La joven Victoria

La Reina Victoria es una película muy decente, con un gran rigor histórico, y una excelente ambientación y vestuario. La historia engancha desde el primer momento a quienes sienten curiosidad por la vida de los monarcas y por las radiografías sociales de la alta nobleza y realeza en el siglo XIX. También trata muy de cerca el tema de la política, como influye y como los políticos medran en su propio beneficio, todo ambientando una historia de amor de películas clásicas de los años 50-60, al más puro estilo Sissi.

Como decía anteriormente, la ambientación es magnífica, los palacios, vestuario y los personajes totalmente creíbles, nada planos, y cada uno con su propia personalidad.

El reparto es de lujo, no me refiero a los protagonistas que si bien son correctos aun no alcanzan a Bettany, Glover, Strong y al propio Kretschmann.

Lo mejor: la ambientación y la historia en sí.
Lo peor: Emily Blunt, no porque sea una mala actriz (cosa que NO es) sino porque es demasiado guapa para encarnar a la reina Victoria, que no era tan atractiva, aunque todo sea porque la película se haga más amena.
Veredicto: 7, notable, una buena película de pasión entre Alberto y Victoria aderezada con la sociedad de la época de 1840. Una buena opción para toda la familia.

Si hubo una vez una mujer enamorada esa fue la reina Victoria. Esta película es sencillamente divina, toda la sobriedad y el excelente reparto la elevan a las alturas. Si hubo en el cine una Victoria es Emily Blunt, me ha encantado el matiz tan moderno y tan clásico a la vez. Rupert Friend encarna a su adorado príncipe Alberto. Paul Bettany aparece y la malograda Richardson en uno de sus mejores trabajos.
Con unos diálogos extraordinarios, una banda sonora de las que hacen época y un gran vestuario y colorín esta película engrosa el género dramático histórico como nunca.

Los británicos , o más específicamente los ingleses, son un pueblo admirable por diversos motivos, aunque también llegan a ser un poquito cargantes en su uso y abuso de su historia, su pompa y circunstancia, su pasado imperial y su gloria. Lejos de ser una nación acomplejada como la nuestra o fatalista como la italiana, jamás han renunciado ni renuncian a la exaltación de los hechos y acontecimientos que ocurrieron hace mucho. Tampoco les importa ocultar o tergiversar las cosas cuando no les vienen bien dadas, pero ese es otro asunto.

También son maestros en un determinado cine histórico, caracterizado por el rigor, a veces extremo, el buen gusto y la elegancia, si bien con cierta sobredosis de la referida pompa y circunstancia, y la tendencia a edulcorar las principales figuras a tratar. Desde luego, "La reina Victoria" es un buen ejemplo.

Centrada en Victoria de Kent (1819-1901) y en los últimos meses antes de asumir el trono y en los inmediatos años posteriores a ser coronada, la película es un deleite visual, por su vestuario (premiado con el Oscar) y ambientación, que te sumerge totalmente en esa Inglaterra y esa Europa de los años 30 del siglo XIX, atrasada e industrial, autoritaria y revolucionaria, y que aún tenía muy cercanas las Guerras Napoleónicas y el Congreso de Viena. En la película se ve muy bien el juego de alianzas entre las casas nobiliarias del continente y en su reparto de tronos e influencias, así como el importante papel de los ministros y los militares.

Todo cuenta con la ayuda del estupendo guión de Julian Fellowes (muy alejado de las modernidades y paralelismos actuales de las últimas películas históricas de Ridley Scott, por ejemplo) y desde luego de su compensado reparto. Encabezado por la guapísima (desde luego más hermosa que la Victoria real) y solvente Emily Blunt, cuenta con Rupert Friend como el príncipe Alberto (1819-1861), Jim Broadbent como el rey Guillermo IV (1765-1837), Paul Bettany como el vizconde Melbourne (1779-1848), o Mark Strong como sir John Conroy (1786-1854), entre otros. Todos actúan con el flematismo y la intensidad típica de estas producciones inglesas.

En fin, un largometraje más que correcto, si uno asume que los ingleses no van a dejar mal a su amada monarquía ni a renegar de su historia (algo loable, por otra parte), y que constituye una buena lección de historia acerca del comienzo de una de mis épocas predilectas: la era victoriana. Únicamente cabría achacarle que se centre en demasía en el romance de los protagonistas y pase muy por alto ciertos acontecimientos y personalidades tratadas de refilón.

