Tierra prometida

Película de gran aporte interpretativo y visual en la vuelta de uno de los grandes, tras su etapa centrado en las relaciones homosexuales (como incluso en el corto "Paris je t'aime"), pero sin mayores pretensiones de crear un vehículo de lucimiento para sus protagonistas, un Damon impresionante, que vuelve a juntarse con aquel que le encumbró con "El indomable Will Hunting", y una Frances McDormand que se apoya en ese personaje humanista que da profundidad al discurso al que nos tiene acostumbrado.
Llegados a este punto, no se puede buscar en el film nada más que una crítica de calado rápido hacia las grandes empresas energéticas, y sus métodos; siendo un guión - escrito por el propio Damon y el entrañable Krasinski (The Office) - que no engancha y se llega a hacer pesado en ciertos puntos, llegando a un final previsible y edulcorado; típico de las películas más académicas, soñando con alcanzar algún premio.

Agradable reencuentro entre Gus Van Sant y Matt Damon, que ya triunfaron con El indomable Will Hunting hace 15 años. Ambos realizan un buen trabajo para crear un film muy bien perfilado que, si bien tiene algún que otro punto criticable, resulta muy entretenido e incluso invita a pensar.

El podería de las grandes multinacionales cada vez asusta más en EE.UU. y la extracción del gas natural es un asunto grave y complejo. Por un lado, el gas natural es una opción positiva al petróleo. Por otro, puede suponer el final de un pueblo, de la vida tal y como mucha gente la conoce.

A este dilema se enfrenta el personaje de Matt Damon, a quien acompañan en el reparto Frances McDormand y Rosemarie DeWitt con bastante acierto. Además, la película está bellamente filmada y editada, con lo que el resultado no podría ser más correcto en todos los sentidos, al margen de que la historia es bastante convencional.

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De Gus Van Sant puedes esperarte un film digno; digamos que no te engaña, que te ofrece un par de horas de un entretenimiento sano con algo de mensaje por el medio. Esto es básicamente lo que nos encontramos en la presente película del director de Kentucky. La de un alto directivo de una multinacional de las perforaciones de gas, acostumbrado a codearse con granjeros poseedores de terrenos dignos de ser agujereados para su prospección con tal de conseguir una contrato.

La verdad es que el transcurso del film es casi tan tranquilo y bucólico como el pueblo en que se desarrolla la acción. Extraña, eso sí, que un aguerrido directivo norteamericano sea conscientemente ajeno a lo que puede suponer agujerear sin ton ni son las tierras de unos pobres campesinos; aunque la verdad sea dicha, tanta ingenuidad lo hace francamente entrañable, y aquí me paro para no revelar detalles significativos de la historia. En definitiva, si tenemos en cuenta el paupérrimo panorama cinematográfico actual, después del vendaval que suponen los oscars, este film es una digna opción a la hora de elegir una película en el momento de mirar la cartelera, nos devuelve el dinero y el tiempo empleados, pero no mucho más, que conste para que nadie se sienta engañado.

