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Críticas de Chris Jiménez
Críticas 2.182
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
29 de abril de 2024
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El crédito obtenido por la audaz "Distrito 9" lo puso en el punto de mira de todos. Después, por segunda pero no última vez, el visionario Neill Blomkamp se atrevió a hacer añicos el futuro, porque para él, según confesó, su visión del mismo es decadente y oscuro...

No es ciencia-ficción, es ahora, y además contamos con un héroe para solucionar eso. Gracias a Dios Matt Damon aceptó la oferta y los previos candidatos ridículos para interpretar el papel la rechazaron, porque podría haber resultado un trauma intragable; el director, que filmó con un presupuesto muchísimo mayor pero de nuevo al estilo guerrilla, en lugares bastante peligrosos de México para recrear este mundo caído en desgracia nada alejado de nuestra realidad, nos introduce en la historia sin necesidad de usar a ese detestable narrador omnisciente que nos pone en situación, típico de este cine (gracias, Neill)...
Pero sí se sirve del típico "flashback" para presentar al protagonista, Max, un huérfano al que las monjas le dicen lo especial que va a ser para el futuro (porque no olvidemos que poseen poderes de clarividencia) y que sueña con viajar a un mundo mejor. Pero esto no es nada metafórico. Mientras somos testigos de una superpoblación que ha llevado la sociedad a la anarquía y la pobreza repitiéndose la situación de, por ejemplo, "Hijos de los Hombres" y "Soylent Green", en una Los Angeles retrofuturista cuya visión mugrienta navega entre el "Rescate en L.A." de Carpenter y "El Libro de Eli", al guión se le ocurre inventar una especie de estación espacial-colonia cercana al planeta donde mora la clase alta.

Y el director, haciendo gala de un cinismo subido, tuvo la desfachatez de afirmar que si este mundillo estaba influenciado por algún elemento ya descrito con anterioridad fue por cuenta del subconsciente. Toma ya. No pudo confesar que tomó la idea del mito de Arthur C. Clarke "Rendezvous with Rama", pero transformando el cilindro en anillo (otra clara conexión con su frustrado proyecto de adaptación de "Halo"), y lo unió al concepto que ya presentó el manga de Yukito Kishiro "Gunnm" (o "Battle Angel Alita") cambiando el nombre de Zalem por Elysium (que quedaba más esotérico, sutil o lo que sea...).
Esta estación-colonia está dominada por Jodie Foster de villana repugnante que sabes que no tendrá un buen final y hace la vida imposible a los inmigrantes ilegales terrestres. Porque claro, si existe esta raza de humanos superiores, este supertecnológico apartheid, también debe haber una resistencia en La Tierra formada por renegados que lo combatan...algo que forma parte del "cyberpunk" desde tiempos ancestrales, porque lo único que hizo Blomkamp fue aglutinar todos y cada uno de los clichés del género en una batidora. Por eso Max no es sino otra versión del Quaid de "Desafío Total", un pobre trabajador que sueña con viajar a una civilización avanzada y limpia. Pero, ¿qué decía la monja a Max?

Pues aquellas palabras significan que tendrá que sacrificarse por algo o alguien; no es difícil descifrar las maniobras de la trama media hora antes de contarse en pantalla. Y son muy pobres. Ejemplos infalibles: Max se encuentra con la chica de la que era amigo en el orfanato. ¿Cómo se produce esto? Qué casualidad, le ha atacado un robot-policía y ella es enfermera, así que ya sabemos que deberá hacer algo por ella...pero hasta llegar a ese "algo" le debe ocurrir otra cosa a él que le atrape en un compromiso de vida o muerte. Qué casualidad, tiene un accidente en el trabajo, de ahí que el viaje a Elysium ya no sea un sueño, sino una necesidad.
¿Y cómo irá allí si es pobre? Qué casualidad, conoce a los miembros de la organización clandestina, que serán miserables pero tienen más tecnología y armas que el ejército (de cliché en cliché y sigue así la cosa), y le enrolan en una operación en la que Max debe quitar información de un miembro de Elysium (vaya, andaba cerca, el hombre) y metérsela en el cerebro...y ahora Max no es Quaid, es Johnny Mnemonic. Y qué casualidad, la amiga de la infancia tiene una hija, y entonces se sabe que el guión deja de centrarse en Max y se centra en ellas.

