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Vampyr, la bruja vampiro

Terror. Fantástico En esta película Dreyer nos introduce en un universo fantasmagórico por medio de imágenes expresionistas. Un joven viajero, Allan Gray, se aloja en un extraño castillo, cuya atmósfera densa y enrarecida recuerda la de las pesadillas. El joven comienza a tener espeluznantes visiones, de las cuales la más terrible es el descubrimiento de una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja. El maestro Dreyer rueda ... [+]
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2012
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas inclasificables, que no sólo escapan a la lógica del género al que aparentemente pertenecen, sino que incluso hacen difícil un análisis coherente (sobre todo si, además, como es el caso, ha de ser breve). Vampyr me parece una de ellas. Puede fascinar, pero es difícil razonar por qué. La mente racionalista no encontrará en ella más que limitaciones, cosas inexplicadas, contradicciones --incluso absurdos--, y sin embargo... Y aunque no se trata de sustituir la experiencia suprarracional de su visión por un intento de descodificación, como si de un mensaje en clave se tratara, creo que una cierta interpretación puede facilitar una recepción más plena.

Vampyr es, sobre todo, una película con alma. Una de esas películas que pueden llegar muy hondo, pasando a formar parte de ese pequeño grupo de experiencias de “revelación” que se van atesorando a lo largo de una vida y que se conservan en lo más íntimo de uno mismo como poseedoras de las claves mismas de la existencia. Ahí pueden coexistir con ciertos sueños especiales, con unos recuerdos lejanos, con ciertas visiones interiores, con algunas experiencias estéticas mágicas...

C.D. Friedrich, el gran pintor del Romanticismo alemán, decía: «Cierra tu ojo corporal a fin de ver con el ojo de tu espíritu y haz surgir a la luz del día lo que has visto en la oscuridad». Sin duda Dreyer, maestro de maestros, sabía mirar con el ojo del espíritu y ver allí donde la mirada física no alcanza; pero no sólo eso: era, además, capaz de transmitir lo que había visto.

Posiblemente Vampyr desconcierte en una primera visión. A pesar de que la acción se desarrolla en el curso de una sola noche y en unos escenarios limitados (castillo, guarida de los vampiros, posada y molino), por algún motivo nos hace perder las referencias espaciotemporales. Y no es casual que así sea, pues Dreyer nos traslada a un mundo donde tiempo y espacio ya no son esas magnitudes uniformes y medibles con las que estamos familiarizados, sino que adquieren una dimensión cualitativa. Estamos sencillamente en otro mundo, en ese mundo intermedio que Henry Corbin --el filósofo occidental que mejor lo ha tematizado-- designó como “mundo imaginal” y que tan perfectamente conocía Swedemborg, el teósofo sueco del siglo XVIII, por el que tanto interés había demostrado Dreyer. Mundo imaginal, es decir, mundo intermedio del alma, entre lo material y lo puramente espiritual, en el que se espiritualizan los cuerpos y se corporifica el espíritu y, por eso mismo, más real y más “objetivo” que el mundo meramente físico de nuestra experiencia común.

Ése es el mundo de la experiencia visionaria, de los sueños “verdaderos” (los que entran por la “puerta de cuerno”, según Homero), que si bien se eleva por encima del mundo físico, tiene también un submundo inferior, pues puede ser tanto puerta de los cielos como entrada a los infiernos.

(Termino en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ludovico
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19 de diciembre de 2008
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película apabullante visualmente (Dreyer y Maté a la fotografía), con un clima de ensueño afilado y el recurso al montaje alterno recurrente en el danés a la hora de configurar planos que hablen por sí mismos pero también, justo es recalcarlo, con cierto aturullamiento narrativo, cierta precipitación si tenemos en cuenta la escasa hora y diez del metraje.

En todo caso, la cinta tiene sus bazas en una construcción del misterio basada en aspectos puramente visuales (movimientos inquietos de cámara e imágenes de simbología lúgubre), en el empleo de localizaciones reales como parte de la obsesión por la verosimilitud escénica, y en una predominante punzada subjetiva a la hora de presentar las fantasmagorías, que convierten la alucinación en algo que repta, algo que se filtra materializándose en el celuloide como propio, íntimo, a través de una caligrafía preciosista que traza un desarrollo rítmico ambiguo, a caballo entre cine mudo y sonoro.

