El secreto de las abejas

Adaptación de la novela de 2009 de Fiona Shaw que transcurre en la escocia rural de 1950. Nos cuenta la historia de la doctora Jean Markham (Anna Paquin) quien regresa al pueblo que abandonó cuando era adolescente para hacerse cargo de la consulta médica de su difunto padre. Tras una pelea en el colegio cercano conoce al niño Charlie (Gregor Selkirk) que acude para que lo cure, Jean invita al pequeño su casa a ver unos panales de abejas y por por medio de él conocerá a su madre Lydia (Holliday Grainger) quien está pasando una dificultades económicas graves después de haber sido abandonada por su marido. Jean plantea a Lydia irse con el niño a su gigantesca casa que posee y esta acepta, entonces las dos comenzarán a enamorarse....

Las relaciones entre personas del mismo sexo en aquella década estaban muy mal vistas, si a eso se le suma la hostilidad que puede crearse en un pueblo pequeño donde todo el mundo se conoce, la bomba está servida. Así pues nuestras romanticas heroínas sufrirán todo tipo de vejaciones y cotilleos, pero las buenas intenciones de la película caen en los cliches tipicos de este tipo de films, creando unos personajes exagerados que no llegan a ser del todo creíbles.

La directora Annabel Jankel, productora de videos musicales y muy apartada del cine desde 1992 que hizo la desastrosa "Super Mario Bros" se hace cargo de la realización, que ha contado con 5 millones de dólares y que no tiene nada que reprochar su factura técnica, música, ambientación o fotografía.

Toca temas muy actuales como la violencia de género, homofobia, aborto, liberación de la mujer etc.. que suenan muy recurrentes en la época MeToo que estamos viviendo, pero a la vez son demasiado artificiales y no generan la chispa que necesita el film para que resulte natural.

Destacar las dos intérpretes Anna Paquin (El piano) y sobresaliente Holliday Grainger que sí aporta con sus miradas y delicadeza la magia que necesita este melodrama romántico tan convencional.
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La Inglaterra profunda, my profunda, años 50: incultura, represión, rabia contenida. Jean llega a un pequeño pueblo para ocupar el puesto de médico. Mal vista por hombres y mujeres, tendrá que ganarse su confianza poco a poco. Además, es lesbiana, algo impensable para la época y que debe ocultar a toda costa. Lydia es de esas mujeres que siempre eligen al peor hombre posible, y no para de meter la pata, tanto en su vida personal como en el ámbito laboral. Su ex marido es un gañán adusto y desabrido, como en toda película feminista que se precie, y la maltrata de palabra y obra. Tienen un hijo, Charlie, que posee la rara habilidad de "tratar" con las abejas. Cuando Lydia se quede sin trabajo y sin casa, Jean les acogerá. Poco a poco, una relación más que amistosa se irá trabando entre ambas mujeres... Bien, la historia está contada de forma reposada y algo cansina, sin ahondar demasiado en los personajes. La anécdota de las abejas tampoco está muy trabajada, de forma que ese apunte que apela al fantastique se queda en nada. El romance, con todas las dificultades que conlleva, pasa con discreción por la pantalla, aunque uno empatiza con la pareja, rodeada de gente tan estúpida como analfabeta. Annabel Jankel, otrora firmante de dos mayúsculos bodrios como Muerto al llegar (un remake inútil y mal concebido) y Super Mario Bros., vuelve a la pantalla grande tras 25 años de exilio en la televisión con esta obra tibia, pero a la postre simpática sobre un amor que afronta graves dificultades. Como siempre en el cine británico, buena fotografía, buena música y excelentes secundarios. Pero dan ganas de recibir más...

Es una pena que una película con una premisa que para mí gusto es muy buena, se acabe quedando a medias. Como si la directora hubiera sufrido una especie de bloqueo creativo y hubiera hecho una especie de corta y pega de todas las películas de amor lésbico para acabar con un final que nadie se explica y que carece del más mínimo sentido. A priori me parece un buen planteamiento abordar el conflicto entre lo que eres y deseas y el miedo que supone vivir libremente en un pequeño pueblo industrial del Escocia, me gusta cómo refleja la dificultad de las mujeres para manejar las riendas de su propia vida, sin embargo, es una pena que el clima de opresión no se haga insoportable. Sí se percibe, creo que la directora podría haberlo reflejado mejor porque al final hay pinceladas sueltas que hacen que la historia carezca de la fuerza que podría haber tenido. Es como si hubiera querido abarcar demasiado y al final se hubiera quedado en lo superficial, sin acabar de rematar ninguna idea en concreto dejando la sensación de insatisfacción en quienes ven la película. Pese a eso, se deja ver y tampoco te deja con la sensación de haber perdido dos horas de tu vida.

"Tell it to the bees" es una película filmada en Escocia... y eso es lo que la vuelve curiosa de ver. Nada más. La ambientación de época (años '50) está lograda y las actuaciones cumplen.
El problema es que la historia no aporta nada nuevo. Llegó en un momento plagado de películas y series de este estilo. El tema de la discriminación por orientación sexual está ya tan utilizado que aunque sea una historia de época, ya cansa un poquito. Quitando eso, tampoco la película funciona. Entretiene eso sí. Aburrida no se me hizo, pero no destaca. La ves y al rato te olvidas.

Posee dos guionistas, quienes adaptan la novela homónima escrita por Fiona Shaw y publicada en 2009. Quizá si la película hubiese sido filmada y estrenada hace varios años hubiese tenido más repercusión. Pero en pleno 2019, con quienes tachan todo lo que ven como "Progre", "Agenda política" y "Panfleto feminista", se estrena una cinta que retrata un romance homosexual, y la mayoría huye ! Es así. Estoy segura de que en cines no habrá recaudado mucho dinero. Hay dramas que funcionan a la perfección por escrito, pero en el plano de lo audiovisual pierden toda la magia. No sé si será el caso de "El secreto de las abejas" novela, pero el largometraje pasa sin pena ni gloria.

La novela homónima de Fiona Shaw sirve de punto de partida a las hermanas Ashworth para generar un drama que arranca con un tono social y familiar y deriva en una trama lésbica.

En su primer largometraje de ficción, estas gemelas emplean de forma patosa recursos como el determinismo circunstancial, que acorrala a los personajes y que los divide en buenos y malos, racionales e irracionales y marcados por pasiones irrefrenables y cambiantes a capricho de lo que, oportunamente, necesita el guión.

En este mismo sentido, abunda el dramatismo fácil que camufla, en lágrimas y música, la ausencia de naturalidad dramática. Tampoco resulta muy plausible la metáfora explícita, estirada, forzada y supuestamente mágica de las abejas.

Por otra parte, Annabel Jankel, una veterana de la televisión y del mundo de los viodeoclips, logra una ambientación perfecta y magníficamente detallada que aporta algo de verosimilitud al contexto.

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