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Beasts of No Nation

Drama. Bélico En plena guerra civil de un país africano, el pequeño Agu (Abraham Attah), separado de su madre, pierde al resto de si familia y se convierte en un niño soldado, manipulado por un temible señor de la guerra, el Comandante (Idris Elba), que le enseñará a matar y le instruirá en los caminos de la guerra. (FILMAFFINITY)
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2015
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia cruel que narra la vida de Agu (Abraham Attah), un joven que es reclutado por un ejército revolucionario tras ver cómo unas tropas matan a toda su familia. Localizada en un punto indeterminado de África, la cinta no pretende contarnos una historia en un lugar y un tiempo concretos, sino un drama que se repite en múltiples lugares del planeta todos los días.

La muerte, el desarraigo familiar y la búsqueda de venganza pensando que así se conseguirá la paz con uno mismo y con el resto, son el motor que guía esta sublime cinta, que se sumerge en las profundidades del alma humana, atemperándose con grandes dosis de amistad en medio de la tragedia.

Como en tantas historias de iniciación, siempre hay un maestro. Este papel le corresponde a Idris Elba, un comandante que ha reclutado a una serie de soldados inexpertos, a quienes entrena y prepara para la batalla. Poco a poco se hace con un ejército regular que actúa en intervenciones controladas por un mando superior de orden político. Este será el punto clave en el cual deriva la película hacia el melodramático final, cuando chocan las visiones militar y la política de una misma guerra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hantoker
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20 de marzo de 2018
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Me decidí a ver esta película por la alta puntuación que tiene en FA, porque trabaja en ella uno de mis actores favoritos, Idris Elba (eterno Stringer Bell) y por su director. A priori, con esta suma de elementos el resultado debería ser sobresaliente, pero se queda en un 6.
La película es larga, la sobran perfectamente 30 minutos de metraje. Comienza bien ambientándonos en una zona Africana en conflicto, pero no se molesta en contarnos el año, ni la zona geográfica exacta.
La historia continúa con altibajos provocados por una más que correcta dirección y una excelente fotografía, pero un guion pobre y con personajes sin carisma.
Mención especial al guion de la voz en off, el cual ni se molestaron en trabajar. Sin duda de las peores cosas de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
sorrentino
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5 de julio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un mortífero y letal retrato de la guerra encaminado a reflejar la muerte y el daño que produce matar cuando la vida no es más que apretar el gatillo o blandir el acero para perforar la carne del enemigo. Una visión recalcitrante de un conflicto bélico en un país africano que siembra el terreno que pisa, de sangre, de horror, y de destrucción. Catalogarla de película a Beasts of No Nation es violentar la conciencia para desentenderse de la ira destructiva que asola al mundo haciendo parecer lo lejano un fruto de imaginación. Al recuerdo me viene a la mente “Apocalypse Now”, tras ella “La chaqueta metálica”, luego “Platoon” y ahora “Beasts of No Nation” donde de desteta al hombre sin esperar a convertirlo un día en una máquina de matar. Estos cuatro relatos son demoledores destructores de vida que a su vez actúan siendo duros alegatos destripadores en favor de paz.

Lo que se cuenta en pantalla es el fin de la vida de un chiquillo para convertirlo, sin cambiar su edad, en un niño soldado. Alistarlo, engañarlo, convencerlo, matarlo y hacerlo renacer, fusilarlo a la muerte para hacerlo inmune, armarlo de odio y de venganza para rearmarlo luego con armas de fuego, y por último, dotarlo del poder de sembrar la muerte, con la mano, al empuñar un acero bien afilado. Lo que no se cuenta es la concienciación al inicio de la vida de un niño para familiarizarse con la tradición familiar de ser digno portador de un arma mortal. Seducir, engatusar, fascinar, responsabilizar al menor del peligro al daño propio para armarlo con el poder de salvaguardar la vida, descerrajando de un único disparo certero la muerte en el de enfrente.

Violencia desnuda, putrefacción de la carne, aniquilación de la vida, de eso trata esa historia, cuyo protagonista es un niño soldado de nombre Agu que cae en manos de un comandante que arenga a su milicia para insuflar en sus fieles el convencimiento del deber, el deber de cumplir la orden, la orden de matar, porque la muerte es el salvoconducto obligado para permanecer con vida. La motivación de la tropa en el ejército es esencial, los valores por los cuales se lucha son vitales, al igual que lo es la necesidad de matar bajo la justificación, con una mínima diferencia, al adulto se le convence para luchar y al niño se le engaña para matar. Muerte es la oratoria de este comandante, un señor de la guerra, en cuyo discurso no tiene cabida a la interpretación. El pequeño niño soldado sufre de este modo la amputación de su prematuro raciocinio.

