Las cuatro plumas

Realizado por los hermanos Korda (Alexander produciendo y Zoltan dirigiendo), el film aprovecha una trama que gira básicamente en torno al honor, el valor, la amistad y el amor, para situarla en el centro del huracán colonialista británico. Harry (John Clements) decide abandonar el ejército poco antes que su unidad se embarque en una misión rumbo a Egipto para luchar contra los rebeldes, para poder casarse con su prometida. Sin embargo, esto será interpretado como un signo de cobardía tanto por tres de sus compañeros y su própia prometida le envían cuatro plumas blancas, considerado un símbolo de cobardía. Entonces Harry dedicará todos sus esfuerzos en devolver las plumas a sus dueños.

Tras un prólogo en que se desarrollan estos hechos, Korda entra directamente en el asunto que es devolver las citadas plumas en pleno conflicto bélico entre las tropas británicas y los mahdistas. Es por ello siguiendo las andanzas de Harry, intentando recuperar su honor perdido, tendremos ocasión de pasar un excelente rato con batallas, escaramuzas, asaltos, etc, todo ello rodado a un buen ritmo, y con un impresionante despliegue de medios humanos (cientos de extras utilizados para dar verismo a las batallas) y técnicos (rodada en technicolor en el año 39), en un film en que el espectador está prácticamente obligado a disfrutar, ya que tiene ocasión de ver de todo: heroísmo, valor, acción, amores, desamores, etc en un film en que el director es capaz de mantener el ritmo sin que este decaiga en ningún momento, demostrando la capacidad por parte de los británicos de realizar cine de aventuras de calidad sin necesidad de grandes estrellas rutilantes.

Aunque no hay olvidar que por la fecha en que se hizo el film, una historia en la que se ensalzara los valores militares y se recordara el glorioso pasado del imperio colonial, cumplia descaradamente una función de concienciar a la población ante la inminente guerra. Aún así, la intención propagandística no empaña para nada a esta excelente película

Es increíble que una película tan antigua (hablamos ni más ni menos que del año 1939) tenga tan buena calidad de imagen, así como que sus escenas de batallas, tanto en número como en calidad técnica, hayan aguantado tan bien el paso del tiempo. (tengamos en cuenta que por aquellos entonces no se podía echar mano de los ordenadores).
En cuanto a cantidad de escenas de batalla en masa y número de extras no le tiene que envidiar nada al remake de 2002, es más, cuenta con mayor número de escenas de este tipo (ver spoiler)
Para los que no sean fans exclusivos del cine bélico, también les resultará agradable de ver, puesto que como película de aventuras con historia de amor incluída, resulta igualmente atractiva y destacable.
En definitiva, la recomiendo para todo aquel amante del cine clásico de aventuras, y especialmente a los amantes de las escenas de batalla en masa.

La disposición de un imperio es también un estado mental: Supone, nobleza obliga, el sacrificio de mantenerlo, arriesgando eventualmente la fortuna y la vida, para mayor gloria de Su Majestad y de la nación británica. Actualmente este imperialismo escandaliza aunque no está muy claro que la justicia anacrónica sea propiamente justicia. Por otra parte, la historia es una reflexión sobre la valentía, precisamente en unas fechas críticas en que la amenaza alemana daba lugar a una política de apaciguamiento que, para los discrepantes, no era más que un acto de vergonzosa cobardía. En estas coordenadas históricas esta división ideológica genera una mala conciencia en la nación, de la que es expresión esta película. Obviamente la respuesta es tranquilizadora para todos: El Imperio no flaquea nunca, y los desertores de la política belicista no son unos cobardes porque la valentía es también una virtud privada. El arte, gran sublimador, hará de esta valentía que no le para los pies a Hitler una epopeya. El arte la va a retroalimentar positivamente, a estirarla y cebarla con toda la mitología inverosímil del heroísmo para que se transmute en una de aventuras, todo un clásico del género, porque el cine es también un inofensivo mecanismo de evasión de masas. Tan inofensivo que ese mismo año no pudo impedir que diera inicio la Segunda Guerra Mundial.

Un hombre alistado en el ejército y de nulo espíritu castrense, que además proviene de una familia hipermilitarista decide desertar poco antes de casarse con su prometida. Acusado de cobardía, acude de incógnito al frente para batallar en Egipto y Sudán junto al ejército británico, debiendo regresar a casa con las cuatro plumas a fin de demostrar su valentía.
Un clásico del cine británico en el género de aventuras, que ha perdido fuerza y ganado en candidez con el paso del tiempo. Aún así, Korda lleva con brío y energía la película, resultando un buen, a veces vibrante, espectáculo de odisea individual, acción, épica y aventuras, muy bellamente fotografiado por Georges Perinal.

Película cruda, despiadada con los sentimientos pero bella, intensa, apremiante y, desde el punto de vista de la descripción psicológica, tan certera como descarnada.
Un gran hallazgo de cine británico fechado en 1939.

La puesta en escena es exquisita, la ambientación roza el cielo de la perfección y el ámbito de lo emocional cobra en pantalla una presencia intensa, desacostumbrada, sugestiva y exacerbada por la fiebre de la guerra.

El ballet de las falucas sobre el Nilo deja un brillo de poesía en el escenario pero la sombra negra de los buitres auguran siempre el peor auspicio.

Hay plumas que no sirven para volar.