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Tráiganme la cabeza de Alfredo García

Acción. Aventuras. Thriller. Romance La hija adolescente de un rico hacendado mexicano se ha quedado embarazada. El padre es, al parecer, Alfredo García, un antiguo colaborador y amigo de la familia, por cuya cabeza se ofrece una recompensa de un millón de dólares. (FILMAFFINITY)
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2023
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor siempre es dejar lo mejor para el final, y mejor todavía resulta cuando no se sabía que al final estaría lo mejor.

Entre lo poco que tenía pendiente de Peckinpah se hallaba "Quiero la cabeza de Alfredo García", y ha valido la pena esperar para encontrarme con la que para mí resulta la más extraordinaria y redonda de todas sus películas. Desaforadamente romántica (más que ninguna otra de su autor, esta es una clave esencial en mi sentir, otra la desesperada y trágica soledad existencial de quien pierde lo único que da sentido a su vida), lírica, amarga, melancólica, terrible, poética, de una visceralidad a flor de piel, al tiempo que entretenidísima con su maravillosa y excéntrica historia que te atrapa del primer al último minuto, con una pareja inolvidable de personajes soberbiamente interpretados y una realización cuyo aspecto en muchas ocasiones algo destartalado conjuga muy bien con la tan lograda fisicidad cochambrosa de la ambientación.

Pero si estoy tan entusiasmado es por lo que ahora contaré.

A veces hay directores o películas que a uno no le gustan, o no le gustan demasiado o no le llegan, y no pasa nada, no importa. Pero otras veces sucede que a uno no le gusta o no le acaba de gustar aquello que justamente le gustaría que le gustara mucho. Me sucede con Peckinpah. Por mi filiación hustoniana y mi profunda adscripción por las historias crepusculares de seres desarraigados y desclasados que no encuentran su lugar en el mundo, siempre esperé y deseé que su cine me apasionara, me conmoviera hasta lo más hondo, me atrapara sin remedio. Sin embargo, nunca ocurrió así, o nunca ocurrió en la medida en que esperaba que sucediera.

Tengo bastante identificadas las características de su obra que dificultan una más íntima conexión emocional con ella, pero no es la intención de estas líneas abundar en ello. Basta con apuntar que tiene que ver con una caracterización de roles de género asociada a una mentalidad hoy arcaica y ajena a mi sensibilidad, que redunda en una frecuente misoginia, al tiempo que, bebiendo de la tradición de los relatos de camaradería de los llamados directores “duros” de Hollywood (los Hawks, Walsh, Ford…), presenta unos arquetipos de masculinidad algo trasnochada al estar regida por una exaltación más bien primaria de los ceremoniales de virilidad (dicho de otra manera, los personajes no parecen tan interesados en identificarse y validarse a sí mismos y entre ellos en tanto que “personas” o “seres humanos”, como en tanto que “machos”).

Y ello va muy ligado a esa querencia del cineasta por la extrema violencia, en otro aspecto que, esta vez desde el punto de vista estético, no siempre me convence. Creo que hay una cierta contradicción interna, quizás irresoluble, en la voluntad de realismo y veracidad, de querer hacer sentir al espectador el verdadero horror sin cortapisas de la violencia, y al mismo tiempo y a merced de unos determinados recursos estilísticos, procurar que ese mismo espectador sienta fascinación y delectación ante esas imágenes. (*)

El resultado de todo ello es una recepción particular bastante desigual de su cine. Me desagrada mucho, por ejemplo, "Perros de paja", mientras que tampoco logro empatizar con los personajes de "Grupo salvaje", con lo cual su suerte no me emociona. Mi gran preferida suya de hace muchos años -y también entre las favoritas del cine (anti)bélico- ha sido "La cruz de hierro", y me gustan además bastante "Pat Garrett y Billy Niño", "Duelo en la alta sierra", "Convoy" (gran recuerdo de infancia) o "La balada de Cable Hogue".

Pero ninguna de estas es realmente de llevarme a una isla desierta, ninguna es de agujerarme el corazón y las entrañas y formar parte de las elegidas, de las que se convierten en compañeras de vida.

Hasta ahora. Por eso estoy tan contento y esta es la dicha que me place transmitir. Nunca podré ser, a mi pesar, el peckinpahiano que me habría gustado ser. Pero "Quiero la cabeza de Alfredo García" me ha dado y me ha hecho sentir todo aquello que siempre soñé que el cine de Peckinpah me diera y me hiciera sentir.

Y con eso basta.

