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Paulina

Thriller Paulina es una joven abogada que regresa a su ciudad para dedicarse a labores sociales. Trabaja en un programa de defensa de los derechos humanos en zonas humildes de la periferia de la ciudad. Tras la segunda semana de trabajo, es interceptada y atacada por una patota. Remake del clásico del cine argentino del mismo nombre, que en 1961 dirigió Daniel Tinayre, con Mirtha Legrand como protagonista. (FILMAFFINITY)
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2016
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién sabe que pretensión artística movió a los productores, director y actores a rehacer esta historia de los años 60, pero lo que sí veo claro es que el resultado no es bueno.
Lo primero que siento impulso de analizar es la historia en sí misma.
La versión original protagonizada por la incombustible Mirtha Legrand tiene cientos de fallos, (sobre)actuaciones cuestionables, calidad fílmica muy pobre dada la época en que se realizó, sin embargo sigue siendo para mí mucho más creíble que este remake que además de no sumar nada, deja patente un garrafal error al pretender encajar personalidades de hace más de medio siglo en personajes actuales.
Los abusos sexuales como el relatado en la película fueron, son y lamentablemente serán mucho más frecuentes de lo que quisiéramos, sin embargo las decisiones sociales e individuales al respecto no son siempre iguales. Las sociedades evolucionan y en la época en que se realizó la primera versión de “La Patota” una mujer atacada era vista como cuasi culpable de su desdicha y por lo general se pretendía ocultar el hecho en lugar de buscar justicia.
Afortunadamente y aunque falta un largo camino la sociedad fue madurando. Las mujeres en general ya no suelen tolerar sumisas este tipo de abusos y mucho menos las mujeres de nivel educativo, socioeconómico o cultural más elevado.
La película me parece mala, me rebela, me genera rechazo a los personajes equivocados y creo que transmite un mensaje erróneo para esta época.
Luego, como obra cinematográfica tampoco es gran cosa, no se exige de gran manera a los actores, no posee una dinámica visual atrapante, intenta jugar con la línea temporal de forma un poco torpe provocando más confusión que esclarecimiento. Un filme innecesario que para mí no supera los 2 puntos sobre 10.
Alfredo
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4 de octubre de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no me convence, es inverosímil y nadie, en su sano juicio actúa de la forma en que lo hace la protagonista. No crea debate de ningún modo, no existe tal cosa. Lo habría si nuestra protagonista, Paulina, nos diera argumentos suficientes para creernos su manera de proceder. Su propuesta queda vacía, hueca en un absurdo sinsentido, lejos de la realidad donde el buenísmo (tan de moda últimamente) juega un importante papel y como en la mayoría de las veces, hace aguas como lo hace también el guion de dicho film. Una abogada pija se revela contra "su papá" (personaje mucho más cuerdo y loable) queriendo dejar atrás su vida (de pija) para volver a su pueblo y trabajar en un colegio con problemas y desigualdades sociales etc... Hasta ahí todo bien, todo el mundo tiene derecho hacer un cambio en su vida, si ésta, está vacía. El problema viene después, cuando Paulina es atacada y agredida sexualmente, justo después de dicho suceso, la película se va al traste, se pierde, hace aguas, no tiene sentido y te pone de mala leche por la incoherente actitud que toma la protagonista.

Guión/Argumento: 2,5
Dirección: 3,5
Interpretaciones: 6
Música/Soundtrack: 4
Producción: 2,5
Satisfacción/Sensación: 3

Total: 3,5
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Space is the Place
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14 de diciembre de 2015
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperaba más de esta película, básicamente porque no me acaba de convencer lo que plantea, a pesar de la gran interpretación de Dolores Fonzi.
Mitre intenta negar el ojo por ojo, pero el resultado es al menos, discutible.
Como dice José Manuel Cuellar en ABC “no se sabe si busca la provocación, la justicia divina o quizás un santuario para su protagonista”…
floro
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23 de noviembre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paulina, el segundo largometraje del argentino Santiago Mitre, es una película difícil de olvidar. Es la demostración de que, aunque no sea lo común, también se puede trascender a partir de un trabajo de encargo. También una confirmación de que la palabra remake no ha de ser nociva per se. No olvidemos que Paulina es un remake de La patota (Ultraje), un clásico del cine argentino dirigido por Daniel Tinayre en 1961. Mitre ya demostró con El estudiante, su ópera prima, que es un cineasta muy a tener en cuenta, un narrador prodigioso; pero aquí, en Paulina, consigue llegar a un nivel superior. El argentino se apoya en una Dolores Fonzi que hace suya Paulina (personaje y película), dejando una interpretación merecedora de todos y cada uno de los premios a la mejor actriz protagonista.

Lejos de ser una película política al uso, de esas que a veces se olvidan del arte al que pertenecen en pos de reforzar su mensaje, Paulina supone el ejemplo perfecto de equilibrio entre contenido y continente. El trabajo de dirección de Santiago Mitre es uno de los más inteligentes en los últimos tiempos, y el mensaje/discurso/debate que crea, uno de los más ricos y potentes del cine moderno. Además, en cuanto a la maestría y elegancia narrativa de la película, que juega a la perfección con los puntos de vista para dar una visión más objetiva del acontecimiento que vertebra el film, no he visto nada similar en los últimos años a excepción de Loreak.

