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El techo amarillo

Documental En 2018 un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales ocurridos entre los años 2001 y 2008, cuando eran unas adolescentes. Fue demasiado tarde. Por miedo, por vergüenza, porque tardaron mucho tiempo en entender y digerir lo que había pasado, la denuncia llegó cuando el caso ya había prescrito y se archivó. Lo que no sabían es que, a pesar de que el caso ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
20 de diciembre de 2022
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El techo amarillo" nace a partir de un artículo de investigación elaborado en el diario Ara por los periodistas Albert Llimós y Núria Juanico. Después de leerlo y en colaboración con ellos, la directora de cine Isabel Coixet decide contactar con las 9 chicas ––una parte de ellas pertenecientes al colectivo “Dones a escena”–– las cuales, superando sus miedos iniciales, se atreven a contar a cámara y colaborar con el proyecto. Se inicia así un camino el cual, a pesar de algunas renuncias y obstáculos, llegará a buen puerto. El proceso queda muy bien explicado en la rueda de prensa del Festival de Cine de Donostia que se puede encontrar fácilmente en la web del mismo festival y en el portal "Youtube". Esta presentación es un documento que vale la pena revisar porque permite deducir perfectamente cuáles son impedimentos que surgen a la hora de explicar los hechos i concluir con aquella máxima que siempre hay que recordar en los casos de abusos: "el encubrimiento es delito" y más teniendo en cuenta lo que cuesta demostrarlo en los numerosos casos penales abiertos en todo el estado. Tal y como dijo acertadamente una persona asistente en el preestreno que tuvo lugar en la sala Screenbox de Lleida, hay muchos "Antonios" al acecho y hay que permanecer vigilantes incluso en el ámbito doméstico.

En el apartado más técnico, cabe mencionar la experiencia i buen hacer de la directora para crear una tensión dramática lo suficientemente intensa como para mantener la atención sin abusar lo más mínimo de los aspectos más morbosos, consiguiendo, de este modo, adentrarnos en las estrategias y excesos de un abusador convertido en un auténtico embaucador a partir de su situación de poder evidenciado, por ejemplo, en una propuesta de actividades no apropiadas, que sólo sirvieron para fomentar la competitividad entre las participantes y así obtener la aprobación del "gurú".

La directora, al margen de hacer una excelente exposición de los hechos y de los testigos como documento de denuncia, consigue, al mismo tiempo, que todo se convierta en un acto creativo en cierta medida sanador para las víctimas sin abusar de una sobreexposición peligrosa. En este sentido, el haber establecido un grupo de apoyo mutuo ha sido sin duda una garantía de éxito y aceptación.

Como persona que vive en Lleida, el asunto me provoca cierta angustia y malestar hasta el punto de que no puedo dejar de mostrar cierta satisfacción por las nuevas denuncias no prescritas que ya están en manos de la fiscalía. Esperemos que el documental que nos ocupa consiga despertar conciencias personales e institucionales con el fin de avanzar en la prevención y detección de estos delitos, en especial en los ámbitos de las instituciones y entidades educativas y de ocio.

Estamos ante un documental valiente y necesario que debería tener un recorrido didáctico y que logra mostrar y alentar a la vez a partir de una realización dramática muy lograda y meticulosa. (9)
M_Pelegri
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24 de octubre de 2022
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se estructura en capítulos, aunque no sé ver muy bien lo que distingue a algunos de otros. El contenido a mi parecer es en muchos casos casi indistinguible. La historia entra a saco, ya desde el principio, y golpea al espectador la franqueza de las testigos, mujeres hoy que rondan los treinta años, que cuando tenían 15 fueron las muñequitas de un profesor de teatro, manipulador y con un apetito sexual desmesurado. La sola presencia de estas mujeres, su porte, su mirada decidida y valiente, impactan de lleno. Su madurez ahora, nos da una idea más potente de que eran niña cuando aquello pasó. Empatía automática con todas ellas. Esta ausencia de preámbulos es un acierto. La contextualización sobra. Es como eso de "la fina línea" que cuesta tanto distinguir. Sobra. ¡Gracias a dios que alguien lo dice! No hay finas líneas cuando hablamos de niñas de 15 años, ni proceden los ejercicios transgresores de profes transgresores y guais con niñas que, fascinadas, sueñan a ser mayores. Su inmadurez, su ingenuidad..., ahí está la tragedia de esta historia. A mí me ha hecho bien ver esta película, yo era un poco escéptico, el teatro es contacto, es romper límites, es conocerse a uno mismo... Y una mierda. Hay edades en que eso no toca. Hay tanta sinceridad en estas mujeres, hay tanta autenticidad, hay un dolor tan bien llevado, tan dignamente soportado, tan valientemente expuesto, hay una evolución en ellas desde aquello hasta hoy tan sana, que la película merece la pena, aunque solo sea como silencioso homenaje de cada uno de los espectadores, individualmente, a estas mujeres que deciden explicar su drama.

