Parece ser que esta película es una continuación directa de la segunda parte de la saga y que la tres, cuatro y cinco son como si no existiesen. O, al menos, es como nos la venden.

Obviando que La rebelión de las máquinas no se producen el año que estaba previsto (ahora mismo estaríamos esclavizados por las máquinas), si no que sucedió unos años después, Sarah Connors solo consiguió aplazar el fin del mundo unos años, la película más que una continuación parece un remake de las dos primeras.

Solo hay que ver los parecidos razonables con las dos primeras:

- Igual llegada de los dos terminators (el bueno cayendo como un sapo y el malo en plan machote)
- Terminator malo igualito que el de Terminator II, excepto por algún detalle y que, por supuesto, Robert Patrick tenía mucha más presencia que este.
- Iguales persecuciones y huidas que en la dos.
- El malo, al igual que la dos, se mimetiza en sus víctimas.

Bien. Pues la película no aporta nada a la saga; al igual que no aportaban nada las tres anteriores, aunque, al menos, entretiene y no es tan ridícula como la anterior entrega que con tanto abuelito por aquí, abuelito por allá, uno no sabía si estaba viendo Heidi o Terminator.

La aparición de Chuache es casi testimonial y lo de Linda Hamilton en plan abuelita guerrera solo sirve para enganchar a los fans de las dos primeras.

Como buena película, acorde a nuestros días, el Terminator Salvador ya no es un hombre, la Sarah Connors de turno ya no es una Virgen María y el letal Terminator de otros tiempos ahora es un vendedor de cortinas.