Me gustó bastante la película. Al comienzo, la encontré un poco aburrida. Muchas películas empiezan así para ponerse más interesantes en el medio y final del metraje. En general, debo decir que está muy bien hecha.
Lo mejor de la película, como muchos seguro ya han mencionado, es la ambientación de la época. La imagen de la película está cargada de elegantes vestuarios que realzan el lujo de la monarquía inglesa; al igual que la vajilla, muebles, carrocería y por supuesto los lugares que son unos de los tantos atractivos de Europa. Gran mérito tiene la diseñadora de vestuario. El Oscar que se le otorgó creo que fue muy justo.
La actuación de Emily Blunt es otro aspecto que destaca en el film. Gracias a este trabajo la película gana intensidad y dramatismo.
Esta película me hace recordar a unas críticas negativas que se le hicieron a "The blind side" y "Memorias de una geisha". Estas decían por la primera que estaba llena de sensiblería y por la segunda que era sosa. La explicación que dice que estas opiniones son incorrectas esta en el estilo que cada película tiene. Todos los cineastas que trabajan en la elaboración de una película usan su creatividad para embellecer la película pero respetando el estilo que se le da. No pueden ir en contra del estilo. Estas dos películas tienen bastante fuerza y un trabajo artístico elaborado. El estilo que se escogió para filmar estas historias no es un punto débil. Lo importante es el trabajo artístico que hay detrás de cada escena. "La reina Victoria" puede parecer un poco light pero no por eso deja de ser una buena película. La explicación es la misma de las otras películas mencionadas.

El film se puede dividir en dos partes bien diferenciadas. En la primera sitúa a la joven princesa (interpretada por Emily Blunt), candidata a suceder a su tío Guillermo IV, pero prácticamente sometida a su madre y sobretodo al amante de ésta, Sir John Conroy (Mark Strong), con descaradas aspiraciones a controlar el trono de Inglaterra. En el fondo, durante esta primera mitad, asistimos a toda una serie de conspiraciones palaciegas que giran en torno a una joven de apariencia frágil. La segunda mitad del film, abandona prácticamente el anterior ambiente conspiratorio y se va centrando cada vez más un terreno mucho más complaciente, mucho más típico de un film de corte melodramático (con susto incluido) que no el más puramente político sobre el que el director parecia que iba a establecer la trama del film.

Es cierto que en el film se observa un esfuerzo considerable en el apartado técnico, puesta en escena, ambientación y la deliciosa banda sonora (de Ilan Eshkeri). Sin embargo, aunque es la primera parte la más interesante del film, tampoco Vallée profundiza excesivamente en la trama conspiratoria, limitándose a exponer los hechos, sin entrar en ningún tipo de polémicas, buscando esencialmente y tratando de presentar al personaje de la aspirante a reina como la de una joven que deberá luchar contra quienes tratan de aprovecharse de su posición para sacar tajada, y conseguir hacer las cosas a su manera sin ningún tipo de injerencias. Por ello, los personajes masculinos que rodean a la futura reina (interpretados por caras conocidas como Paul Bettany, el citado Mark Strong o Rupert Friend) están cargados de connotaciones negativas en su mayor parte, con la finalidad de resaltar la fuerza que tiene que sacar Victoria para conseguir su propia independencia.

Aquí está el segundo problema del film. Pese a la voluntariosa interpretación de Emily Blunt, y al hecho que todos los elementos del film giran alrededor de ella, ésta no consigue transmitir la fuerza que se le supone al personaje que tiene que interpretar interpreta lo que lastra considerablemente el resultado final.

La juventud de la mayoría de los personajes principales, así como el tema de fondo de un/a joven que lucha por su independencia contra la injusticia (expuesta de forma abstracta y personificada en los personajes masculinos que aparentan más edad), hacen sospechar que Vallée ha buscado de forma bastante descarada captar al público más joven, lo que ha ido en perjuicio de la profundidad del film, y seriedad del mismo, y suavizando todo el contenido general y que ha acabado con la apariencia de un cuento de hadas. Tal vez la historia fuera más o menos como la cuentan en este film, pero la verdad es que el realizador ha conseguido que no nos lo creyéramos.