Isabel Coixet se limita a dejar fluir las cosas, sin más, dándole orden. Le da un toque formal, un desenfocado por aquí, una nebulosa por allá. Nada del otro mundo. Al menos no mete la pata y la historia no pierde por culpa de alardes de autoría. Bravo pues a Coixet por controlar su ego y dar todo el protagonismo a quien debe tenerlo.

El pequeño festival leridano "Som Cinema" nos permite ver la película, antes de su estreno, en la ciudad donde todo pasó, donde casi todos en la sala conocemos a alguna de las chicas o de los implicados, o conocemos a alguien que las conoce. Supongo que eso le resta un poco de objetividad a esta crítica. Véanla y decidan por si mismos si estas mujeres son o no pura humanidad.
Uma
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17 de abril de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo imperdonable y repulsivo es que alguien te entregue su confianza y la pisotees, mucho más cuando ese alguien tiene aún intacto un bien único, de incalculable valor; y todo para que cualquier Antonio Gómez de la vida, alentado por el egocentrismo, con la cobarde ayuda de la herramienta del poder, se dedique a reducir a sucias cenizas ese diamante que todos, alguna vez, hemos tenido entre las manos, y que se llama inocencia (la nuestra o la de otros). Ese es el mayor delito de los sinvergüenzas abusadores: el indisimulado ataque a la belleza inmortal.

Y poco importa que, según la ley, haya pasado el tiempo de ejercer la justicia; el mal está hecho y ahora lo imprescindible es seguir viviendo, con la mayor alegría posible, para denunciar, aislar y castigar a quienes se atrevieron a manosear con dedos negros las blancas vestimentas. Lo catártico es contarlo, y que lo escuche cuanta más gente mejor, para que ellos, los siniestros depredadores, no encuentren ni un rincón de impunidad allá donde vayan.

Isabel Coixet pone al servicio de las chicas que fueron violentadas en el Aula de Teatro de Lleida, por parte de dos profesores, el arma de la confesión en voz alta. Un paso más en el difícil camino de la mujer hacia el pleno consentimiento (que no tiene cabida entre una adolescente y su interesado seductor y maestro) y hacia la correcta interpretación, limpia de prejuicios machistas, de la Ley del sí es sí.

Hay cosas que nunca prescriben y deberían ser las más importantes, porque tienen que ver con el sentido común, el amor, la amistad, la verdad... Lo otro son tecnicismos irrelevantes, a los que por cierto suele apuntarse la Justicia institucional; la otra , la que tiene que ver con la imparcialidad y la honradez, juega en otra liga.
Sinhué
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11 de diciembre de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Lobos con piel de cordero

Más de una veintena de mujeres, ex alumnas de la Asociación Cultural Aula de Teatre de Lleida, habían denunciado abusos sexuales ocurridos cuando apenas eran unas ingenuas adolescentes. Violeta Porta, Goretti Narcís, Aída Flix, Marta Pachón, Miriam Fuentes y Sonia Palau, son algunas de aquellas víctimas y protagonistas del documental escrito por la propia Isabel y Laura Ferrero. Los denunciados fueron dos profesores, Rubén Escartín y Antonio Gómez, siendo este último, además, director y jefe de estudios de la escuela.

Aunque los casos eran muy diferentes entre sí, teniendo la mayoría de ellas la edad entre los 14 y 18 años, Antonio era quien promovía una fuerte sexualización durante las clases, abusando de su poder. Se las ingenió para convertir una institución municipal en un lugar para satisfacer sus deseos.

En El techo amarillo, las jóvenes van narrando como se las llevaba de fiesta o a su casa, compartía habitación con ellas cuando iban de viaje a representar alguna obra. Entraba en los vestuarios cuando se cambiaban de ropa...normalizando todas esas acciones y declarando que eran habituales en el mundo del teatro. No se tenían que avergonzar puesto que él era su amigo.

