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Dodes 'Ka-Den (Dodeskaden)

Drama Primer film en color de Kurosawa. Retrato de un grupo de vecinos de los barrios bajos de Tokio, que usan la imaginación para enfrentarse al desolador panorama de miseria y alcoholismo en el que viven. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
26 de diciembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kurosawa, que llevaba ya una lista impresionante de películas imprescindibles, cansó al lado más oscuro de la crítica porque los tuvo bien puestos e hizo críticas sociales fulminantes como en Los canallas duermen en paz. Se erigió en un director que luchaba por hacer su cine con libertad artística total y eso le costó que tuviese que crear junto a otros directores una productora independiente, cuyo primer y último film fue Dodeskaden porque fue tal el batacazo en taquilla que dicha productora se arruinó. Este hecho, que evidenciaba la falta de financiación para su cine lanzó al Maestro al abismo, entrando en una profunda depresión que le llevaría al intento de suicidio. Él no entendía porque no gustaba su cine, sintiéndose inútil. A pesar de todo, en contraste de lo que sucedió en su país, Dodeskaden fue nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Como vimos en su anterior film, Barbarroja, dicho sea de paso, su mejor obra, de nuevo el Maestro nos deleita con una historia dividida en las múltiples vivencias de unos personajes que coexisten en un mismo lugar. Dodeskaden nos traslada a un barrio del extrarradio en Japón donde sus vecinos conviven entre escombros y basura y en la más absoluta pobreza, cada uno con sus peculiaridades y problemas. En este primer film a color de Kurosawa, el Maestro se mueve entre el Impresionismo y lo impresionante. Todo el film parece una obra del mismísimo Van Gogh, al que tanto admiraba, distinguiendo cada elemento con el color adecuado o poniendo unos fondos de pintura de vez en cuando que dan a la película un aire entre irreal y onírico, mezclando así las situaciones reales en una paleta de infinito talento.

Película de puro y libre arte con la esencia de Kurosawa, en la que trata problemas muy complejos de una manera maravillosa, siendo un placer para todos los sentido. Grande Maestro.

Aquí destriparé a los personajes del film junto con sus problemas. Si no viste Dodeskaden, tal vez no deberías de leer esta parte.

-EL LOCO DEL TRANVÍA Y SU MADRE. Con ellos se inicia el film, en una casa donde una madre recita sutras budistas. Al lado su hijo, parece imitarla y consolarla por estar triste. Momentos más tarde, conocemos la causa, cuando el hijo se viste de conductor de tranvía y recoge sus bártulos imaginarios para subirse a su tranvía imaginario en busca de pasajeros imaginarios. Kurosawa trata la enfermedad mental y la carga que esto supone para una madre soltera, que siempre sufrirá por su hijo, más aún sabiendo que cuando ella falte él no podrá enfrentarse solo al mundo. A menudo, los niños insultan al este muchacho y pintan la fachada se su casa con dibujos e improperios a su persona, pero este chico, ajeno a la realidad de lo "normal", es el más feliz del barrio.

-EL HOMBRE HUMILDE. Este curioso personaje es el más tranquilo de todos. Un ladrón entra a su casa por la noche y le da dinero, diciéndole que la próxima vez entre por la puerta. Un borracho enloquecido está dando mandobles al aire y este hombre se acerca tranquilamente a decirle algo, dejando avergonzado al borracho, que opta por marcharse a la cama. Incluso cuando un hombre está en su casa pidiéndole ayuda para suicidarse porque perdió a su familia en la guerra y todos sus bienes, le da una lección sublime cuando muy apenado le confiesa que sólo es feliz cuando en sueños se reúne con su familia. "Esta felicidad es parte de tu vida. Ellos estarán vivos mientras tú estés vivo. Sin embargo si tú te matas, los matarás a ellos al hacerlo". Acto seguido, el hombre decide seguir viviendo. Pero cuando analiza al engreído padre vagabundo del niño, no es capaz de tener malas palabras para él. Posteriormente le ayuda a enterrar a su hijo. 
Su bondad parece infinita, pero tiene el defecto de no querer ver la dolorosa realidad que le rodea, algo que deja patente Kurosawa por ejemplo, cuando la policía entra con el ladrón que confesó su crimen.