De obligada visualización para forjar un criterio en favor de la humanización de ser vivo.
Siempreasimetrico
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21 de octubre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película más honesta que se ha hecho sobre la tragedia de los niños soldados de África, la única que conozco (que no sea un documental o un docudrama) donde esos desventurados son los protagonistas en primera persona y no sólo attrezzo de películas o series de acción en la que terminan siendo rescatados por los verdaderos protagonistas y luego reprogramados y reintegrados como personas normales en la sociedad. “Beast of no Nation” está protagonizada por uno de esos niños soldados y abarca su reclutamiento forzoso, el asesinato de sus familiares su escaso entrenamiento militar (las lecciones justas para acuchillar civiles) y su lavado de cerebro para borrar cualquier vínculo con su pasado y alejar de él cualquier pensamiento ajeno a matar y morir por su líder.

En paralelo, “Beasts of no nation” nos deja asistir al contexto de muerte y violencia por el que discurren las guerras tribales en África en la figura de uno de estos líderes, un señor de la guerra interpretado por Idris Elba, que se muestra a lo largo de la película en toda su grandeza de guerrero sangriento y en toda su miseria de líder caído. Tan interesante como la vida militar del muchacho es la habitual transformación de estos charlatanes con galones y rangos que ellos mismos se han concedido, que pasa de ser un luchador idealista - que pelea por una causa en la que cree - a un simple saqueador egoísta - cuando el tiempo y las vicisitudes hacen que marea cambie de sentido - y, de ahí, a pelear por su vida cuando otros charlatanes con galones advenedizos quieren su puesto.

Con medios bastante decentes, la película ofrece un retrato dramático y bien escenificado de la miseria que subyace en esos países donde, aún así, encuentran la manera y las ganas de seguir matándose unos a otros sin importarle a los mandamases que en realidad todos pierdan y terminen siendo un poco más pobres. Como es normal siendo una película pensada para una plataforma como Netflix, “Beasts of no nation” omite acertadamente detalles explícitamente macabros o desagradables, dejando una narración ágil, interesante, intensa y con un punto de vista no trabajado previamente que termina enganchando. Quizá sea más interesante por su lado divulgativo que por el artístico, pero es una película que cuenta cosas y las cuenta bien. Y da un barniz de cultura general.
OsitoF
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17 de octubre de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil describir la variedad de sensaciones que uno obtiene al finalizar el visionado de este filme. Las muestras de inhumanidad, barbarie y falta de esperanza son captadas a la perfección por una cámara que parece hasta sufrir ella misma de lo que está grabando.

Cary Fukunaga ha demostrado tener un talento fuera de lo común, un aire fresco a una industria siempre ávida de nuevas formas de hacer arte. Su fotografía, el uso de los planos y su introspección en los personajes se acerca a niveles de obra maestra. Lo demostró con creces en True Detective y ahora lo ha sabido llevar más allá en una película sobre un tema controvertido y ,sobre todo, muy duro de visualizar.

Desde nuestro sillón comprobamos como la vida es tan distinta a sólo unos miles de kilómetros de distancia. De cómo la sinrazón de unos pocos, modifican el destino de personas buenas, valientes, héroes de verdad. La angustia que siente Agu, el protagonista, ante estos trágicos sucesos, es traspasada al espectador cuando el pobre joven se encuentra perdido en esa selva. El director capta de forma magnífica la desesperación y por otro lado, el instinto de supervivencia, no sólo literal, si no emocional. De como el ser humano necesita seguir pese haber sufrido lo dolorosamente inconcebible.

Ese es sólo un ejemplo de cambios drásticos en la vida de nuestro joven protagonista que se darán a lo largo de la película. Es esa visión desde dentro la que hace a esta película especial. La que nos da duros golpes al sentir desde una perspectiva más cercana el sufrimiento que el protagonista y alguno de sus entrañables compañeros de viaje como el inolvidable 'Strika'. Como si nos estuviese pasando a nosotros mismos y ese viaje hacia el abismo nos arrastrase con ellos. De como la patología de ese mismo Strika, que se ha quedado sin habla, cobra todo el sentido al sufrir en sus carnes el atropello a su vida. Pero que a pesar de todo, aún mantiene la ternura necesaria para consolar a su compañero tras todas las atrocidades y durísimos momentos.

Podría dar muchos más ejemplos de escenas magistrales a lo largo de la película pero no se trata de citar puntuales momentos. Es todo un conjunto, una atmósfera aterradora que por desgracia no es tan ficción como debería ser. Esperemos que esta pequeña pieza sirva también para que la gente tome más conciencia de las pesadillas cometidas en lo que fue la cuna de la humanidad y que los gobiernos de occidente dediquen más presupuesto a ayudar y aliviar tanta desgracia.

En definitiva, estamos ante una de las mejores películas del año. Un golpe en la mesa de un director que empieza a consolidarse como uno de los mejores talentos de esta era, con méritos propios. También, destacar las actuaciones. Increíble puesta en escena del debutante Abraham Attah, muy creíble en su papel, y por supuesto un gran actor como Idris Elba que no deja de dejarnos actuaciones sobresalientes. Y por último, una muestra de producir cine diferente, con un formato más absequible que puede convertirse en tendencia en los tiempos que vienen. Una buena noticia para todos, ya que pienso que tanto este formato como el tradicional son compatibles.
Nesinho
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