Cuando huye el día

Tenía miedo de enfrentarme a Fresas salvajes. Creo que tras reposar un par de días y meditarlo no puedo eludir las alabanzas que se generalizan en la mayoría del resto de críticas. El problema de algunas películas de este tipo, que Bergman sabe esquivar de forma brillante, es que puede caer en el error de olvidarse del espectador y personalizar tanto que acabe por no comprenderse nada. Aquí no sucede eso y el sueco Bergman sabe manejar de manera brillante las metáforas y los viajes oníricos para presentar un film comprensible y aún así, paradójicamente existencial.

No cae en la pedantería y sin embargo es denso y pesado. Es increíble porque de Fresas salvajes se puede asegurar que es compleja pero no hermética, su aparente sencillez es el resultado de haber trabajado bien, de haber hecho las cosas con cabeza, Bergman piensa y siente y por ello duda hasta el límite cuando en boca de uno de sus personajes afirma no estar convencido si está muerto o vivo, incluso puede que vivir y estar muerto sea lo mismo. Es genial; decirlo y no lapidarlo significa que para llegar a esa conclusión nos ha preparado el camino para darnos ese bofetón. Y de qué manera maneja todo, no hay personaje que sobre.

En Fresas Salvajes está todo tan bien hecho que me da miedo volver a meterle mano a otra película suya, el nivel es gratificantemente alto.

El reencuentro con uno mismo al final de la vida nos permite vernos como realmente somos, sin la distorsión dulzona que evocan los recuerdos. El camino que recorre el protagonista para acudir a una entrega de premios, se nos muestra también a través de la relación con su hija y su madre, gélido retrato al hombre que fue y que es.

Desandar el camino, volver para ver, con una carga nostálgica que te impide tragar saliva, lo ya vivido. Llorar por dentro, recuperar el olor y sabor de las fresas salvajes, las que se volvieron dóciles y dulces. Soñar con el negro porvenir, despertar y no querer volver a cerrar los ojos para no ser sorprendido por la oscuridad. Viajar para seguir vivos, para huir de la muerte. Seguir viajando en el recuerdo de los más jóvenes, de los que aún no han madurado.

Increíble que Ingmar Bergman pudiera realizar, y escribir, esta película con 39 años, metiéndose tan profundamente en un cuerpo y mente que no le correspondían, ni por edad ni por experiencia, habitando todo el ser del viejo médico que reflexiona sobre la existencia y se retro alimenta de la infancia y la juventud, las únicas etapas que merecen ser vividas y revisadas.

Emotiva y directa, una de las obras del gran maestro sueco con menos vericuetos y discreta carga metafísica.

Lo dice el mismo Bergman en entrevistas, Sjöström le robó la película con su interpretación. Bergman quería expresar su deseo de reconciliación con sus padres, a través de la apertura de Borj hacía su hijo. Pero al final no es eso, y como es una historia que se mueve ente el surrealismo, el expresionismo y el realismo, y ademas en distintos planos de tiempo espacio, nadie puede decir a ciencia cierta cual es su significado. La escena final más bella del cine junto a la mirada de Guilietta Masini en la última toma de Noches de Cabiria de Fellini. (sigue en spoiler)

Otros apuntes: Le escena inicial del sueño con el reloj sin manillas en una calle de Estocolmo me recuerda al Nosferatu. Las escenas con la pareja peleada después del accidente y con los dos jóvenes pretendientes de Andersson, que representan una especie de reencarnación de Borj y su hermano me parecen a veces exageradas y flojas. La fotográfia en blanco y negro de la naturaleza, maravillosa.

Gran película tanto por su originalidad como por su estética perfectamente cuidada y una fotografía bella y que atrapa la atención. Desde un inicio intriga enormemente por un momento onírico de gran misterio, después su significado se va dilucidando en medio de una trama simple que através de sutilezas, frases y situaciones peculiares al final cobra sentido. Es interesante la forma en que el director transmite sentimientos y condiciones humanas tan profundas. Es una obra par verse con mucha atención y paciencia, ya que aunque no es de un ritmo muy lento, sí es algo calmado, silencioso, sin estridencia ni sobresaltos a pesar de algunos momentos imaginativos y varios flashbacks. Si se ve con superficialidad se encontrará una historia sin sentido y aburrida, pero con el debido cuidado se encontrará una cinta fascinante.