Todo esto sucede a más o menos la mitad de metraje, toda esta información y personajes y situaciones estereotipadísimos se han ido abalanzando sobre nuestra cara a un ritmo cien veces por encima de lo frenético, porque la película no se toma ni un maldito descanso. Para rematar la faena, la jefa malvada de Elysium, que tiene toda la tecnología a su alcance, que puede poner en marcha y detener cualquier cosa desde su cubil del Espacio, precisa (y ya van muchas casualidades) los servicios de un grupo de supermercenarios despiadados, para que el héroe tenga una buena némesis contra la que luchar. Lo restante es eso: la persecución, la venganza.
El director, que hace tiempo dejó las tonterías filosóficas y las reflexiones sociales a un lado, se regocija cual Michael Bay endemoniado en un espectáculo pirotécnico sin sutilezas. Si narrativamente hablando "Elysium" no posee una sola sorpresa o idea original, su entretenimiento es tan salvajemente desvergonzado que nada de eso importa, la acción nos lleva donde quiere, aplasta nuestras neuronas y quema nuestros ojos con un trabajo de efectos digitales alucinante y un ritmo de vértigo. Conocemos lo que vendrá, otra “Soy Leyenda”. ¿De verdad alguien, en lo más profundo de su corazón, sospechaba lo contrario?

Está tan claro que para cerciorarse de que lo comprendemos bien, Blomkamp le ha dado el papel protagonista a Alice Braga (y si Will Smith lo hizo...¿por qué no Damon?).
Esta patraña excesivamente violenta y sin nada nuevo que contar encandiló a millones de espectadores (la mayoría adolescentes, por algo se estrenó en Agosto), ignorantes de las referencias recicladas (pero no confesadas). Los que sí las percibieron ya no opinaron igual; incluso años después el director ha admitido el error que significó esta película...
Chris Jiménez
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6
29 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabajar en un gran y lujoso restaurante siempre fue el sueño del genial Louis de Funès...al menos desde el lado de la ficción.
Hay que tener esto muy presente cuando se accede al Septime, lo mejor de lo mejor en cocina francesa, también en diversión, equívoco, ¡nunca sabe uno lo que puede pasar ahí!

Sueño es lo más correcto. El cómico, ya desde los años '50, tenía en la cabeza esta idea y el motivo era rendir un homenaje a su propio pasado como pianista de bares y cabarets, de alguna manera para hacer las paces consigo mismo a través del cine, pero cuando imaginó esto su poder de estrella era aún muy, muy leve, y es que no sólo pretendía protagonizar dicha película, sino escribirla y rodarla. Demasiadas ambiciones que tuvieron que esperar la friolera de casi una década, madurar y encontrar un todo coherente, pero al observar "Le Gran Restaurant" esto no está del todo claro.
Entre la 2.ª y la 3.ª entrega de la saga "Fantomas" el proyecto se levanta en el entusiasmo descontrolado; De Funès colabora en la producción rodeado de amigos en los que tiene suficiente confianza, su objetivo es lograr un ambiente lleno de alegría, se improvisa, se crea el revuelo. El director por él asignado, Jacques Besnard (un experimentado asistente y director de 2.ª unidad que debuta aquí aunque las órdenes las da claramente el actor), debe repetir una y otra vez las mismas tomas; el guión no deja de reescribirse en mitad del proceso para añadir nuevos chistes. Todo esto, desde dentro, suena maravilloso...

