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Unión Pacífico

Western. Drama En 1862, durante la Guerra de Secesión, dos empresas rivales comienzan a construir la primera línea de ferrocarril transcontinental que enlace el Atlántico con el Pacífico. Al tiempo narra los amores entre la hija de uno de los maquinistas, Mollie Monahan (Barbara Stanwyck), el agente del gobierno encargado por la Union Pacific de la seguridad del proyecto, Jeff Butler (Joel McCrea), y el principal saboteador Dick Allen (Robert Preston). (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
1 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un Western canónico, de los de siempre, con mucha historia. Una película de gran formato, con alto sentido patriótico, una especie de epopeya moderna. Una película que incluso puede tener un cierto espíritu pedagógica, pues puede ayudar a explicar lo que, visto desde nuestra perspectiva actual, puede considerarse una decisión estratégica capital: la construcción de un ferrocarril que hubiera ambos Océanos. Estoy convencido que a Sergio Leone esta película le encantaba. Ciertos planos de la construcción del ferrocarril de su Hasta que llegó su hora (1968) están claramente inspirados en algunos de esta cinta. Aunque, naturalmente, son películas radicalmente diferentes, tanto en el tono como en el fondo.
DeMille tiene algo en su forma de rodar que lo hace una especie de clásico intemporal. No es que rodara muchas películas, pero cinta por cinta, como se diría en boxeo cuando se menta el kilo por kilo para determinar, sobre todo sonoras. Sí es cierto que tiene muchas mudas, pero las sonoras en casi treinta años no son muchas. Pero todas especiales, interesantes y muy míticas.
El reparto de esta cinta es, sencillamente espectacular: Barbara Stanwyck, tan espléndida como siempre, brutalidad emocional, sencillez en el trato, y perfidia en la mirada, Joel McCrea, algo impostado y, como siempre que le veo en papeles duros, poco creíble, falto de mala leche; Akim Tamiroff, Robert Preston, tan grande como siempre, Brian Donlevy tan su característico bigotito, y Anthony Quinn, con poquísimo metraje (no creo que llegue a cinco en pantalla).
ÁAD
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26 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy toca refrescar las matemáticas y al mismo tiempo un poco de Historia. Veamos que tal se les dan.

Problema:
Un tren sale del Oeste, llamémosle Central Pacífic, en dirección hacia el Este a una velocidad constantemente acelerada de X por 2 años de ventaja partido por Y, que es la pasta que los inversores han metido en ella.
La compañía rival, la Unión Pacific, no quiere quedarse atrás y pone en marcha su propio trazado, que comienza desde el Este, a velocidad Z y ha de cruzar 4.500 kilómetros, la mayor parte de ellos de territorio virgen.
Teniendo en cuenta las adversidades climáticas, los problemas de la orografía del terreno, los saboteos programados, la hostilidad de los indígenas ante el allanamiento de sus tierras, el inconstante y poco fiable factor de la masa laboral, que un día curran mogollón y otro día se dedican a hacer peinetas a la patronal y los accidentes imprevistos varios...
¿En qué punto se encontrarán, en que día y ,sobre todo, qué tren ganará la partida?
(Solución en el spoiler)


