A partir de la formidable interpretación de Imelda Staunton, Mike Leigh narra con notable pulso y clarividencia narrativa, la historia de Vera Drake, una ejemplar mujer y madre británica que, sin embargo, practicaba, en su afán bondadoso y casi piadoso, abortos caseros sin verlo ella como un crimen o delito sino más bien como una forma de ayudar a esas chicas y mujeres en apuros.
Expositiva y sin ejecutar juicios morales, resulta chocante y muy esclarecedor este caso y el símbolo de Vera Drake como mujer ejemplar y finalmente como condenada por la Justicia: ella lo hace casi como un acto religioso, entendido como ayuda al prójimo, sin ningún interés, de modo puramente bondadoso y nula ganancia dineraria. Vera Drake lleva una vida idílica y modélica, ejemplarmente familiar (es madre, mujer y amiga), pero es llevada a la ruina por terceros y por su propia condición de ser bondadoso, inconsciente, desinteresado. Vera comete delitos así tipificados en la ley y por ello debe cumplir, pero eso se contrapone fastuosamente a viles asesinatos, crueles inmoralidades, enormes fraudes, por ejemplo, pagados con mucho menor castigo. Vera, a pesar de todo, debiera seguir siendo un ejemplo de mujer, pues: ¿peca realmente Vera?; ¿ha cometido realmente algún delito y/o crimen?; ¿no cabe aplicarla atenuantes?; ¿cómo puede quedar más impune la labor de quien la consigue, cobrando, esos trabajos?; otra vez: ¿es justa la Justicia?.
Leigh narra muy bien la historia, presenta muy bien a los personajes y el entorno sociocostumbrista que los envuelve e Imelda Staunton, superlativa, lleva la película a una cota magnífica.