendable.