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Somos una familia

Drama Después de uno de sus habituales hurtos, Osamu y su hijo encuentran a una niña en la calle, aterida de frío. Al principio, la mujer de Osamu no quiere que se quede con ellos, pero acaba apiadándose de ella. A pesar de sobrevivir con dificultades gracias a pequeños robos, la familia es feliz, hasta que un incidente imprevisto revela un secreto que pone a prueba los lazos que les unen. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
20 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he leído adrede las anteriores críticas para opinar impolutamente.
La película me maravilló de principio a fin. Es una demostración más de que cuando hay una buena historia y un buen guión, lo mejor es dejar que la cámara sea sincera, sencilla, sin grandes alardes, que sirva para contar.
Sobre el fondo. No recuerdo ninguna película en la que se hermanen tan bien esa especie de picaresca (coreana) y una dosis de suave ternura.
Todo envuelto en un realismo que está a punto de convertirse en cinismo.
La familia de abuela, “marido”, “mujer, “hija”, “hijo” y “niñita” es sublime. Y esas comillas son para decir, como en la comedia de Pirandello, “así es, si os parece”.
yoparam
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24 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido breve las dos horas de metraje, cada minuto ha cumplido su función de forma sorprendente y no notas que haya alguna escena sobrante. Desde que conocen a la niña, y el resto de hechos que ocurren después, tienen su valor, están medidos, para que construyas una idea de cómo es esta familia, y luego poco a poco se vaya rompiendo, causándote un poco de dolor con ello, y eso ha sido gracias a que conoces a sus personajes y sus lazos que los unen.
Cuando descubres la verdad no sientes que se haya sacado de la manga porque te ha dejado migas por el camino, pequeñas pistas, con frases o acciones que para el espectador no tenían sentido porque desconocías su pasado, pero ellos sabían a que se estaban refiriendo. Para mí esto ha sido un puntazo, odio cuando hacen un giro que no se lo espera el espectador porque es antinatural a toda la historia, no es coherente. Lo mismo me pasa en el caso contrario, cuando te lo ponen delante de tus narices y hacen la revelación, no sientes nada porque te lo han estado diciendo a gritos. Han logrado que sea la medida justa y para mí tiene mucho mérito.

En conclusión, no te vas a sentir bien cuando acabe la película y te va a dejar insatisfecho. Pero cuando pase unos minutos y puedas reposar esas sensaciones, podrás apreciar esta gran historia y la forma magistral de su representación en pantalla.
VRMASTER
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5 de febrero de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo fuera influyente en el Imperio del Sol, propondría para un ministerio de nueva formación, suponiendo que no exista, al hombre que posiblemente haya investigado más el hábitat convivencial, padres e hijos, de aquel país. País que, aunque parezca increíble, tampoco es tan diferente al nuestro, o a los que se sobrenadan la nata del "capitalismo democrático". Este Departamento de Gobierno se denominaría: De La Familia y Sus Menesteres. Su titular no sería otro que Hirokazu Koreeda, hábil e incombustible indagador de las complejas relaciones consanguíneas y sus múltiples derivadas. Su maestría académica está más que contrastada: Nadie sabe, Still Walking, Kiseki, De tal padre tal hijo, Nuestra hermana pequeña, Después de la tormenta...; y sus conclusiones, casi científicas, conducen a un modelo que nada tiene que ver con el convencional ni tampoco con el ordenamiento contemporáneo, que sigue estando basado jurídicamente en algo tan arcaico como los derechos de sangre.

Koreeda sienta cátedra en esta preciosa disertación sobre los lazos afectivos. "Un asunto de familia" ("Ladrones de tiendas" para los angloparlantes) es, en el fondo, una elegante denuncia contra un sistema que basa todos sus esfuerzos en la cuadratura macroeconómica y olvida que el objetivo primigenio de los seres inteligentes debería ser la búsqueda de la felicidad. Sentirse bien tiene mucho que ver con las decisiones libres, y el corsé del vínculo parental constriñe el vuelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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25 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si digo que Koreeda es uno de los mayores cineastas de la actualidad, creo no estar haciendo ninguna afirmación original ni disparatada. A través de una serie de filmes maravillosos se ha posicionado en la escena cinematográfica mundial como alguien que tiene mucho para decir y una sensibilidad y talento extraordinarios para hacerlo. Somos una familia (o "Un asunto de familia" en la popular red de internet) vuelve a comprobar el sitial de este destacadísimo director. Koreeda, que ideó y redactó el guión y filmó y editó la pelicula, nos presenta una familia pobre y marginal en el Japón actual, compuesta por una pareja, una abuela, una joven adolescente y un niño que aún no ha entrado en la pubertad. Viven en una casucha atestada de trastos viejos y además del ingreso de la pensión de la anciana y trabajos de baja calidad, recurrirán a pequeños hurtos en supermercados para proveerse de elementos de limpieza y alimentación. El film comienza con el encuentro de una niñita de 5 años maltratada y abandonada que esta familia acogerá en su seno para brindarle aquello que desesperadamente necesita: contención y afecto. Durante dos horas maravillosas de cine superior con actuaciones deslumbrantes por su naturalidad y sensibilidad, Koreeda nos llevará a vivir las alegrías, pesares, desventuras, problemas y fracasos de esta familia. En ese camino iremos poco a poco descubriendo que las cosas no son lo que parecen, que en una sociedad marcada por lo que está bien y lo que está mal hay muchos caminos sinuosos que se sitúan al margen o en contradicción y que pueden ser mejores para proveer amor y esa palabra cada vez más ausente en nuestra sociedad: bondad. Con muchas escenas de una rara y sensible poesía acentuada por una calidad cinematográfica encomiable (los chicos corriendo bajo la lluvia, el niño y el padre jugando en una playa de estacionamiento vacía, la salida paulatina de los miembros de la familia para ver fuegos artificiales, etc), el film no se quedará en lo anecdótico y nos hará plantearnos serias preguntas sobre las relaciones humanas y la sociedad actual donde lo que supuestamente es correcto y lo que no parecería tan sencillo de discriminar y definitivamente no lo es. Un film extraordinario
augrap
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8 de febrero de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Innegablemente, los niños son considerados un grupo especial. Vulnerable a maltrato, violencia y abuso que, incluso, puede discurrir normal para ellos como parte del trato familiar del día a día y traer consigo consecuencias a corto y largo plazo en su desarrollo. Los castigos corporales siguen siendo una realidad que, afortunadamente, cada vez más se integra una visión punitiva al mismo, sin embargo, el umbral sigue siendo turbio. El daño emocional puede llegar a ser más impactante que incluso la aparición de un gran hematoma o la consolidación de una fractura (Kliegman, 2016). Los médicos deben ser perspicaces en esta búsqueda de signos que no concuerden con el estado del paciente, que hasta podría ser parte de un síndrome de Munchausen por poder. Es el caso de Yuri, una pequeña niña que es recogida por una singular familia en Manbiki Kazoku.

En Tokio, Osamu es el patriarca de una familia en situación de extrema pobreza que tiene que hacer pequeños trabajos y robar para subsistir, junto a Nobuyo (esposa y empleada en una lavanderìa), Aki (una adolescente que trabaja de manera exótica), Shota (su joven aprendiz) y la anciana Hatsue (quien recibe cierta pensión para el sustento del hogar). Alrededor del hurto y el robo se crea un lazo de humildad y fraternidad que comparten con la recién llegada Yuri, víctima de violencia familiar y, aún así, buscada por sus padres y la policía local.

Con gran maestría, Hirokazu Kore-eda logra reflejar la armonía familiar de una manera tan sublime en la primera mitad del largometraje para después convertir el resto de la película en un intenso drama que cuestiona lo artificial y lo natural de las relaciones familiares (no dejen de ver el penetrante interrogatorio contra Nobuyo (Sakura Ando con un excelso discurso en un encuadre casi bergmaniano). Sobra mencionar la integridad de cada personaje que no permite dejar caer en la condescendencia a pesar de la situación, como Aki (magnìfica Mayu Matsuoka) en aquellas escenas que buscan reconfortar tras sus movimientos corporales. Que más les puedo decir si le valió la Palma de Oro (después de esa impactante escena final abierta, no habría cabida para alguna otra declaración ni eminencia).
The Wild Side
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