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A sangre fría

Cine negro. Drama Carlos, un joven que habita en el extrarradio de la gran ciudad, tiene ambiciones y desea cambiar de vida, aunque la base sea el delito. Por ello le sugerirá el plan de robar en las oficinas de la empresa donde él trabajaba a un amigo con contactos. El golpe puede darles mucho dinero... (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
13 de febrero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante policíaco español, muy entretenido. Se nota la influencia del cine negro americano, por ejemplo en el uso de la luz, en la música de jazz, y en los diálogos ("casi siempre se mata por obligación"). Me ha sorprendido y gustado mucho una escena de asesinato que tiene lugar hacia la mitad de la película. Larrañaga y Arturo Fernández están convincentes en sus papeles, sobrios y contenidos.

Por contra, el guión no es nada del otro mundo, y el personaje de la mujer fatal me ha parecido algo forzado, no me he creído nada de lo relacionado con ella.

Hay que tomar en consideración que hacer cine negro durante la dictadura era un tema complejo: la crítica social, por lo que sea, estaba mal vista, y las películas debían poseer cierta carga moralizante. Aquí sí que se nota un poco para mal la necesidad de incluir un mensaje, pero por lo demás resulta un film más que digno.
Jackie Daytona
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13 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un clásico del cine español, sobre todo dentro del género del cine negro, del thriller, que indudablemente bebe de los grandes trabajos creados en Hollywood, no es por tanto original, pero sí que consigue tener personalidad propia y vista en el siglo XXI mantener el interés y resultar en todo momento entretenido.
Bien interpretada y dirigida con mano firme, posee su mayor virtud en el conciso, medido guión a cargo del propio realizador, que sin prisas pero sin pausas nos va dando elementos, datos y maneras de sus personajes y circunstancias.
Buena fotografía de Sebastián Perera y una banda sonora adecuada aunque algo repetitiva a cargo de José Solá, nos llevan a un mundo donde para algunos personajes el camino criminal es el único modo de escapar de una vida miserable o simplemente por que lo llevan en la sangre, mientras sus familiares o gente querida intenta en vano apartarlo de él (en el caso del protagonista, un entonado Carlos Larrañaga).
Un buen trabajo más que digno y por supuesto honesto, que sigue conservándose bien, aunque haya quedado un poquito apagada sobre todo si la comparamos con muchas de las películas de este género que se han estrenado desde entonces. Pero tiene calidad per sé.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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20 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante muestra del género negro - policiaco español de los 50-60, con algunos de los actores ubicuos en la época, como Arturo Fernández o Carlos Larrañaga, con aparición también de Fernando Sancho, un desarrollo entretenido aunque pelín previsible o moralizante (no nos engañemos, el cine negro americano de la época tenía la misma moralina) y una música bastante lograda de José Solá. Sin ser la leche, es una película apreciable, merece la pena dedicar un rato a verla.
Troglo
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17 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas personas nacen con un determinado destino del que no pueden escapar, una senda marcada en cuyo final sólo les aguarda la tragedia, la muerte.
Los que saben elegir traicionan, los que se dejan llevar son traicionados, y ya es muy tarde cuando intentan salvarse. Es el motivo esencial de esta historia, además de todo el cine negro.

Todos aquellos que dicen ser grandes amantes del género y que sólo saben mencionar a los directores que todo el mundo conoce, en su mayoría americanos, desde luego tienen una cita muy importante con el "noir" español, sobre todo el rodado durante los '50 y '60, y casi siempre en terreno catalán, destacando Ignacio F. Iquino, Julio Coll, Josep María Forn, José Antonio de la Loma o Juan Bosch. Éste último, un guionista que ha trabajado mucho para Miguel Iglesias, se aventura en la dirección con el interesante drama de tintes "noir" y ambiente claustrofóbico "Sendas Marcadas".
Pasa algún tiempo después de la escasa acogida de su debut y se encarga del guión y la dirección para un proyecto con Este Films, que debido a problemas presupuestarios tiene que asociarse con Urania Films para cubrir gastos, lo que asegura al cineasta un rodaje de tiempo y dinero bastante ajustado; aún así sabrá salir adelante combinando su ingenio para la narrativa y la artesanía tras la cámara. Lo que prima en su obra desde el principio es el carácter deambulatorio de los protagonistas y la historia (que inicia esa carretera interminable) y una inmediatez casi documental influenciada por el neorrealismo de la época.

Y es que Bosch, quien comprende muy bien que la insatisfacción social es una parte vital del universo del negro y aquello que impulsa la ambición de los personajes, se esforzará en capturar la atmósfera desencantada de aquella España de finales de los '50, marcada por la precariedad y el aislamiento económico que predica la autarquía del gobierno del general Francisco Franco pese a haberse instalado el famoso Plan de Estabilización. El joven Carlos, que únicamente quiere tener una vida mejor, es por tanto producto de su tiempo y uno de los muchos arquetipos de este cine que plagarán el film.
Pero la trama, que cuenta la planificación y robo a las oficinas de un almacén textil, distingue dos bandos en el cuarteto criminal: Carlos y su amigo Enrique (los que se dejan arrastrar al mundo criminal profundamente afectados por la debilidad y la desesperación) y los profesionales Manuel y Antonio (los que ya están dentro de dicho mundo, caracterizados por la falta de escrúpulos y la pura maldad). Entre ellos dos opuestos femeninos: la piadosa María (el ideal de la sociedad tradicional y honrada) y la sensual y sibilina Isabel (influenciada por el estilo y la libertad extranjeras, que hacen de ella una "femme fatale" de pleno derecho).

