Una chica cortada en dos

Relato de una chica moderna y agraciada que termina enganchada a dos hombres, un escritor maduro pagado de sí mismo y un chico de papá que vive de la herencia recibida. Los personajes están resueltos a través de los diálogos y hay un cierto rechazo de la clase media francesa, muchas veces refinada, que vive del puro deleite en fiestas y restaurantes. La chica partida en dos lo es porque no acaba de decidirse por un imbécil o por un cretino, de los cuales le subyuga el nivel de vida del que quisiera participar. Finalmente, y en contra de los buenos consejos de su madre, toma el camino equivocado al casarse con el niño de papá y termina partida en dos y desconcertada. Esta es una comedia Chabrol y, como decían los medievales, et non fagades ende all so pena de la mi merçed e de diez mill maravedíes para la mi cámara. Ni el tema ni el director dan más de sí y la película termina siendo un sopapo, independientemente de que esté bien llevada. Buena para tardes inútiles.

Una joven, inteligente, chispeante y divertida chica se encuentra dividida en los dos tipos de relación que toda persona puede tener: hacer de "hija" con un famoso escritor, muchos años mayor que ella, que la convierte en su amante y hacer de "madre" de un joven y millonario heredero, tan caprichoso y arrogante como guapo y que quiere convertirla en su esposa. Ese inteligente planteamiento sirve a Chabrol, una vez más, para trazar una mordaz mirada a la sociedad contemporánea, a sus juegos de poder y a sus relaciones emocionales, filtradas en la mayoría de los casos por el interés y el egoísmo -ya sea económico, amoroso o de la índole que sea-. Narrada con el habitual pulso pausado del cineasta, "Una chica cortada en dos" también desgrana de una manera muy inteligente la psicología de los personajes femeninos, especialmente el interpretado por la guapa y brillante actriz Ludivine Sagnier, una refrescante presencia en el panorama cinematográfico internacional con cada vez más pujanza. La madurez que el personaje protagonista va experimentando a lo largo de toda la historia es todo un viaje iniciático a la ruptura con la inocencia, pero conservando una luz de esperanza ante la posible felicidad de una relación sentimental. A pesar del habitual tono negro de desesperanza de este director, en esta ocasión deja abierto un pequeño resquicio a la ilusión de que todavía es posible ser feliz en el amor, a pesar de todo el egoísmo que implica una relación. Narrada de forma minimalista, Chabrol articula su discurso con elegancia, pero con alguna carencia de ritmo, echando en falta un segundo acto con más agilidad.

Esta película de Chabrol puede descomponerse en dos partes. La primera, algo saturada de diálogos relativamente superfluos, en parte justificados a modo de presentación de los personajes pero para mi gusto algo extensa. Ahora bien, cuando se desencadena el epicentro del drama, el film cobra un vuelo inusitado, mostrando toda la potencialidad del director que, indudablemente, ha realizado un film muy bueno. Ese "demorarse" inicial, es compensado -ampliamente- cuando comienza la acción y el núcleo del relato. Es ahí donde tiene lugar la segunda parte de la realización, que revela paisajes franceses, incidentalmente, pero bellos y todo el preciosismo de ambientes aristocráticos de las mansiones francesas. Brevemente, puedo decir que el relato gira alrededor de una mujer que se ve envuelta en un romance doble que, como ocurre en ocasiones, desemboca en consecuencias no queridas. Es una joven presentadora del tiempo en un canal televisivo, demandada por un escritor famoso algo entrado en años, no viejo pero mucho mayor que ella, que vive un romance clandestino ya que es casado pero no quiere desembarazarse de su mujer. Por otro lado, un soltero millonario mucho más parejo en edad, pero altamente caprichoso, no adaptado a las contrariedades importantes en su vida y dispuesto a lograr sus objetivos al precio que sea. En este contexto se plantea un dilema para la chica que navega a dos puntas. Por otro lado, puede decirse que el final es inesperado, hay un juicio de por medio y, sobre todo en los fragmentos últimos del film, se revela todo el talento creativo del director que trasunta una gran capacidad artística que señala a las claras la diferencia entre una película para la pantalla grande, como es ésta y una filmación para T.V., aunque pueda tener sus méritos; además, bien acompañada por una música muy agradable. Las actuaciones, también son muy buenas. Una película, en fin, recomendable.

Gabrielle, una bella y encantadora joven rubia se ve atraída, sin mucha explicación, por un maduro escritor y acosada por un joven desagradable y malcriado. Ambos hombres pertenecen a la alta burguesía de Lyon, el mayor está bien casado con Dona (Valeria Cavalli) y juega un tiempo con Gabrielle, introduciéndola en prácticas sexuales que mejor no se describen ni se nombran, sólo para dejarla finalmente; es cuando Gabrielle se casa con el joven. Es la historia de Evelyn Nesbit representada anteriormente en la película "The girl in the red velvet swing" filmada muy bien por Richard Fleisher en 1955 y que transpone en el tiempo a la historia del asesinato de un famoso arquitecto americano, Stanford White, en Nueva York en 1906. La joven rubia fue protagonista de la excelente película, también francesa, de François Ozon "La piscina" (2003). Por el reconocido director francés Claude Chabrol.

Claude Chabrol es un director parisino que los cinéfilos conocen por ser uno de los precursores del movimiento francés llamado Nouvelle vague (La nueva ola) y por su admiración hacia Hitchcock. Su larga carrera fílmica empezó a fines de los ´50 - gracias a una herencia que le permitió hacer sus propias películas- y hoy, con sus 78 años, continúa creando.

En su última película, Una mujer partida en dos -La fille coupée en deux en su título original-, plantea la historia de Gabrielle Deneige (Ludivine Sagnier), una joven y atractiva chica de Lyon que trabaja en el canal de televisión local presentando el clima y haciéndose un lugar gracias a su frescura, belleza y juventud. Un día el destino quiso que conozca a los dos hombres que cambiarían su vida para siempre. Uno de ellos es Charles Saint-Denis (Benoit Magimel), un veterano y reconocido escritor del que no se podría decir otra cosa más que llegado a su madurez tiene una vida apacible lograda por sus propios méritos, una esposa a la que adora y amistades de la alta sociedad. El otro hombre, Paul Gauden (Benoît Magimel), es un joven rico y caprichoso, heredero de la fortuna de su padre y acostumbrado a obtener todo lo que quiere gracias a las influencias.

No todo es lo que parece, esa es la clave. Juegos de planos, escenas cortadas o prolongadas sin un sentido aparente, el detrás de cámaras del trabajo televisivo de Gabrielle, un comienzo con música romántica que se corta abruptamente y el papel central de los espejos sugieren apariencias y manifiestan la dualidad del ser. La película está llena de erotismo, perversión y sensualidad, aunque no muestre un sólo cuerpo desnudo, y la tensión se mantiene durante las casi 2 horas que dura.