-PADRE E HIJO INDIGENTES. Ambos personajes viven dentro de un coche abandonado. Para el niño, su padre siempre tiene la razón o al menos siempre se la da por no discutir, algo que hace sentir a su padre inteligente. Un buen día, el padre le dice a su hijo que tienen que pensar en el futuro, sus hijos y nietos, y deciden empezar a imaginar como será su casa del futuro. Todo esto sucede entre las idas y venidas de su hijo, que siempre va a los restaurantes a pedir las sobras del día. Uno de esos días, su padre decide no hervir el pescado, pensando que está en escabeche por su sabor, pero está realmente en mal estado, enfermando a los dos con continuas diarreas y fiebre. Entre la enfermedad y los sueños de su futuro y maravilloso hogar discurre su historia hasta la muerte del pequeño. Kurosawa dota estas escenas de un verde "muerte", tratando con delicadeza un tema tan común como es la ausencia de actos a la hora de realizar nuestros sueños, pues este padre nunca mueve un dedo para cambiar su realidad.

-LA PAREJA DE BORRACHOS Y SUS MUJERES. Son dos amigos que llegan ebrios día tras día a sus respectivos hogares después del trabajo, donde les esperan hartas sus respectivas mujeres. Un día, intercambian las parejas sin mediar palabra, siguiendo su vida como hasta el momento. Esto es un soplo de aire fresco para la vida de los cuatro. Pero igual que un día cambiaron las parejas, otro día vuelven a la normalidad con sus parejas oficiales. Kurosawa los define bien y curiosamente por sus colores. Con estas dos parejas, trata la sociedad del momento, en la que el marido trabajaba para llevar el pan a casa, mientras que las mujeres se encargaban del hogar, contrastando el machismo con la libertad sexual. “Los hombres estamos todo el día trabajando fuera y estaría bien que nuestras mujeres fuesen amables cuando volviésemos cansados de trabajar”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jab
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7 de marzo de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kurosawa dice adiós a su fiel acompañante, el blanco y negro... Ese blanco y negro responsable de algunos de los mejores momentos de la historia del cine. Desde los primeros planos, vemos el efecto "niño con zapatos nuevos", porque al bueno de Akira solo le falta sacar a los payasos de micolor o poner a la mujer de pedro jota de diseñadora de vestuario. Quiero empezar por ahí, por lo negativo, y quitármelo de encima rápido. Veamos: abuso del color, ciertos excesos en algunos personajes y, como en toda película coral, irregularidades entre las diferentes historias.

Y ahora vamos a dar cuenta de lo que importa, y es que creo que Kurosawa en esta película ha dejado partes absolutamente magistrales. Todo lo relacionado con el padre e hijo vagabundos, sin ir más lejos y aunque muchos lo tacharán de empapa-pañuelos, me parece digno del mejor Kurosawa. Y esas bonitas secuencias con los decorados pintados o la escena de la mujer del moribundo con el árbol, todo muy lírico pero sin llegar a empalagar, al contrario. Todos estos pequeños detalles, sólo a la altura de un grande, justifican el visionado de Dodes 'Ka-Den.

