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La jaula dorada

Comedia Maria y Jose Ribeiro viven desde hace treinta años en una pequeña portería en un buen barrio parisino. Esta pareja de inmigrantes portugueses son queridos en el barrio entero y, cuando surge la posibilidad de volver a Portugal, nadie quiere dejarlos marchar. Pero ¿qué quieren ellos? (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carcajadas esporádicas de sonrisa eterna, bienestar acomodado de posición relajante y atmósfera acogedora, pícaras situaciones de hermosos sentimientos, agradable recorrido y oportuno desenlace para entrañables personajes de visión placentera, un guión inteligente que discurre sin apenas esfuerzo en una jaula de grillos encantadora donde hay cabida para el amor, la familia, la amistad y el trabajo en una combinación dulce, sabrosa y exquisita que se disfruta con gusto y con cero empalago; argumento de bella armonía y excelente fotografía, de clásico estilo hogareño con fugaz toque bohemio, de éxito garantizado y nulo desapego, afinidad que se absorbe con cálida pureza y cierta mirada de antaño que estimula su percepción y anima su fácil y digestivo consumo. Sólo hay que dejarse llevar por su apetecible encanto y su conquistada seducción de tierno querer que se cobija en el corazón cual deseo cumplido de velada de primavera que la sangra altera y el alma emociona, diversas y calmadas sensaciones de colorido tenue y asimilación perfecta con una calurosa bienvenida, un reposado estar y una grata despedida; inolvidable reunión de amigos con el maravilloso don de la alegría, la serena tranquilidad de la confianza y la profunda respiración del trabajo bien hecho, apaciguado suspiro de alivio ante el inesperado encuentro de diversión plena y gran sabiduría oculta, un adorable andar que relaja, ameniza e invita a bailar, a pasarlo bien y disfrutar de la fiesta. Ruben Alves ofrece un trabajo cautivador de elementos comunes nada novedosos que conforman una tertulia amena de sabroso recuerdo, bella sintonia y suave mezcolanza de un tipo de cine que alegra y complace por su conocido arbitraje y el agradable gusto dejado, recordatorio de una felicidad sencilla y apuesta, elegante y atractiva que dentro de su mínima exigencia y ausente complejidad guarda pequeños tesoros de inspiración divina y masaje relajante. Acoge con irresistibles ganas ese mas-de-lo-mismo muchas-veces-visto y aprecia la delicia de conocer el terreno y disfrutar de las vistas sin complejo, ligereza que se expresa con arte subliminal y sentida devoción inmediata.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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18 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta película francesa sobre emigrantes portugueses.
Simpática e inofensiva, tanto como el ligero aburrimiento que he sufrido al contemplarla. Generalmente cuando me aburro con una película también me irrito, y ésta es de las que no producen el efecto secundario.
Algunos de sus personajes son algo caricaturescos, pero la mayoría son tan corrientes como la realización de esos actos cotidianos. El punto de arranque es atractivo, una herencia que recibe su protagonista de un hermano que se quedó en su tierra e hizo fortuna, pero en el desarrollo no se produce ningún giro significativo que despierte el interés más allá de que se deja ver sin problemas.
Muy correcto Joaquim de Almeida, que parece que ha dejado de ser el malvado de muchas producciones americanas para volver a ser un hombre inofensivo de origen portugués.
waldeker
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17 de abril de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una película que prometía mucho al inicio, un buen inicio. Pero poco a poco esta se va desinflando como un globo, lo que prometía una gran comedía se convierte en un sin fin de situaciones sin gracia. La historia de unos portugueses donde en una herencia le toca una casa y deciden volver a Portugal. A la cual todos los de su alrededor harán lo posible para impedírselo. Bueno visto así no es un mal planteamiento. Pero Alves no deja que los personajes fluyan y eso que al principio parecía que sí. Al final cansa de tanta tontería a pesar de eso le pongo un 6 solo por su brillante inicio.
Orson_Welles
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29 de setiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine hispano retrató la peripecia de la emigración en tono de tragicomedia a través de títulos como Españolas en París o Vente a Alemania Pepe, ambas del año 1971, cuando la única puerta de salida profesional se encontraba en los Pirineos, un acceso que los jóvenes españoles se han visto obligados a reabrir cuatro décadas más tarde. La ilusión de aquellos personajes siempre era la misma: ahorrar suficiente para regresar a esa Arcadia idealizada que representaba el anhelado terruño, como metáfora de un viaje nunca concebido sin billete de vuelta.
El director francés de raíces lusas Ruben Alves propone en La jaula dorada una visión sobre la adaptación de una humilde familia portuguesa a la realidad de una estratificada sociedad parisina, partiendo de la propia peripecia de sus padres, lo que otorga al film una frescura y una inspiración naturales en la definición de situaciones y personajes, tan creíbles como emotivos. Esta comedia llega avalada por el gran éxito de público alcanzado tanto en Francia como en Portugal, donde se convirtió en la película más taquillera de 2013.
Para contar la historia de un albañil y una portera que durante más de treinta años han servido a sus vecinos con total dedicación, el director ha contado con algunos de los actores portugueses más reconocidos; Joaquin de Almeida abandona momentáneamente sus papeles de villano al servicio de ciertas producciones de acción en Hollywood para meterse en la piel de un hombre inspirador de esa bonhomía que solo puede trascender en la gente con alma en cada gesto, en cada mirada. Por su parte, el papel de la madre, supone todo un descubrimiento, y Rita Blanco nos deja conmovidos en cada plano, transmitiendo la fuerza de un sentimiento sin apenas necesidad de palabras. A través de ambos intérpretes los espectadores españoles se sentirán identificados con los personajes, tan cercanos a la idiosincrasia de nuestros vecinos, tan parecidos en tantas cosas, y en otras tan iguales.
La jaula dorada no reniega de los tópicos, y al igual que sucedió en España con Ocho apellidos vascos, en la desmitificación y el reconocimiento de estas señas de identidad nacionales reside parte de su buena conexión con los espectadores. No falta el fado, como esencia del sentimiento, del alma portuguesa; ni el fútbol, al que todo hijo de vecino debe entregar su pasión al nacer; también su plato nacional, el bacalao, da bastante juego en este juego de situaciones. Otro tema tratado con especial sutileza es el de la diferencia de clases sociales, reflejado en cada detalle, en cada ambiente, hay que fijarse en esa obra de arte que reproduce una vértebra gigante en el domicilio de los Caillaux, y que también da su juego cuando hablan de las litografías de Picasso colgadas en la casa-portería de los Ribeiro. No hay nada más (y nada menos): una comedia fresca y divertida, sazonada con todos los ingredientes del cine clásico, incluido algún toque emotivo.
Esta misma semana se ha estrenado en nuestro país una comedia norteamericana titulada No hay dos sin tres, protagonizada por la estrella Cameron Diaz, que seguramente tendrá muchos más espectadores que La jaula dorada. Es lo que tienen las persistentes campañas publicitarias de las producciones procedentes de Hollywood, nos venden su “american way of live” a través de un cine cada vez menos imaginativo y gracioso. Se limitan a fabricar el mismo cóctel con los mismos ingredientes.
Pepe Alfaro
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23 de junio de 2014
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¿Vale todo en la comedia? ¿Es más perdonable el recurso mayoritario al estereotipo en las representaciones etnográficas si este se produce en pos del humor y la carcajada "inocentes"? O, por otro lado, ¿la recurrencia a dichos mecanismos esconde realmente la anestesia con la que nos quieren meter en vena un mensaje que resultaría altamente incómodo expresado en otros términos? Todas estas preguntas afloran, de manera consciente o inconsciente, durante el visionado de esta película, que comienza presentándonos el fenómeno de la inmigración de manera folclórica y pintoresca para luego avanzar hacia un relato más complejo y ambicioso.