Como espectador-degustador, es algo distinto. Este embrollo de menú que se divide en dos platos empieza aliñándose con el más fino y a la vez más estúpido humor francés de la época, humor blanco y universal para disfrute de todos basado sobre todo en el "slapstick" de toda la vida, los personajes coloridos y los diálogos histriónicos. De Funès brilla desde todos los ángulos, crea un personaje cobarde, cínico y tiránico que controla hasta el más mínimo detalle su comedor, permitiendo además lucirse a unos graciosos secundarios (aunque algo clichés); no hay nada de argumento durante este tramo, sólo pura farsa.
Pero llega el plato fuerte, que se sirve con la llegada de un jefe de Estado de Sudamérica, quien, tras una hilarante escena con un postre que explota por los aires, desaparece de la vista de todos; de seguir un guión más estructurado y comedido la película podría haberse desarrollado por entero dentro del lugar, como lograba con tan buenos resultados Blake Edwards en su "Guateque", por desgracia no sólo se nos obliga a salir del restaurante, sino que el protagonista, con el que hemos pasado tanto tiempo, pierde su carisma, su peso, su protagonismo, y pasa a ser el títere de una especie de alocada intriga con policías desagradables y secuestradores idiotas que no saben donde está el objetivo que pretendían raptar...

Por si fuera poco indigesto el potaje, está condimentado con la mala leche de la bellísima pero aquí insoportable María Rosa Rodríguez (cuyo papel, si desapareciera sin dejar rastro, no afectaría en nada a la historia...); en general todos los personajes que rodean a Septime son desagradables, le llevan de aquí para allá, y para recuperar al supuestamente secuestrado político le manipulan sin conciencia y con una frialdad repulsiva (y yo personalmente aborrezco este aspecto que se da en tantas comedias del estilo). Pero no es que nos pueda importar mucho...
Y la razón es que Septime tampoco es un personaje que en algún momento anterior a este desaguisado policíaco cercano a "La Pantera Rosa" haya demostrado un rasgo simpático, por mí se puede ahogar en las aguas del Sena o despeñarse por las laderas de los Alpes, que, la verdad, no me sacaría ninguna lágrima; incluso de ocurrir esto los camareros aparecerían celebrándolo en una escena inmediatamente posterior. Besnard rueda con poco sentido del ritmo a pesar de lo atropellado y disparatado de la trama, y los "gags" más graciosos corren a cuenta del talento de De Funès, de los efectos especiales y de algún delirio visual llamativo.

Vale la pena recordar algunas locas secuencias de acción en plenas calles de París y el clímax rodado en los bonitos paisajes alpinos, donde todo es tan simplemente absurdo que sólo resta dejarse llevar, igual que el protagonista, relegado a un patético "bouc émissaire" sin nada que ofrecer salvo expresiones de angustia continuas. El restaurante, por cierto, descansa en algún rincón del olvido y no volverá hasta un tontísimo colofón sin gracia.
Y esta tremenda irregularidad se percibió en taquilla. Aunque el actor (y aquí guionista y director) siempre llegaba a recaudaciones millonarias, por alguna razón que no parecía comprender "Le Gran Restaurant" se quedó en una posición más baja de lo habitual, mientras recibía la indiferencia de la crítica; fue poco a poco un éxito, como todo lo que hizo, y más con la campaña de publicidad con la que contó, pero nunca llegó a la altura de sus mejores títulos...
Chris Jiménez
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6
28 de abril de 2024
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Al parecer al señorito belga se le estaba acabando el fuelle a finales de los '90, igual que a muchos otros astros de la acción casposa, y eso que aún estaba en su mejor momento, pero cosas como "Double Team" o "Knock Off", sin mencionar las secuelas que aún se sentían de "Street Fighter", no hicieron mucho bien a su carrera...