El motivo y la acción del argumento, de muy previsible desarrollo, halla su origen en las seminales "Jungla de Asfalto" y "Atraco Perfecto", la francesa "No Toquéis la Pasta" o la española "Distrito Quinto" (también con Arturo Fernández), y nace de la necesidad de poseer, de la codicia y el engaño, pero sobre todo de la traición, a lo que se entregan los personajes y lo que les precipita al vacío. Bosch sabe conducir bien el ritmo a lo largo de un metraje no muy extenso y demuestra gran talento en la precisión narrativa y la puesta en escena (siendo el mejor ejemplo la entrada del asesino a casa de Enrique, filmada en plano subjetivo).
Mientras impregna de fatalidad y pesimismo su obra (desde ese atraco que, como de costumbre, tiende a no salir bien para los autores), acierta en la presencia constante de la acción para eliminar los tiempos muertos del guión, deja fuera del foco de su ficción a las fuerzas del orden y se empeña en reforzar la tan dudosa moral de los protagonistas conforme crece la desconfianza entre ellos, siendo el punto de inflexión donde se revelan las traiciones (y quizás ocurre demasiado pronto) esa huida hacia ninguna parte donde Carlos e Isabel se convierten en rehenes de Manuel y Antonio.

Este poderoso tramo, impregnado de un calor agobiante y una agria sensación de desaliento, se desarrollará entre carreteras perdidas, descampados infinitos, lejanas gasolineras o moteles de segunda clase, posibles escenarios de algún tiroteo o asesinato que acercan "A Sangre Fría" a los "noir" americanos y al espíritu de la novela negra de W.R. Burnett, Dashiell Hammett o Lionel White, cuya dureza, cinismo y violencia el director imprime a sus imágenes, de gran fuerza visual gracias al tratamiento que Sebastián Perera hace de la iluminación y los claroscuros, tanto en espacios cerrados como en exteriores.
Como era de esperar, pocas salidas quedan para los perversos malhechores, las zorras codiciosas y los pobres idiotas que han ido demasiado lejos en sus ambiciones; mientras, la policía reúne pistas, pregunta a los familiares y se enfrenta a los villanos, pero su intromisión se reduce hasta hacerse casi invisible. En su primera colaboración con Bosch, Arturo Fernández vuelve a un personaje oscuro e implacable, un Jean Gabin español que nada tiene que ver con los galanes que encarnaba en insulsas comedias y melodramas de turno; está de nuevo junto a él un Carlos Larrañaga bastante empalagoso y unos correctos María Mahor y Miguel Ángel Gil.

Por encima de ellos se alzan un magnífico Fernando Sancho como el boxeador retirado y enfermo (otro arquetipo del género) y la bellísima Gloria Paraíso (de nombre artístico Gisia Paradís), que con su presencia magnética y su carácter arrollador devora a todos sus compañeros cada vez que aparece en pantalla.
Una banda sonora colmada de "jazz" cortesía de José Solá aporta esa elegancia tan propia del negro "made in U.S.A." a este relato de áspera violencia, bajas pasiones y tensión continua que acabó convertido en un éxito de taquilla siendo a día de hoy todo un referente del género en España...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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12 de mayo de 2023
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Noir español en plena dictadura. Con todos sus problemas, entre ellos la censura, y siempre a la rémora de las grandes producciones americanas.
Arturo Fernández, tan galán y tan guapo como siempre y un Carlos Larrañaga varonil y sumamente arrebatado en su rol de pardillo del grupo.
Es la historia de siempre, contada desde la necesidad y los sueños de una España en blanco y negro, una noche peligrosa y unas mujeres no tan fatales como las americanas porque tenía la falda más larga, menos escote y menos morbo. No se mueven tanto y sus besos no son tan delictivos.
Retrato sencillo de una época, nada realista, y algo idealizado del crimen y de los criminales. Pero es evidente que no puede salir bien el asunto.
Me ha gustado mucho la banda sonora de Jazz que acompaña toda la cinta, a cargo de José Solá. Probablemente no sean composiciones suyas, sino retazos de piezas o canciones adaptadas a la dinámica de la escenografía. Es realmente brillante. El jazz nunca ha sabido sacudirse esa monserga de ser la música del crimen, del delito, de la marginalidad, de la violencia, de la negritud, incluso de una cierta lucha de clases. Pero ese es otro debate.
Tiene un desarrollo algo convencional, y es muy previsible. Pero da gusto ver películas bien hechas, con dedicación, bien trazadas desde el principio. Primera película que veo de este autor.
ÁAD
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