Quizás las pretensiones dreyerianas pasen en este caso por colocarnos frente a un espejo negro, no tanto contarnos lo que en ese espejo sucede, dejándonos así atrapados dentro de la pesadilla reflejada en la lente oscura de una cámara. Y todo ello ambientado en unas localizaciones (castillo, pantano...) de muy real irrealidad, aderezadas con telarañas como si de una calle de Praga se tratara. La cuestión era, precisamente, trasladar al epicentro de un misterio que había de parecer cercano.
Bloomsday
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9 de enero de 2006
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los temas que llegó a ser de frondosa recurrencia dentro del cine de terror es el tema del vampiro. Bien sea de forma explícita como dejan constancia las decenas de películas sobre Drácula, hasta implícitas como en la monumental Persona de Bergman. Así como en literatura, el vampiro ha sido trabajado profusamente en el cine. Entre los filmes de culto sobre el tema vampírico destaca por su rareza Vampyr de Dreyer (1931) Una película interesante con una propuesta cinematográfica que nos devuelve a las fantasmagóricas películas del expresionismo alemán. Vampyr pretende plantear un juego que nos lleva por los vericuetos del onirismo y a veces del surrealismo.
Una película que nació como un propuesta comercial terminó siendo un fracaso absoluto, al igual que su predecesora, Juana de Arco. Sin embargo, deja un dulce sabor sanguíneo en el paladar de quienes sentimos una inclinación hacia el vampirismo, tanto literario como cinematográfico. Dreyer construye su historia desde las narraciones de Sheridan Le Fanu con un certero golpe de expresionismo germánico.
Las copias que se conservan no permiten disfrutar la interesante puesta en escena, en tal sentido, nos imaginamos el filme en su versión original desde las referencias históricas. Por cierto, resulta interesante saber que la película se estrena el mismo año que se estrena la popular Drácula de Browning, así como la genial versión al español de Melford. Vampyr no está a la altura de estas películas, y probablemente tampoco lo esté del Nosferatu de Murnau filmada nueve años antes, pero lo que sí hay dejar claro, es que resulta ser una película fascinante y perturbadora. Un clásico dentro del cine vampírico y una referencia obligatoria de los orígenes del cine de terror universal.
vajomar
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14 de abril de 2009
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título lo dice todo.

Que conste que soy de los primeros que, a la hora de ver una película, acepta el contexto histórico en el que está ubicada. Lo digo por si alguien cree que le pongo esta nota porque no comprenda el valor histórico de este filme.

Es decir, técnicamente es mágica, parece realizada por un ilusionista. Los juegos de sombras y formas con superposiciones de planos es magistral. De hecho, la parte de la visita del protagonista a la casa de la bruja vampira es irreprochable, perfecta de principio a fin e incluso perturbadora. Y el momento donde lo vemos todo desde el féretro también merece mención aparte.

¿El problema? Que narrativamente es un desastre, no se aprovechan las posibilidades del cine sonoro y se ralentiza inexcusablemente la trama con el texto del libro sobre vampiros, el cual resulta realmente innecesario y excesivo. No se comprende por qué parece una película muda cuando ya no debería serlo y que el director se encabezonara con hacer un filme a la antigua usanza. En otras palabras, se quedó anticuado antes de tiempo, y eso pasa factura.

Además, la fascinante ambientación se pierde por la mitad y desde luego no llega a superar ni por asomo a la magnífica Nosferatu de Murnau.
Ovi One
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16 de junio de 2007
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vampyr de Dreyer es una película extraña. Acabo de leer algunos comentarios que la califican como obra maestra del mundo del cine, lo cual es bastante complicado partiendo de un género como el cine de terror.

Probablemente con películas como ésta se desarrollen las tesis doctorales de los estudiantes de artes cinematográficas. Y debo reconocer que la cosa tiene su “intríngulis”, porque miren ustedes, terror lo que se dice terror tampoco encontramos demasiado. Claro que estamos en el año 2007 y entre la sociedad que vivió el estreno de Vampyr y la actual no existe prácticamente ningún punto de contacto y aquello que hoy nos horroriza no tiene nada que ver con lo que asustaba a nuestros padres ó abuelos.

Es por ello que, una vez renunciamos a sentirnos aterrorizados, podemos dedicarnos a ver la película con otra mirada. Lo que les decía antes de la tesis doctoral. Y de esta forma y manera hallamos detalles altamente curiosos. Por ejemplo la abundancia de textos y la escasez de diálogos, lo que contribuye a configurar más si cabe una atmósfera misteriosa y opresiva. Claro que, tal circunstancia fue consecuencia de que, por las fechas de su realización, el film estaba a trasmano entre el cine mudo y un naciente cine sonoro.

Otro aspecto destacable ó al menos así debería considerarse en las cátedras cinematográficas es el tratamiento dado a los blancos por Dreyer, tratamiento que incluso dio lugar a un estudio específico por parte de Truffaut. Ciertamente, en una película donde las sombras, fantasmas y vampiros prevalecen, resultamente bastante curioso el predominio de la luz sobre la oscuridad.

Y por último, me gustaría resaltar que como espectadores hemos visto secuencias filmadas desde los más diversos e inusitados ángulos. Pero desde un ataúd camino de su entierro no me negarán que resulta cuando menos bastante original.

En definitiva, de terror poco, de calidad artística de Dreyer mucha…
FATHER CAPRIO
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