Nadie como Ceci B. DeMille cuando se trataba de narrar los momentos épicos de la Historia. Importa poco su rigor lo que con DeMille se trata es de épica y espectáculo.
Y esta película nos la ofrece a raudales. Toda una gesta en la Historia de los EEUU. El primer tren intercontinental que uniría Atlántico y Pacífico.
Un relato bien dispuesto que exalta el valor del heroísmo y del progreso y que debió tener muy poco que ver con la realidad. Pero lo que siempre digo, los que busquen relatos más críticos deberán buscar en otra parte. A ver si lo encuentran. El "reaccionario" DeMille sabe cómo dejar satisfecho al espectador que es de lo que se trata. Desde la introducción que nos muestra a los que concibieron el proyecto. Sus intereses, que se camuflan patrióticos pero eran más bien pecuniarios como todos los negocios al fin. Sus defensores, sus detractores, intereses creados y a menudo opuestos, hasta la descripción de la megalómana construcción que en 1867 supondría la definitiva cohesión de la nación que se convertiría en la más poderosa del mundo.
Para darnos cuenta de todo ello no podemos obviar las magníficas escenas de acción y la poderosa habilidad que tenía DeMille para rodar sobre cientos de hombres.
Una recreación fastuosa del titánico trabajo, con sudor y lágrimas pero intercalado con humor y alegría, dejando sitio para los momentos intimistas y los dramas personales que correrán a cargo de una Bárbara Stanwyck, majestuosa como siempre, divida entre dos hombres que son amigos y antagonistas al mismo tiempo, ya que operan en bandos distintos. Uno está encargado de hacer que el proyecto avance y de solucionar los imprevistos (McCrea en un puesto algo así como de sheriff de la compañía con licencia para matar) y el otro (Robert Preston que opera en el bando contrario. Su función es sabotear en lo posible el avance del ferrocarril y actúa bajo las órdenes de Brian Donlevy, mercenario a su vez de un financiero al que no le interesa que esas obras lleguen a buen puerto).
Debemos mencionar también que hay aquí un pequeño papel para Anthony Quinn. Su presencia dura sólo unos minutos pero ya se apodera absolutamente de la pantalla. Se adivina el nacimiento de una estrella.
Las escenas de acción son de enmarcar aun a día de hoy. A mi me parece mentira que en 1939 hubieran ya alcanzado tal virtuosismo como el que vemos en estas superproducciones.
Una película altamente disfrutable. Se lo pasarán muy bien. Palabra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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29 de abril de 2022
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Dos viejos compañeros de armas de la pasada guerra civil que se aprecian pero que ahora están en bandos enfrentados, Jeff Butler (McCrea), "Modales de cabalero, sonrisa de niño y manos de pistolero", que defiende a la compañía Union Pacific de los sabotajes que promueve Dick Allen (Preston) para beneficiar a la Central Pacific. Dos "ases" que compiten también por una "reina", Mollie Monaham (Stanwynck), la gentil cartera de la Union Pacific que en 1868 caminaba hacia Cheyenne en busca de "El Oeste, el imperio de América".
Western ferroviario que muestra la grandiosa aventura de enlazar con raíles los dos océanos, pero también la mezquindad de los especuladores sin escrúpulos que esperan obtener "Una cosecha de oro en esos carriles de hierro", aunque para ello tengan que sabotear a sus adversarios.
Magnífica narración con un guion que explica muy bien el momento histórico, y épico, que se vive. Con asentamientos provisionales donde se impone la ley del más fuerte, "Nuestra ciudad está en construcción y el código legal no existe". Donde nacen y mueren ciudades en función de las decisiones de los ingenieros, "Todo esto va a Laramie. -¿Y dónde está Laramie? -Donde pongamos todo esto".
Ambientación impecable con un gran despliegue de trenes, estaciones, cantinas, puentes, descarrilamientos y extras. Mastodóntico todo según la forma de trabajar de su director, que maneja a sus anchas grandes masas de personas cada una ocupada en lo suyo.
Tampoco descuida tratar del carácter de sus personajes, entre los que destaca la ambivalencia de Dick atrapado entre el amor a Mollie, el compromiso con el malvado Sid Campeau (Donlevy) y la amistad con Jeff que queda un tanto eclipsado. Pero sobre todo una gran Mollie pretendida por ambos y dotada de una fuerte personalidad, fiel y apasionada.
Dentro de lo mastodóntico de la cinta queda también sitio para la broma que llega de la mano de los simpáticos ayudantes de Jeff, para la pena que se siente cuando "leen" la carta que llega de Irlanda al agonizante, para la tensión cuando Mollie interpreta el futuro de sus amigos a través de los posos que ha dejado el te sobre las tazas.
Notable película a la que tal vez sobren las escenas del ataque de los indios al convoy, así como parte de la parafernalia historicista. Muy recomendable.
Lafuente Estefanía
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3 de diciembre de 2023
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Con La llegada del tren (1895), de los Hermanos Lumiere, algunos de aquellos primeros espectadores del cinematográfico pensaron, atemorizados, que aquel tren que aparecía en la pantalla iba a traspasarla y arrollarles. Cecil B De Mille parece que redescubre las potencialidades narrativas del cine en Union pacific (1939), con un tren de sombras que surca el celuloide con un ímpetu arrollador, sin que nunca descarrile ( y eso que dos de sus momentos álgidos tienen que ver con dos espectaculares descarrilamientos). La película, con guion de Walter DeLeon, C Gardner Sullivan y Jesse Lasky jr, narra, precisamente, una gesta, la construcción, por parte de la Union Pacific, tras que Lincoln diera el visto bueno en 1862, de la vía férrea que uniera por primera vez ambas costas, desde el río Missouri a San Francisco (desde donde habían empezado a construir el otro extremo la Central Pacific), tarea iniciada en 1863, y finalizada en 1869. La película, junto a La diligencia (1939), de John Ford, estrenada dos meses antes, revitalizó y propulsó el género del western a otra dimensión, u otra categoría, la de los medios de producción y de aceptación y consideración por parte de los espectadores, aunque la obra de Ford se llevara los laureles en los libros de Historia, como obra bisagra, cuando, particularmente, me parece que la obra de DeMille resiste mejor el paso del tiempo; o resulta más sugestiva su entraña de gran relato, de raigambre decimonónica, surcada por una estimulante discontinuidad y excentricidad, como si se cambiara de atracción de feria sin perder nunca el paso o sin saber cuando se dará la singular salida de tono: El indio que dispara el piano porque al sonar piensa que le ha mordido.