Kurosawa siempre tuvo un ojo en Norteamérica, trayéndose de allí un buen número de recursos cinematográficos para dar forma a su visión particular de Japón. Ahora estamos comenzando los 70, ya no se fija tanto en John Ford y si en ese "nuevo cine americano", con carga social, narración menos convencional, etc. Y pese a esa irregularidad en ciertos momentos, creo que lo bueno supera con creces a lo menos bueno y hace de ésta una película muy especial, que hará las delicias de cualquier "kurosawista" que se precie.
Tago Mago
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13 de julio de 2007
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro retazo, esta vez a pleno color, de los bajos fondos nipones por parte de Kurosawa, en donde el alcoholismo, la soledad, la crispación y sobre todo la extrema pobreza confluyen en un pequeño barrio que el genial director nos presenta a modo de historias cruzadas, dotando con ello al espectador con el difícil don de dirimir cual de ellos lleva una existencia más dura.
o0_oscar_0o
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13 de abril de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es extraño que Kurosawa cosechase un gran fracaso comercial en su país con esta cinta, su primera película en color, en mi opinión excesivamente premiosa, pues a nadie le gusta mostrar la cara más sucia y menos amable de nuestros mismos. Rockuchan, conocido por todos sus vecinos como “el loco del tranvía”, es un joven disminuido psíquico cuyo delirio consiste en creerse conductor de un vehículo ferroviario de línea urbana. Durante la ruta de su imaginaria jornada laboral, el muchacho realiza ocho viajes a lo largo de los cuales recorre los suburbios de Tokio, la gran capital de Japón. Todo un insospechado universo de personajes marginados, chabolas, miserias y promiscuidad aflora de un modo sorprendente como la cara oculta de la urbe súper tecnificada.

“Dodes´ka-den” cuyo título – que tiene un sentido onomatopéyico – hace referencia al ruido que producen las ruedas del tren al circular sobro los raíles. Pese al tono onírico que sugiere el tratamiento pictórico del color y de la imagen que Kurosawa desarrolla en el film, el simple hecho de poner en imágenes una parte de la trastienda que toda gran urbe genera supuso un rechazo frontal del film por los japoneses cuyo orgullo se sintió ofendido al mostrar la otra cara del desarrollo económico y social. Retomando el plano meramente artístico, resulta curiosa la mezcla de realismo y surrealismo que impregna la película y que guarda similitudes con el cine de Fellini, en la que se integran elementos cómicos y trágicos, reales e irreales, sublimes y chabacanos.

Es también una reflexión sobre la pobreza y la esperanza situada a medio camino entre una película social y un cuento de hadas, situada en un barrio marginal con fachadas pintadas de bellos colores que poseen una belleza singular. Los ojos de Kurosawa siempre han estado impresionados por la realidad que veía delante y no es de extrañar que el cineasta intentara expresar con el medio que mejor dominaba, la imagen cinematográfica, el estremecimiento que la misma producía en su interior. El film supone una nueva etapa en su cine, marca un hito en la utilización del color y su textura, la maestría con que manejaba la paleta de colores, no resulta extraño que le llamasen el pintor del celuloide.
Antonio Morales
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18 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad es la interpretación que hace nuestro cerebro de las sensaciones que recibe. Y, en ocasiones, parece que nuestra mente intenta crear una realidad alejada de lo que llamamos real, como medio terapeútico, es decir, de defensa ante lo que nos parece monótono, aburrido, penoso o triste. En otras ocasiones, sufre trastornos inducidos por traumáticas experiencias, generando no ya una realidad propia, sino una conducta obsesiva que no podemos impedir en algunos casos y que no queremos parar en otros. Y, por supuesto, luego hay mentes que simplemente son diferentes y que actúan conforme a unos cánones que parecen estar dentro de su código genético, lo que habitualmente entendemos como retrasados mentales, locos, trastornados, etcétera, figura que encarna el entrañable "Loco del tranvía" en esta película.

De esto trata esta comedia dramática de Akira Kurosawa. En un pequeño barrio marginal de Tokyo, monta una historia con una serie de personajes que parecen sacados de un tratado de psiquiatría, originales, tan cómicos como dramáticos, pero tan bien diseñados, que llegan a asustar, por el hecho de representar nuestros espejos cotidianos.

Sólo los valientes se atreven a hablar de estos temas, y tengamos en cuenta lo difícil de mostrarlo en el Japón de los 70. Akira Kurosawa lo muestra, nos hace reir y, sin embargo, cuando acaba el largometraje, el corazón se nos ha quedado helado.
antonio_corleone
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