Así que "Legionnaire" llegó en un momento oportuno para convertirse en un extraño experimento, en todos los sentidos, y no sólo por su parte. Para empezar el guión era en un principio una especie de comedia en el seno de la legión extranjera, eso es lo que quería Van Damme, sin embargo su compañero Sheldon Lettich, como de costumbre para él, arregló lo escrito hasta hacer de ello una pieza dramática de época, algo un tanto novedoso para el actor; luego llegó el cambio de dirección de Lettich al encargado de la 2.ª unidad y productor Peter MacDonald.
Este veterano ya había sustituido a Russell Mulcahy en la 3.ª entrega de "Acorralado" y no tenía muchas ganas de dirigir tras ocuparse de la decepcionante 3.ª entrega de "La Historia Interminable" (decididamente tuvo mala suerte en sus proyectos...), aunque la experiencia esta vez fue mucho mejor. La presente tiene un punto de partida atractivo para los que somos fans del actor en su faceta habitual, y aquí, a pesar de centrarse la historia en la Francia de los años '20, le queda muy bien hacer de playboy chulo y caradura, y más desempeñándose de duro boxeador al que la mafia local no tiene mucho aprecio.

Así que parece que de nuevo veremos a Van Damme dando golpes como en sus clásicas películas de torneos de lucha y enfrentándose a villanos terribles, incluso hay por ahí una subtrama romántica con una chica que antes era su novia pero ahora está en las garras del gángster de turno (Jim Carter...¿no nos hemos visto antes, monsieur?). Pero esto vira en redondo y en lugar de quedarse el protagonista peleando en Marsella hace exactamente lo mismo que Dubois en "The Quest" (no en vano el actor escribió el guión en ambas, situadas por cierto en la misma época): huir a otra parte para evitar los problemas.
Pero en lugar de ser atrapado por piratas y luego acabar en Siam, este Alain entra en la legión y le destinan a Marruecos. Una escapada gratuita que nada tiene que ver con lo que nos estaban contando; a partir de entonces esto se transforma en un drama dentro de un ejército muy particular compuesto de hombres que huyen de algo, un drama histórico con Van Damme, ni más ni menos. Y la forma en que se introduce en todo esto no es original, ni mucho menos las situaciones que se dan a su alrededor, abarcando el guión todos los clichés habidos y por haber del cine bélico enfocado en la preparación de soldados y con todos sus arquetípicos personajes y diálogos.

A pesar de los malos detalles salpicados aquí y allá, a pesar de que por enésima vez tengamos que ver al parlanchín y tonto italiano de las narices para añadir algo de humor y al negro melancólico y solitario como amigos del protagonista, incluido uno que no despierta mucha confianza, a pesar de que el personaje de Katrina es un absoluto cero a la izquierda que no aporta nada de nada en este guión, a pesar de tener que aguantar los gritos del clásico jefe cascarrabias de la tropa que no se se callará hasta que no le maten, sí que vemos cómo evoluciona el personaje principal.
Van Damme juega a probarse de nuevo en el terreno dramático y sobreponerse, no tanto con sus puños sino más con el sentido común y el esfuerzo, a las adversidades del terrible entorno en el que se ha metido y del que ya no hay posibilidad de huir y, cosa curiosa, esos estereotipos que orbitan a su alrededor también poseen instantes interesantes donde se les permite abrirse y desarrollarse, a menudo sorprendiendo con algún giro inesperado; lo que hay afuera, y ese es otro fallo del guión, no le importa a nadie en realidad. Se supone que estamos en Marruecos y que estos hombres luchan contra fuerzas bereberes...pero, ¿y qué más da?

