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Teorema zero

Ciencia ficción. Drama Qohen Leth es un excéntrico genio de los ordenadores que vive en un mundo corporativo controlado por una oscura figura llamada "Dirección". Recluido en el interior de una capilla en ruinas, Qohen trabaja en la solución a un extraño teorema, un proyecto que podría descubrir la verdad sobre su alma y el significado de la existencia (o la falta del mismo) de una vez por todas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2017
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginad un mundo donde Jorge Javier Vázquez sale a todas horas en la tele, los ordenadores son cuánticos pero las televisiones son en blanco y negro, hay anuncios que te siguen, la videollamada es algo común pero los teléfonos son de rosca, sólo se puede ver la Sexta y Ferreras da las mismas noticias una y otra vez, la gente vive en palacios que se caen a pedazos y solo existe un ministerio, el de Propaganda, dirigido por Errejón.

Pues, bien, Terry Gilliam ha flipado ese mundo y lo ha plasmado en cinta de cine. Al que le guste lo que hace este hombre, genial, está de enhorabuena y va a disfrutar como un enano con tanto colorín, tanta fantasía onírica y tanta poesía visual. Yo, sinceramente, no entendí una mierda, miraba la tele como las vacas miran pasar los coches por la carretera.

Probablemente estemos ante una crítica social sobre los abusos laborables de los empresarios sobre los proletarios, o del poder oprimiendo a unas masas alienadas por horas y horas de telebasura o una provocación para que nos despertemos y veamos cómo tiramos nuestra vida buscando lo que nos hace felices en lugar de desperdiciarla en trabajos vacíos. O tal vez no sea nada de eso y solo es el resultado del alivio periódico de la mente de Terry GIlliam en forma de rodaje. O a lo mejor es todo lo anterior... Ya digo que ni pajolera idea, ni ganas de malgastar tiempo buscando una explicación.

No le quito mérito a la parte técnica de la película, no es fácil meter tanto color, tanto elemento, tanta frase vacía y que no terminemos de perder el hilo ni dejemos de sentir que, muy en el fondo del subconsciente, cada escena está hilvanada con la anterior. Pero si Gilliam tenía algo que decir, no le costaba hacer lo que hace la gente normal de Hazte Oir o de Podemos: alquilar un bus, ponerle un mensaje polémico y sacarlo a dar vueltas por la calle.
OsitoF
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14 de marzo de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Científicamente esquemática, filosóficamente enrollada y engañosa, y realizada con lucidez. Gran entretenimiento. Ambiguo y enteléquico, dramático e histriónico, filmográficamente autorreferencial.
Nicolás Damián Visceglio
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13 de octubre de 2013
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la presentación de The Zero Theorem en el Festival de Sitges, explicaba Terry Gilliam a los allí presentes que esta es su película más modesta en treinta y cinco años. Con la que menos presupuesto ha contado, con un menor tiempo de producción y dando lugar a apostar más por la improvisación tanto actoral como técnica. Por un lado, esto despertaba en él una lógica preocupación, pues la recreación de sus locuras no suelen ser baratas. Pero, por otro, y en una reflexión cargada de sapiencia e inteligencia, confesaba que se quitaba un peso de encima al no disponer de días y más días para retocar su obra. Los artistas, en la búsqueda desesperada de la perfección, restauran, corrigen y pulen sus creaciones hasta el último segundo, nunca satisfechos con el trabajo resultante. Pero, con un tiempo obligado de entrega, Gilliam pudo centrarse mejor en lo que tenía entre manos, sacarle punta a sus temas recurrentes y dar mayor protagonismo a sus intérpretes. El resultado es The Zero Theorem, un ejercicio obsesivo y fascinante a partes iguales, con reminiscencias de muchas de sus anteriores películas. No es difícil imaginar a los personajes del film habitando los mundos de Brazil (1985), Twelve Monkeys (1995) o Tideland (2005), entre otros. Como tampoco es una tarea complicada reconocer los clásicos temas de Gilliam. Vuelve a dar guerra con el significado de la vida, como ya hiciera en, por ejemplo, Monty Python's The Meaning of Life, co-dirigida junto al también Monty Python, Terry Jones. No es una obra completamente nueva, ni parte de una idea sumamente original, pero Gilliam sabe dotar de vida a sus historias, a pesar de contar con el gran impedimento de su estética fría y cyberpunk. El papel que desempeña el humano en la tierra, ejerciendo de elemento voluntariamente oprimido a cambio de la seguridad y conformismo por no tomar las decisiones importantes, es uno de los ejes sobre los que circula la película. En el mundo que nos muestra el director de The Adventures of Baron Münchausen (1988) nadie tiene el control de su vida, siempre dependiente de un superior o de prisiones mentales creadas para atar en corto a valiosos trabajadores. Ese sería el gran terror de la cinta, el hecho de que no hagan falta prisiones físicas o reales con las que amenazarnos o donde encerrarnos, sino que nuestra propia cabeza, en espera de una vida mejor que le recompense por su mísera existencia, ejerza de barrotes y muros donde mantenerse a salvo. Andar a la caza de nuestra propia identidad y averiguar si somos algo más que neuronas que transportan información a otras neuronas. es otra forma de intentar escudriñar el significado de la vida. ¿Qué significamos como elementos individuales? ¿Qué aporta o resta nuestra existencia al resto de la población? ¿Cuál es nuestro verdadero papel en la sociedad? Gilliam plantea múltiples preguntas pero jamás insulta nuestro intelecto con una única respuesta, pues sabe mejor que nadie que los recovecos de la mente humana nos hacen diferentes y que las soluciones absolutistas no van a ningún lado, mucho menos en el arte, algo tan subjetivo. A estas alturas de su carrera, el orondo director no intenta conseguir nuevos adeptos para su causa, se conforma con tratar correctamente a los fieles que ya posee, y es por lo que sus films son como una gran casa que siempre parece la misma, donde encontrar cuestiones familiares a las que dar vueltas cada par de años. Nosotros cambiamos, por lo que estas cuestiones pueden ser vistas desde otro punto de vista. Evolución. Gilliam es un tío inteligente.