La jaula dorada se encuentra alejada en lo nuclear de propuestas sustentadas en la sucesión de clichés costumbristas y diferencias regionales como Bienvenidos al Norte (con su correspondiente réplica italiana, Bienvenidos al Sur) o la reciente Ocho Apellidos Vascos, sendos bombazos de taquilla en sus respectivos países, si bien comparte con aquellas, incluso llevándolo más al extremo, una representación etnográfica cargada de tópicos de todos los tipos y rozando el monolitismo, pero que sirve como cimiento de un mensaje, como hemos dicho, más genuino y reflexivo. Las claves de esta diferenciación, fundamental, se encuentran sobre todo en la plena asunción de la lucha de clases como pilar y factor intrínseco e indisociable a la inmigración, desde el primerísimo plano, y en la introducción, complementaria a lo anterior en todos los aspectos, del factor generacional, a partir del segundo acto.

Un factor generacional que se puede resumir en la clásica pregunta "¿Uno es de dónde nace o de dónde pace?", que se inserta dentro de un debate más complejo sobre el mayor peso de lo genético (las raíces, los orígenes) sobre lo aprendido (las experiencias, especialmente aquellas fuera del caparazón protector de la familia/comunidad). Los derroteros a este respecto parecen claros y evidentes, pese a la patente existencia de factores que podrían inducir al inmovilismo costumbrista como la mencionada y bien presente lucha de clases, contracampo de la inmigración, o la agrupación de las comunidades de expatriados en sus propios guetos culturales, Little Portugal en este caso, lo cual se debe leer inevitablemente como consecuencia de lo anterior aunque no justificar en su totalidad.

Por otra parte, en el verdadero fondo del asunto, semántico y compositivo, en la verdadera última instancia del conflicto principal, yace una fábula que, pese a la naturaleza del relato al que pertenece, esencialmente tiene mucho de universal, por no decir todo. La tan loada y casi siempre admirada amabilidad esconde un doble filo que no se explota siempre lo que se debe, más que nada porque arroja una brutal evidencia sobre lo asquerosa y repulsiva que puede ser la naturaleza humana. Siguiendo con el recurso a refranes y frases hechas, existe un dicho popular que deja bien claro el conflicto subyacente a todo esto: "das la mano y te cogen el brazo". Una realidad tristemente común y ante la que sólo cabe dar un puñetazo en la mesa llegado el momento. Una fábula de base que sólo se hace realmente visible pasado el ecuador del film pero que constituye al fin y al cabo los cimientos sobre los que se edifica todo lo demás.

Esta sutil y progresiva complejidad del guión, a medida que avanza el relato, no quita que el mismo adolezca de facilón y roce lo tramposo en el primer acto, si bien su principal mérito consiste en elaborar en los dos siguientes actos sus virtudes, estructurales en el conjunto del relato, con el mismo material del que están hechos sus defectos. Consigue funcionar bien como comedia en líneas generales pero alcanza de manera notable y hábil sus necesarias inflexiones dramáticas, los auténticos hitos en la consecución del mensaje deseado, que tiene tanto de amor por los orígenes y las raíces como de reconocimiento de las bondades del mestizaje y el enriquecimiento humano de la diáspora.
Skorpio
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