Por lo que a mí respecta son enemigos impersonales que aparecen y matan a mucha gente; pueden ser bereberes o alienígenas de Venus, eso no altera la trama. Lo realmente incomprensible es que, llegados a este punto, la película quiera seguir manteniendo la historia del principio y por narices tenga que volver a aparecer el mafioso cabreado y ordenar a sus secuaces seguir persiguiendo al protagonista (lo divertido es que lo hacen, y sin explicaciones ni nada se encuentran con él por medio de la magia de la elipsis...¿pero saben estos subnormales el lío en el que se han metido?).
Quitando estas tremendas incoherencias uno puede quedarse con esos pocos personajes carismáticos y sus dramas personales, las bonitas localizaciones del desierto de Marruecos, donde se dispuso un rodaje difícil y caluroso, y las bien filmadas escenas de acción por MacDonald (sobre todo el espectacular clímax, con ecos inevitables de "El Álamo"). Sin embargo, y esa fue la parte más experimental del proyecto, los distribuidores consideraron que las últimas obras de Van Damme no habían sido muy exitosas, por lo que primero estrenaron el film en el extranjero, luego en formato vídeo en EE.UU. y por último en cines en el país.

Extraña maniobra con la mirada puesta en los beneficios del mercado doméstico que ya iba convirtiéndose en tendencia; sólo harían falta unos años para ver al belga y sus coetáneos (Seagal, Lundgren, Snipes...) convirtiéndose en miembros de honor de dicho mercado.
Eso sí, los proyectos que iban a protagonizar ni tenían el mismo nivel de presupuesto ni de atractivo que "Legionnaire", que es toda una "rara avis".
Chris Jiménez
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7
27 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que poseer una mente muy enferma y retorcida para concebir una historia como "Cujo"...por fortuna este es el mayor don de Stephen King, quien además lo combinó con intensas dosis de alcohol mientras lo escribía, razón por la que hoy no recuerda casi nada de aquel proceso.

El asesinato de un niño por un san bernardo en Maine o aquel día que llevó a arreglar su moto y fue atacado por un perro de la misma raza pudo servirle de inspiración, si bien por aquellas fechas ya se estrenaron algunas películas donde el llamado "mejor amigo del hombre" era convertido en su peor asesino...pero el poder de "Cujo" es mucho más fascinante, también uno de los relatos de horror más descarnadamente tristes que se hayan escrito, por lo creíble de la presencia del Mal y por explorar el miedo interior de un animal a perder su alma debido a un elemento sobrenatural que no entiende del todo (una infección en este caso).
El pasaje donde mejor se expresa esto es cuando Cujo emerge cual espectro de un banco de neblina al notar la presencia del "Chico" (Brett); en otro tiempo su más fiel compañero, pero ahora su incontrolable furor asesino le incita a "echarse sobre él, desgarrarle y beber su sangre"...hasta que escucha su voz de nuevo y le reconoce ("Es "el Chico", y "el Chico" nunca le había hecho daño"). En recomendación del propio King, Lewis Teague, director de "Allitor" y "The Lady in Red", fue contratado como reemplazo de Peter Medak para la adaptación, que llegó dos años y muchos elogios después (amén de críticas negativas).

Pero aquí, aunque la trama se sigue más o menos igual, se cometen dos errores clave: uno es que el ataque del murciélago que infecta a Cujo se produce al empezar la película, mientras en el libro la familia Trenton se cruza con él antes, por lo tanto es más comprensible y también menos sutil el terror que el perro infunde a Donna. Su álter-ego literario siente el miedo como un inexplicable presagio del caos que surgirá tras una conjunción de sucesos fortuitos; esta sensación casi crea una atmósfera onírica en el libro (y es que al principio se recuerda al asesino Frank Dodd, personaje de "The Dead Zone" que simboliza el Mal, un Mal con muchas caras, un Mal que aparece de cuando en cuando y es auténtico).
En el film todos estos bonitos detalles no existen porque la versión de Cronenberg se estaba rodando en ese momento y porque, sinceramente, habría quedado muy ridículo en pantalla escuchar los pensamientos de Cujo con voz "en off"; el guión mantiene la infidelidad de Donna y las ganas de huir de Charity, esposa del tipo que arregla el coche de los Trenton, y así, una vez más, las familias disfuncionales, sin importar la clase a la que pertenecen, son parte del universo "kingniano", o parte del poco atractivo ambiente de Maine. En el primer caso la mujer produce repulsión, en el segundo lástima, aunque los abusos físicos a Charity no se muestran aquí, pero no hay que ser muy listo para saber que suceden casi todos los días.