En parte, The Zero Theorem trata asuntos relacionados estrechamente con la vida del propio Gilliam. Sus proyectos siempre se han caracterizado por tratarse de chaladuras propias de un tarado, de grandes ambiciones y caóticos rodajes. Es como un león defendiendo la selva desde el mar. Aún así, ha salido victorioso en más ocasiones de las que en un principio pudiera parecer. Así, no es descabellado pensar que el deslumbrante personaje interpretado a las mil maravillas por Christoph Waltz sea una propia extensión del cómico actor y director americano. La obsesión del protagonista por vivir en la realidad en un mundo donde los sueños o las representaciones virtuales aseguran una mayor satisfacción, es algo muy Gilliam, empeñado en que sus fantasiosas propuestas invadan la realidad, con la ilusión de salir victorioso de dicha confrontación.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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27 de julio de 2014
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terry Gilliam es un genio, eso es incontestable. Y como todo genio, también está loco. Y lo peor de todo es cuando un loco es el único que entiende su locura e intenta que los demás entendamos algo que es incomprensible. “The Zero Theorem” es una puesta al día kistch y ridícula de esa obra maestra que es “Brasil”. El problema es que todo en “The Zero Theorem” es prescindible e incomprensible. Desde su protagonista, un insufrible Christoph Waltz hasta su desconcertante historia que no tiene nada de atractiva, pasando por un pretendido espíritu surrealista que se convierte en estupidez. Se nota que “The Zero Theorem” es una película hecha con retazos, mal concebida y peor ejecutada, una película barata, mala y ridícula. Y es una pena porque Terry Gilliam nos ha dado algunas de las mejores películas de la historia del cine. Pero parece que los años pasan factura y donde había orden ahora hay caos. La historia nunca acaba de definir sus intenciones, es un grupo de ideas “new order” soltadas sin orden ni concierto con la idea de hacer que el espectador reflexione por si mismo aunque lo único que consigue es que el espectador bostece. Eso sí, no bosteza por si mismo sino por el peñazo que tiene frente a sus ojos. Pésimo ritmo, interpretaciones equivocadas, guión inexistente y un diseño de producción a la altura del betún convierten a de “The Zero Theorem” una de las decepciones más importantes del año.
El Criticón
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1 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No había visto antes otra producción de Terry Gilliam, hecho que me permitió abordar esta película libre de prejuicios.
Me encontré con una estética sobrecargada al extremo. Vestidos y trajes futuristas, luces de colores y carteles por doquier, publicidades interactivas que persiguen a los peatones, bebidas extrañas, fiestas bizarras y, para destacar, ruido, mucho ruido. Todos estos elementos son los que obligan al personaje principal, solitario y melancólico, a recluirse en una lúgubre casa, que otrora fue un templo.
El problema es que no es solo el protagonista quien desea esconderse, también el espectador siente deseos de escapar de la atmósfera totálmente invasiva creada por el director, y probablemente lo haga antes del fin del metraje.
Pero si el espectador resiste, se puede observar, detrás de tanto bullicio, una historia sencilla y a la vez dolorosa, sobre un hombre solitario profundamente abatido y emocionalmente desequilibrado por la angustia existencial, el terror a la muerte, el miedo a la vida sin sentido. Esta angustia, lógicamente, no le pertenece solo a él, sino a toda la sociedad, que se dirige, conciente o inconcientemente hacia el abismo, hacia la nada, hacia el cero.
No es un tema fácil de llevar a la audiencia, y la película lo demuestra. No llega el mensaje, y si por momentos llega, dan más ganas de escaparse que de quedarse sentado reflexionando.
Para destacar, las actuaciones en general. Si bien es Christoph Waltz quien juega con el papel mas interesante, y cumple a la perfección, también son muy buenas las actuaciones de todos los secundarios.
En definitiva, una película interesante, pero irritante, que desafía constante los límites de nuestra propia cordura.
emartin82
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