La peli se presenta como parte de una deslavazada nutopía que va adquiriendo forma y sentido, si bien el final es un poco de cara, de muchas cara a la galería, pero…..
En la línea de Local-Hero, pero en más sencillo e incluso con una música si no a la altura de Knoffler, si bastante importante. Las nutopias o las semiutopias consensuadas son trendy en estos tiempos de desierto ideológico.
Sencillo una Compañía malísima de la muerte (como todas of course….Rosita no me pegues). Quiere extraer gas en una región norteamericana usando el método del fracking (inyección de agua, arena y productos químicos que dejan la tierra como un queso gruyere con los peligros colaterales, ¿se dice así?). Damon y la mujer de no de los Cohen, van a venderle la burra a los paleticos. Hay un ecologista coñazo, atractivo y siniestro al tiempo. Y por si faltara poco la lugareña, la extraordinariamente atractiva Rosemarie de Witt, un trasunto de la típica castellana morenona y de tierra llana y agua lenta. De esas que como decía mi madre “bonica, bonica no es que sea”, pero que te roban el corazón… y las escenas, al Damon y a quien se le ponga por delante.. Un pueblo de wualtrapas de atrezo y un concienciado Hol hoolbrook que no sabes si se cree el papel o es que realmente lo borda, todos como supuesto coro griego. Una fotografía en plan telebicho de la dos después de comer, y…. Una hermosa pero pánfila película sobre cómo nos cargamos el mundo si no fuera por los pequeños, dinámicos y humildes superhéroes. Y no me engaño. No deja de ser una oda al capitalismo posibilista y moderno.. El capitalismo inteligente no es el que por estos lares patrios se declara ultra liberal y que no representa más que un trasnochado desfile de “santos” falangistas sin ni siquiera la antigua parafernalia. Este otro capitalismo inteligente juega en los dos lados del campo. Las empresas americanas al contrario que las nuestras son dinámicas y saben lo que se juegan. Y estos muchachos que van vendiendo la buena nueva (la misma pero con distintas barajas), seguro que han atendido los consejos de un Coach de los de verdad y no solo venden el fracking o no lo venden aposta para plantear la divina alternativa que…. Mirad amiguitos, también beneficiaba a la súper-empresa.
Muy bien la dirección, muy bien estructurado aunque con lagunas el guión. Perfecta la fotografía para conseguir el efecto de imágenes docentes que se quiere. Muy bien la mayoría de los actores (la verdad son papeles bastante llevaderos casi todos). Enorme Rosemarie, como llena esa cara la pantalla. Tiene grande el rostro, pero utiliza las mejillas y los reclamos gestuales como pocas. Damon en estos casos si te lo crees, parece un chiquillo perdido…. Bueno menos perdido. Porque si una bonicona como la Rosemarie te invita a pasar a su granja (y te había contado que tenía no se cuantos , muchissmos acres). ¿No lo valoriariamos?, no lo valoriariamos? ¿Final abierto? No puro posibilismo post-neocon.

En 1997, el director Gus Van Sant dirigía un proyecto, El indomable Will Hunting, basado en una historia escrita por dos jóvenes amigos y poco conocidos actores: Matt Damon y Ben Affleck, que terminarían recibiendo un Oscar al Mejor Guion.

Dieciséis años después, Van Sant ha vuelto a poner en imágenes las palabras escritas por Damon y su compañero en la ficción, John Krasinski, en Tierra prometida.

Tierra prometida nos muestra una historia que tiene como telón de fondo el controvertido “fracking”. El fracking es un procedimiento de fractura hidráulica con la finalidad de extraer gas natural del subsuelo. La principal preocupación respecto de esta técnica se debe a que, una vez realizada una necesaria perforación, se inyecta agua para fracturar la roca. El problema es que el agua que se inyecta lleva una gran cantidad de elementos tóxicos y nocivos, y se sospecha que puede contaminar los acuíferos y aguas subterráneas; además de contaminar el medio ambiente debido a las emisiones de metano y aumentar las posibilidades de que se produzca un terremoto.

Como se puede ver, es sin duda un tema preocupante, causa de un gran debate en la actualidad. Por ello, al enfrentarse a este filme, uno esperaría una película crítica, que ahondara en los supuestos peligros de esta práctica y en las denuncias de los grupos ecologistas y sociales en contra de su utilización.

Y, sin embargo, esta producción totalmente correcta de Van Sant carece de todo ello. De hecho, es “demasiado” correcta. Se limita a mostrarnos la historia de Steve Butler (Matt Damon) y Sue Thompson (Frances McDormand), dos trabajadores de una gran compañía, que recorren la América más rural comprando las tierras de agricultores y ganaderos, a los que engatusan con promesas de grandes beneficios económicos, aprovechándose de su mala situación económica.

Si bien muestra las artimañas de las grandes corporaciones, se echa de menos una crítica más acerada y un acercamiento mucho más incisivo a la utilización de la fracturación hidráulica y a los efectos de la crisis en poblaciones rurales, en lo que sólo se puede definir como una correcta producción, una correcta dirección y una correcta interpretación de los actores de esta película.

En el fondo, Tierra prometida trata de los conflictos éticos a los que debe enfrentarse su protagonista, interpretado por Damon, un buen hombre que se plantea si ha elegido el bando correcto, cuando comienza a cuestionarse la moralidad de la empresa en la que trabaja.

Por lo demás, se trata de una película agradable de ver, que sin embargo no dejará
huella.

Lo mejor: siempre es agradable ver a Frances McDormand, aunque el suyo no sea un papel demasiado simpático.

Lo peor: la falta de crítica y lo previsible que resulta.

http://www.bollacos.com/tierra-prometida-excesiva-correcion/