Si hoy viviera De Mille no sé si alguien le superaría a la hora de elaborar blockbusters. Dejando de lado estimulantes excepciones como la saga de Misión imposible (en particular a partir de la IV), o Skyfall (2012), de Sam Mendes, es arduo encontrar a una obra que pueda equipararse a este tren narrativo tan vigoroso como arrollador capaz de encadenar sin descanso situaciones dramáticas sin dejar de perfilar con mano maestra a un notable número de personajes, y realizar una descripción de ambientes ( tan minuciosa que derivaba en abigarrada, pero era un abigarramiento consustancial a su estilo, de atmósferas cargadas, tensas, rebosantes y excesivas, pura exuberancia). Dos ejemplo: La primera secuencia en el tren en la que coinciden los principales personajes en liza. El capitán Butler (Joel McCrea), agente del ferrocarril, que llega a caballo y se sube en movimiento al tren (como así transcurrirá en la narración, resuelto ante cada imprevisto), en el que ya viaja Pompeu (Brian Donleavy), a quien le han encargado que sabotee el proceso de construcción a lo largo del trayecto, con sus secuaces, entre los que resalta el vivaz Allen (Robert Preston). Como también están los que se convertirán en sombra protectora de Butler, la singular pareja que conforman Fiesta (Akim Tamiroff) y Leach (Lynn Overman). Y en medio, trabajadora en el tren, la hija del maquinista, Mollie (Barbara Stanwyck), quien también se encontrará en medio de una lid sentimental, porque es cortejada por Allen, pero, a la par, se va gestando, se va poniendo en movimiento, una atracción con Butler (espacios reveladores: el primer encuentro entre vagones, que termina con bofetada; ambos impulsando la vagoneta, a impulso de columpio, topándose con unos búfalos, como su naturaleza empieza a encontrarse). Por añadidura, Allen y Butler son amigos que sirvieron en el mismo bando en la recién acabada guerra civil, y ahora, en cambio, se encuentran en bandos opuestos. Aunque no es óbice, como que les interese la misma mujer, para que mantengan su relación, siempre con una sonrisa caballeresca, y cómplice o risueña (incluso en cierto momento en que el primero, junto a dos secuaces, amenace la vida del segundo, en presencia de Mollie). Pero es el espíritu que alienta la obra. El país seguía dividido, sin encontrarse. El encuentro entre los dos extremos de la construcción de la vía férrea es el símbolo de esa búsqueda de unión anhelada, de reafirmación de un país, de una nación. Como tampoco el indio tenía que ser el enemigo: la pelea, en esa primera secuencia en el tren, que mantiene Butler con un secuaz de Pompeu que ha disparado contra un indio que saludaba, a lomos de su caballo, al paso del tren (en una de las secuencias finales, serán los indios los que logren que descarrile el tren).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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10 de marzo de 2024
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Dirigida por Cecil B. DeMille con su característico estilo visual, es un western que narra la construcción de la primera línea de ferrocarril transcontinental que enlazó el Atlántico con el Pacífico durante la Guerra de Secesión en 1862.

En esta cinta hay indios, un triángulo amoroso, tiroteos, codicia, valor, peripecias y humor, de todo un poco y bien dosificado.

Se disfruta sobre todo por su estilo épico y su capacidad para combinar momentos dramáticos con panorámicas hermosas y escenas hilarantes.

El estilo épico lo vemos en la difícil y empecinada construcción del ferrocarril transcontinental, con sus ideólogos y patrocinadores y sus contrapartes: sus saboteadores.

Las escenas de construcción, los trenes en movimiento y los enfrentamientos con los indios se presentan con gran espectacularidad. Hay cientos de extras y una producción muy cuidada ¡Primera Palma de Oro en Cannes, 1939, nada menos!

También refleja la dureza y los desafíos que enfrentaron los trabajadores en la vida real mientras construían la línea ferroviaria a través de geografías difíciles y peligrosas. Y de cómo, conforme el ferrocarril avanzaba, los personajes deben enfrentarse a decisiones difíciles y sacrificios personales.

La fotografía de Victor Milne, amén de hermosa, muestra paisajes impresionantes, desde las vastas llanuras hasta las montañas escarpadas, lo que añade un sentido de aventura y grandeza a la película. Igual de intensa es la música de J Leipold y S. Krumgold.

Historia de América bien cuidada, fascinante y plena de acción. Es, sin más, una película que combina elementos clásicos del género western con la grandiosidad y espectacularidad que caracteriza a las películas dirigidas por Cecil B. DeMille. Si te gustan las epopeyas y las historias de aventuras, esta película podría ser de tu interés.
Kikivall
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