¡Gracias, Sam!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quim Casals
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24 de noviembre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de que ninguna de las películas de Peckimpah es épica (al estilo del Soldado Ryan o Leone, me refiero), diría que esta se lleva la palma en cuanto a falta de glamour. Todo en ella es sórdido, sensorialmente desagradable y estéticamente deprimente, pero solo un tipo de una genialidad tan grande como el tiito Sam podía sacar petróleo de esta historia de cazarecompensas venidos a menos arrastrando sus penas por un México de pesadilla. Tras un inicio fantástico nos sumergimos en una orgia de personajes miserables que se topan (con desiguales resultados) con otros personajes aún más miserables, tanto material como moralmente, pero esto no quiere decir que no tengan su corazoncito y que Peckimpah nos lo muestre con un desgarro y una veracidad intrínseca que la mayoria de directores solo sueñan. Luego está la usual misantropía (y misoginia), regada con unas dosis bastantes moderadas de violencia al estilo Sammy, con esa moviola que vale por 50.000 planos innecesarios de Tony Scott. En definitiva una imprescindible incursión en los más oscuros rincones del alma humana que jamás lograran cientos de directores con "mejor gusto".
Tio Penthal
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7 de setiembre de 2005
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra historia más ambientada en el mundo de Peckinpah, donde todas las mujeres son unas putas y todos los hombres unos puteros. Sería el mundo real de no ser por la extrema violencia.

Este director sabe como nadie construir personajes ambiguos. Acabo de verla y todavía no sé muy bien por qué Bennie reacciona de esa manera.
Yo creo que todos sus personajes terminan volviéndose algo "locos" de una u otra forma, ya sea por la tensión de una huida, o por una traición especialmente dolorosa, o por lo que sea. El caso es que todo ello unido a su inconfundible estilo hacen que sus historias resulten impredecibles o, como mínimo, entretenidas.

Para los que busquen algo más profundo queda el estudio de la violencia que Peckinpah siempre hace. La violencia como forma de expresar sentimientos (generalmente venganza; en sus películas se han tratado todos los tipos de venganza: por amistad, por amor... ¿realmente hay alguna razón más aparte de estas dos?)
jastarloa
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17 de diciembre de 2008
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta esta película. Me encanta la cara de perdedor del protagonista, me encanta la estética de cantina sucia y polvorienta, me encantan hasta las moscas que revolotean alrededor de la cabeza de Alfredo García. Dicen que es la película más surrealista de Peckinpah. Pues viva el surrealismo. A mí me parece un canto al amor, una crítica a la ambición desmesurada y una magnífica película de acción.
ferperavi
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20 de abril de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se hablaba en los años 70/80 de cine y violencia, el nombre de Sam Peckimpah aparecía casi inmediatamente. Peckimpah fue uno de los primeros en utilizar el ralentí para recrearse en los espectáculos violentos que su cámara filmaba.
Sus films chocaron siempre con la moral conservadora de los norteamericanos, y fruto de ello son las mutilaciones que sufrieron algunos films y las dificultades para sacar adelante algunos proyectos.
Este film, rodado con escasos medios y alejado de Hollywood es una buena muestra de ello. El argumento es simple y directo como le gustaba a Peckimaph: La hija de un rico hacendado mexicano queda embarazada de un pelagatos llamado Alfredo Garcia. Su ofendido padre, llamado "El Jefe", ofrece un millón de dólares a quien le entregue la cabeza del que ha macillado el honor de su hija. En estas entra en escena Bennie (Warren Oates) al que le ofrecen 10.000 dólares por localizar al tipo. Sin embargo, al saber que Alfredo Garcia ha fallecido en un accidente de coche, pensará que es mejor cobrar un millón que no diez mil. Pero todo se acaba torciendo.
A partir de aquí, lo que viene es violencia "in crescendo" que culmina con un apoteósico final. Ambientada en el México fronterizo, el film tiene el aspecto (e incluso el tema) de un western, de hecho, Bennie recorre en coche los polvorientos caminos que podrían haber recorrido a caballo otros personajes típicos del universo de Peckimpah. De aspecto tan árido y hosco como los caminos que recorre su personaje principal, Peckimpah no rueda un film de violencia gratuita, sino que le inyecta un peculiar lirismo. Bennie ya no lucha por conseguir ta suculenta recompensa, sino que responde a la violencia recibida en sus propias carnes (y sentimientos).
Peckimpah concentra en Bennie su visión más pesimista, más negra y al mismo tiempo más nihilista de la vida. Un film muy negro, amargo, áspero y duro, pero tremendamente interesante.
manulynk
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