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La terre

Drama Esta historia sucede en la llanura de Beauce, cerca de Chartres, en Francia. La película cuenta fielmente las huellas de la historia de la novela de Émile Zola que muestra el drama campesino de la época, el frío, templado, que dibuja la pobreza material, la codicia y el egoísmo de los terratenientes. (FILMAFFINITY)
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17 de abril de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tenencia de un trozo de tierra trae paz al hombre. El sentir que puede vivir en ella, que puede sembrarla para sacarle flores, frutos, madera y que, además, si es su deseo, puede disponerla para la tenencia de animales o asumirla como lugar de descanso y de recreo, entre otros usos, conlleva un sentimiento de Ser que, para quienes viven holgadamente, puede ser bastante satisfactorio. Por esto, tener un pedazo de tierra debería ser un derecho de todo aquel que esté dispuesto a trabajarla.

Por la tenencia de la tierra se hacen grandes esfuerzos, se trabaja arduamente, se aúnan energías, pero, desgraciadamente, también hay quienes buscan tener la tierra trampeando, sacrificando a otros, arrebatándoles sus derechos… y si es necesario, expulsándolos o asesinándolos. No se consigue entender que la tierra manchada o ensangrentada siempre conlleva miedo, desgracia, y en algún momento, el más temible castigo. Por eso es que, el que así la obtiene, es incapaz de quedarse solo o permanecer en silencio. Los fantasmas lo atormentarían y podría volverse loco o morir acorralado por un terror incontrolable.

El tema de la tierra y la manera común como una familia se autodestruye a causa de las ambiciones distorsionadas por una herencia, es lo que ha motivado principalmente, al escritor Émile Zola, al avanzar en su notable serie, Los Rougon-Macquart, y publicar la que sería la novela número 15: “La Tierra” (1887), la cual fue llevada al cine, en 1921, por el también naturalista André Antoine. Pero debido, seguramente, a la mala acogida que tuvo la obra, a la cual, algunos miembros del mismísimo movimiento naturalista francés tildaron de “indecente a límites intolerables”, la película fue mal recibida y estuvo perdida (¿?) hasta hace pocos años, cuando la Gosfilmofond de Rusia y la filmoteca real de Bélgica la rescataron y la restauraron.

Ignoramos cuanto de la película se perdió o se cortó por posibles presiones de la censura, pero lo cierto es que, lo que vemos, es una película muy casta y comedida, ajena casi por completo al erotismo y a la mayoría de situaciones con las que Zola muestra los rasgos de ordinariez y de brutalidad de algunos personajes.

Sin embargo, hay que decir que, en términos generales, la película sigue al libro, y Antoine, en un ambiente casi neorrealista, tan sólo prescindió de todo aquello que excedía el metraje o que podía ponerlo en la guillotina de los censores.

Con todo, la película resulta interesante y la historia de Jean Macquart sirve de nuevo para demostrar los muchos casos en que las herencias son malditas. Pero, como dice Zola en su libro: “Ganamos nuestro pan en una lucha terrible cada día, y sólo la tierra queda y persiste, la madre de la que salimos y a la cual volvemos, a la que amamos hasta el crimen y que, para alcanzar su ignorado fin, siempre rehace la vida en contra de nuestras abominaciones y miserias”.
Luis Guillermo Cardona
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