Este malestar familiar, lejos de ser gratuito, ayuda a que el futuro desastre se produzca, y a eso se unen problemas tan reales y cotidianos, como estropearse un coche, que parecieran maquinados por algún ente despiadado del lugar; Teague y el director de fotografía Jan de Bont, con mucho esmero por el aspecto visual, saben imprimir de algún modo mágico esta sensación de horror latente a las atmósferas (sobre todo en la secuencia donde Cujo, como en el libro, surge de la espesa niebla ante Brett) antes de dejarnos atrapados igual que a Donna y al pequeño Tad dentro del viejo Ford Pinto en el patio de Joe.
La siguiente 2.ª parte de la historia ya se olvida de Charity y su hijo (en las páginas no sucedía) y casi de Vic para centrarse en el calvario, inimaginable, que vivirán ellos dos, y esto es un "tour de force", un desesperante torbellino de tensión iniciado con el pasmoso y memorable salto que pega el animal sobre el coche de la mujer. El lector no podrá olvidar la descripción del mejor encuentro entre Donna y Cujo en el libro, con ese colorido uso de la prosa adjetival que sólo King tiene ("Los ojos del perro se posaron en ella, estaban colorados y legañosos, y de ellos goteaba una especie de sustancia viscosa; el perro parecía derramar lágrimas pegajosas y su pelo estaba cubierto de barro...¡y sangre, es eso, es sangre, Dios santo!").

Pero la pericia de Teague y los buenos efectos especiales consiguen su propósito, y por supuesto las sorprendentes interpretaciones del pequeño Danny Pintuaro y Dee Wallace, metidos a conciencia en los personajes y en el abismo infernal al que han ido a parar por casualidad. La de Donna es una lucha con importantes subtextos: destruir por cuestión de supervivencia la naturaleza que el ser humano aparentemente creía poder domesticar y la creencia en el Mal como algo plausible, real, de carne y hueso. Bueno, es imposible igualar la pesadilla que suscitan las páginas...
Pero el director te absorbe con esa fuerza visceral y sabe ponerte en el lugar de Donna, en ese Pinto abrasado por el sol del verano más caluroso de Maine, reflexionando sobre la cuestión de que hay que matar y destruir para proteger lo que queremos; por desgracia el film no puede permitirse ser todo lo pesimista que fue el autor en su conclusión (lo que llevó su libro, entre otras cosas, a una fuerte controversia). No es tan creíble ni tan poderoso, es más bien una solución al estilo hollywoodiense, nada propia para el aluvión de brutalidad que se nos ha echado encima en unos minutos.

Los personajes de King no tenían el control del destino ni de la naturaleza en sus manos, así como el conejo que se escondió en la madriguera no tuvo más remedio que morir de hambre miserablemente por el Mal que permanecía fuera.
El guión no llega a estas conclusiones tan devastadoras, claro...
Chris Jiménez
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8
27 de abril de 2024
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Allí estaban, cientos de norteamericanos, europeos, filipinos, recluidos en un campo de 700x500, algunos gravemente enfermos, otros sucumbiendo a torturas o muertos de hambre.
Al campo de Cabanatuan le llamaban "El Pabellón Cero" porque salir vivo de allí era imposible...y no lo dice el guión de esta película, lo dice la Historia.