Las jóvenes le admiraban y se extrañaban a la vez de dichas prácticas, mientras, el depredador sin escrúpulos las manipulaba y se aprovechaba. Las hacía sentir especiales y deseadas, remarcando que la diferencia de edad no era importante. Era como un abuso en la familia, todo se hacía con delicadeza.

*Justicia ciega

Cuando Isabel Coixet leyó el artículo le pareció magistral, estaba muy bien documentado y pensó que tenía que explorar, ahondar en ese asunto de abusos sexuales que habían prescrito. En todo momento supo que era verídico, que decían la verdad. ¿Desde cuándo la verdad prescribe?, se preguntó.

Este documental ha transformado algo doloroso, con su lucha perdida de antemano, en un desgarrado grito para que sea escuchado, para que haga reflexionar sobre el pésimo sistema judicial. El deseo de las víctimas de El techo amarillo es que sirva para evitar otros posibles abusos. Que los que llevan a cabo este tipo de actos se sientan menos libres e impunes para cometerlos.

El motor que ha impulsado a estas mujeres valientes a denunciar, aun a costa de recordar momentos vejatorios y denigrantes, ha sido por las que no se atreven a hablar. Quizás lo más duro del rodaje fue cuando volvieron todas a aquel sótano que les rememoraba recuerdos tristes y desagradables.

*El silencio de los corderos

Isabel Coixet ha sido el altavoz de estas jóvenes que injustamente fueron silenciadas, primeramente, por falta de pruebas. Desde que se denunció, el recorrido ha sido largo, con momentos muy desagradables, afirman en El techo amarillo.

Reconocerse como víctima supone algo negativo, por eso, dar testimonio de que se han sufrido abusos sexuales, es un acto de valentía. Hay que continuar el camino, seguir viviendo. Hacerlo juntas ha sido sanador y de aprendizaje. Han aprendido mucho sobre el abuso, sobre la soledad...

Los silencios cómplices también duelen mucho. Mirar para otro lado, callar ante hechos incómodos es la forma habitual de actuar. Las víctimas de este caso, cuando rompen el silencio, parece que su propósito ha sido derribar la institución, cuando en realidad ellas son las primeras defensoras del Teatre Lliure. Sin embargo, se han encontrado con indiferencia e incluso han tenido que digerir la indemnización entregada a ese sujeto para dejar de dar clases.

En ningún momento, Isabel Coixet ha pretendido que el documental sea un auto de fe, un implacable caso de la inquisición. Si bien es cierto que le hubiera gustado que el profesor, Antonio Gómez, diera la cara y hablara. Actualmente se encuentra en paradero desconocido, posiblemente en Brasil.

*Conclusión

El techo amarillo es una denuncia ante abusos sexuales que frecuentemente quedan impunes, bien porque han prescrito, como en este caso, o porque no se denuncian. La valentía de Isabel Coixet, así como la de las víctimas del Aula de Teatre de Lleida, queda patente en este conmovedor documental que cuenta con los testimonios de algunas de ellas.

Si sirve para hacer justicia, será el deseo, no sólo de Coixet, sino de todos los espectadores, que sin duda sentirán una sincera empatía hacia estas jóvenes. El color del techo de aquel sótano donde tuvieron lugar algunos de aquellos lamentables abusos, era amarillo. Un color que tiene la connotación de mal agüero.

Escrito por Irene Abecia Navarro
Cinemagavia
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21 de diciembre de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental es complicado de ver, se pasa uno todo el rato indignado, pero tal y como dicen en él los abusos hay que desenmascararlos y denunciarlos, con nombres y apellidos, por mucho que disturbe la paz y la tranquilidad de nuestros hogares. Callar, ocultar, evitar la vergüenza y el escándalo es peor. Hay que dar ejemplo al menos para que no se vuelvan a repetir o si se intentan repetir que todos sepan lo que hay que hacer.

Lo mejor la valentía de todas estas mujeres ya que dando la cara se arriesgan a que todo este tema las defina en la vida en esta mierda de sociedad que estamos. Lo peor tener que aguantar de vez en cuando en grabaciones los comentarios, gestos y cara de baboso enrollado líder sectario del espécimen Antonio Gómez Casas en cuestión.

Mi aplauso para Isabel Coixet y ojalá este documental fuera materia de visionado y debate en todos los institutos de secundaria de este país, junto a documentales de sectas como los de Carles Tamayo.

Gustará a: actrices, mujeres en general, gente sin taras mentales en general
No gustará a: pedófilos, violadores, negacionistas de la cultura de la violación
eristuff
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