Es recomendable ver Paulina sin conocer su argumento, pero a la vez es una película cuya importancia reside en miradas, silencios y conversaciones que tienen un peso fundamental. Puedes conocer todos y cada uno de los acontecimientos que tienen lugar, pero no la habrás visto hasta que el contundente plano final concluya. Por tanto, más que mencionar su sinopsis o argumento, lo que voy a hacer es decir de qué trata Paulina y no lo que pasa en ella.

Paulina deja de lado una brillante carrera en la abogacía para aplicar sus ideales, para ponerle el cuerpo a un programa social que lleva tiempo desarrollando. Su decisión implica abandonar Buenos Aires para ejercer de maestra rural en las villas de Misiones, en Paraguay. Su padre, un prestigioso juez, no parece muy contento con su decisión; pero Paulina tiene muy claro lo que quiere hacer y cómo lo quiere hacer, y que su padre y novio estén en desacuerdo no hará que su opinión varíe.

El trabajo de Santiago Mitre se valora más tras visionar la película de Daniel Tinayre. No sólo demuestra su habilidad e inteligencia tras las cámaras, sino que además lleva a cabo un trabajo sobresaliente en la reescritura del guion: actualiza el relato a nuestros tiempos, eliminando el componente religioso y los innecesarios subrayados de la obra original. Las innovaciones respecto de su material de partida son manifiestas: lo que allí era blanco o negro aquí es ambiguo, y ciertos elementos son reutilizados para dar complejidad al puzzle y obligar al espectador -en mayor proporción si se ha visto La patota- a prestar atención e intentar adelantarse a los acontecimientos. En este sentido, las elipsis juegan un papel clave en la narración.

La mayor virtud de Paulina reside en las emociones que genera en el espectador, las cuales van desde la fascinación hasta la incomprensión y la incomodidad. El comportamiento de la protagonista es desconcertante, tanto en los actos que haciendo un esfuerzo podemos comprender, como en aquellos que escapan de toda lógica. Pero el debate que debería originarse tras el visionado ha derivado, quizás, en uno mucho más inerte y sin respuesta. Deberíamos esforzarnos más por entender la incapacidad que tiene la condición humana para tolerar aquellas decisiones con las que no está de acuerdo, o aquellas que ni siquiera acierta a comprender, que en comprender a Paulina. Al fin y al cabo, entre muchas otras cosas, Paulina trata de eso. La respuesta de todas las incógnitas que pueden ser explicadas de alguna manera están resultas en las largas conversaciones que mantienen Paulina y su padre. Para el resto, me temo que no hay.

Pocos personajes femeninos tan cargados de aristas y matices como Paulina Vidal. El rostro de Fonzi carga con la totalidad del componente dramático, aunque en determinados momentos le cede esa responsabilidad a Oscar Martínez, que supone el contrapunto perfecto para Fonzi. El plano secuencia de alrededor de diez minutos que tiene lugar al principio del metraje nos presenta a Paulina, cuyo compartamiento y convicciones no mutarán aunque para ello deba caminar en la soledad absoluta. Paulina persigue la libertad de decisión -¿qué mejor manera que llevándola a cabo?- y la verdad, aunque para ello tenga que aplicar su propia idea de justicia; la que, en sus propias palabras, cuando hay pobres de por medio busca culpables, no la verdad. Y no hay verdad más grande que esa.

Al jugar con los diferentes puntos de vista, Mitre abre la posibilidad de que empaticemos con personajes con los que moralmente no deberíamos hacerlo. El comportamiento más irracional de todos es el de Paulina, y el resultado de esto podría ser contraproducente; sin embargo, esto no hace más que formar parte de la riqueza del debate que propone la película, que por momentos nos obliga a cuestionar nuestra propia existencia. ¿Dónde están los límites de la moral?

PD: Sigue en spoiler sin spoilers
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Marty Maher
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8 de diciembre de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Paulina” es un remake de la célebre película de Daniel Tinayre titulada “La patota (1960)”. Santiago Mitre realiza una adaptación libre y personal, convirtiendo las motivaciones religiosas de la protagonista en principios y reivindicaciones políticas y sociales. Ya desde la primeras líneas del guión Mitre escribe pensando en Dolores Fonzi como protagonista. Es un papel sumamente exigente ya que el personaje no se construye con emociones físicas y visibles, es pura introspección: sus sentimientos más íntimos, su dolor y el trauma por la violencia sufrida subyacen bajo una patina insondable. Sus pensamientos y sus actos, resultan en buena medida incomprensibles, sin embargo hay algo que nos acerca misteriosamente al personaje: no por que sintamos lástima por ella, sino tal vez por que admiramos su sólido compromiso con los ideales por los que siempre lucho. Dolores Fonzi nos brinda una lección magistral de interpretación. Oscar Martínez no se limita a servir de escudero de la estrella, se muestra tan solvente y tan creíble como siempre. En su anterior película “Relatos salvajes” ya había conseguido el premio al mejor actor de la Academia del Cine Argentino, y el de la crítica. En “Paulina” construye un personaje redondo.

Leer reseña completa en:
http://elcinepormontera.com/paulina-argentina-2015-santiago-mitre/
elcinepormontera
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