Es coincidencia tal vez, o cosa del destino, que el padre de John Dahl sirviera en uno de los grupos destinados a Filipinas y que acabara con sus huesos en la prisión para aceptar éste el proyecto millonario de los hermanos Weinstein; el problema era que el guión, aun inspirado en libros donde se trataba la terrible vida de los apresados en aquel infierno y el asalto de las tropas americanas y filipinas del 30 de Enero de 1.945 para liberarlos, se tomaba tantas licencias que el parecido entre lo narrado y los eventos históricos no tenía nada que ver. Leer "basado en hechos reales" en la página final fue la gota que colmó el vaso...
Su decisión fue tajante: o los productores le dejaban cambiar esa patraña que debía más a las películas de Chuck Norris o se iba con viento fresco; por fortuna pudo hacerlo y las descripciones obtenidas de veteranos de guerra recluidos en la prisión a los que entrevistó fueron cruciales. Contar la verdad tal y como ocurrieron las cosas es clave en este tipo de obras, para ello, y aunque parezca algo demasiado pedante, reaccionario quizás, o incluso discursivista, se empieza con una clase de Historia sobre los sucesos que provocaron esta legendaria misión de rescate.

Y esto no fue filmado por Dahl, son imágenes de archivo, auténticas imágenes donde es muy comprensible el odio que Occidente sentía por el pueblo japonés en aquel momento. Aunque, como siempre sucede con estas cosas, el pueblo no tenía nada que ver, sino sus despiadados militares; y es que, esas cabezas brillantes que tanto se quejan de las descripciones extremadamente injustas de los nipones en el film, pueden acercarse a las imágenes o, si poseen un estómago duro, a las grabaciones que se conservan del trato a los prisioneros extranjeros o de las condiciones en las que "vivían" dentro de Cabanatuan y otros campos.
O de la llamada Marcha de la Muerte de Bataan, donde más de 70.000 presos fueron obligados a desplazarse a pie hasta San Fernando y luego hasta el campamento O'Donnell; con las manos atadas muchos soldados y civiles fueron ejecutados o desmembrados con las espadas y cuchillos durante la marcha. Así que, ¿propaganda es lo que aquí nos venden? No, fue la realidad, y me afecta hablar de esto porque mi familia política es japonesa...pero la crueldad de aquellos hombres con tal de conquistar y diezmar a quienes se les ponían por delante fue más allá del límite. En el caso de los campos de prisioneros, la visión de Kobayashi en su épica "The Human Condition" basta para hacerse una idea de dicha crueldad.

Dahl empieza su historia desde la narración del capitán Robert Prince, que decentemente interpreta un joven James Franco, pero no resulta tan molesta como en otras películas, ya que al menos su voz no la atraviesa de principio a fin. Parece que nadie se acuerda ya de los abandonados en Filipinas, pero no el mayor Robert Lapham, que propuso el rescate y la orden llegó hasta el teniente Henry Mucci, y tal como vemos aquí su unidad estaba compuesta de guardabosques, rangers o scouts, hombres que nunca habían entrado en combate bélico real.
Ya está planteada la premisa durante las próximas dos horas de metraje: su preparación, su logística, su puesta en marcha y su ejecución. Pero el guión hace aquí un alto y para que todo el proceso resulte algo más fácil de digerir, y más atractivo para el espectador, otras dos tramas se abren en paralelo: una tiene lugar dentro del campo, donde Joseph Fiennes da vida (y de manera brillante) al, en este caso sí ficticio, mayor Daniel Gibson. ¿Licencia artística? Bueno, como él habría miles allí, y no molesta su presencia, ya que es necesaria como nexo de la tercera trama, protagonizada por una mujer: la real Margaret Elizabeth Utinsky.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Por desgracia para el director, los Weinstein están en ese mismo momento cortando sus relaciones con Disney y tienen que mudarse de las oficinas; la película, acabada en 2.002, se mantiene a la espera en un armario hasta poder ser distribuida, lo que llevará nada menos que tres años. Y cuando esto sucede, para colmo de males, es uno de los mayores fracasos del momento...
Ya fuera el panorama bélico internacional o que los gustos del público y la crítica estaban cambiando y el tema de la 2.ª Guerra Mundial había perdido interés, "El Gran Rescate" se estrelló sin remedio; una vergüenza que obras tan bien narradas y comprometidas con la veracidad histórica fracasaran y un "blockbuster" basura como "Pearl Harbor", sin ir más lejos, tuviera una recepción tan exitosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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