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Grito de terror

Cine negro Un hombre inocente, recién salido de la cárcel, decide buscar a los que lo mandaron a prisión para vengarse de ellos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2011
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera realización del director que le tiraba de los harapos a ET mientras vendía periódicos en mi peli favorita. Cry Danger pasa por tener una trama clásica. Lo que no es clásico es tener los diálogos más recurrentes del cine negro. Aquí son tres personajes a cual mejor en decir los diálogos más relevantes. Son unos personajes vitalistas en busca del dorado. Cry Danger es otro clásico del cine que pasará de largo gracias a los mismos de siempre. Los de siempre son los sota, caballo y rey. Cry Danger sería un As en una baraja que no tuviera las cartas marcadas.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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23 de junio de 2009
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta poco conocida película de Cine Negro de serie "B" nos ofrece casi todo lo que se le puede pedir a un film de este género. La historia es sencilla pero tiene un indudable interés, que va creciendo continuadamente hasta llegar a un estupendo y "negro" final.
Parrish demuestra muy buen oficio. Consigue que nos identifiquemos con el protagonista (muy bien Dick Powell) y que el film no pierda el ritmo en ningún momento.
Película directa, sobria y sin concesiones. Una excelente muestra de lo que podía ofrecer el Cine Negro de serie "B" cuando el género estaba en su mejor momento.
Felipe
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31 de mayo de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un más que estimable debut cinematográfico de Robert Parrish de la mano del género negro, en el que reincidiría en su siguiente película, la también interesante “The Mob” (“El poder invisible”).

La historia que nos narra toma el ya clásico recurso del preso que, injustamente encarcelado, sale de prisión ansioso por saldar cuentas pendientes, encontrando a su paso un mundo caracterizado por la hipocresía y el cinismo, en el que todos los personajes que le rodean parecen ocultar algo o abrigar segundas intenciones, lo que como es sabido, nunca lleva a nada bueno.

Así, la verdadera fortaleza del argumento no es tanto la tenacidad con la que “Rocky” trata de reconstruir los acontecimientos que le llevaron a la cárcel, sino la descripción de un entorno o unas circunstancias en las que nada, o más bien nadie, es lo que parece. Para ello resultan fundamentales los personajes secundarios, especialmente quien acabará siendo el amigo más leal de Rocky, Delong, que aunque finalmente sea mostrado bajo una luz más positiva, no es sino un “interesado” más. Los restantes personajes ilustran, cada uno a su manera, ese mundo de doblez y engaño, pues todos tratan de utilizar a Rocky para sus intereses. Se da así la paradoja de que el más recto y honesto de todos los personajes es el antiguo presidiario, mientras que todos los demás quedan moralmente por debajo, policía incluida, pues no vacila en usar a Rocky como señuelo.

Siendo una obra primeriza, es de destacar la solidez formal de la misma, pues aun siendo de factura sencilla no presenta inconsistencias ni defectos llamativos, circunstancia que puede deberse a la buena labor del director de fotografía, Biroc (habitual del género), y sobre todo a un espléndido guión –a cargo de William Bowers- que no sólo construye acertadamente a los personajes, sino que alcanza gran brillantez en los diálogos, caracterizados por el cinismo y la ironía más descarnados. La dirección de Parrish es correcta, manteniendo una acertada continuidad y un ritmo excelente, que hace que el de por sí escaso metraje transcurra volando. Son llamativas algunas decisiones de ambientación, como el peculiar camping de caravanas (con su desconfiado propietario a la cabeza) en el que transcurre gran parte de la acción, o la secuencia en la que Rocky amenaza a Castro, tendido sobre la mesa, ruleta rusa mediante.

Añadamos a esto una excelente labor por parte de todo el reparto, que más allá de unos correctos Powell (de quien siempre recuerdo que dirigió una película bélica muy entretenida, “Duelo en el Atlántico”) y Fleming, muestra meritorios trabajos de Erdman (Delong), Conrad, que compone un villano (Castro) a la altura requerida, o de los divertidos Jean Porter (Darlene) y Jay Adler (Williams).
Quatermain80
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27 de setiembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cortita, 79 minutos no dan para mucho, pero la película tampoco lo exige al tratarse de una historia sencilla y conocida, no siendo así su trama, que esconde sorpresas en algunos recovecos como bien corresponde al género.
Un guión más que correcto, que no deja cabos sin atar (algo fácil dada su sencillez) y una estupenda interpretación del protagonista (Dick Powell), bien secundada por el resto del reparto.
Sin necesidad de muchos recursos, una buena película.
lacabracienfuegos
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6 de enero de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Parrish es considerado como uno de los más interesantes representantes de lo que podríamos definir como “director artesano con interés” que acogió el cine norteamericano de los cincuenta. Empezó como actor en su juventud, colaborando en pequeños papeles, por ejemplo en obras de John Ford (“El delator” o “Pasaporte a la fama”), y se convirtió en montador, la primera vez para el mismo John Ford en “Corazones indomables” (1939), y colaborando nada menos, entre otros, que con Max Ophuls, en “Atrapados”(1949), o Rossen, en “El político”(1949) y “Cuerpo y alma”(1947), por la cual fue reconocido por un Oscar. Gracias al actor Dick Powell dio sus primeros pasos en la dirección con “Un grito de terror”, desarrollando una filmografía que abarca hasta 1974 y que en los 50 tiene su cenit, destacando un excelente western “Más allá de Río Grande”(1959), con Robert Mitchum, o interesantes obras como “El poder invisible” (1951), “Más rápido que el viento” (1957) o “Llanura roja”(1955).

“Grito de terror” ya nos muestra las trazas de un realizador que no se limitaba a poner en imagen un guion solvente pero carente de atisbos de genialidad –obra de William Bowers, basado en una historia de Jerome Cady-. Desde esas imágenes iniciales insertas junto a los títulos de crédito, Parrish nos mostrará un Los Angeles desprovisto de “glamour”, sus calles aparecen como un contexto arquitectónico casi fantasmal y desprovisto de vida real. En todo momento, ayudado por la turbia fotografía brindada por Joseph F. Biroc, la película sabe proponer un estado de escepticismo al que contribuirá no poco el predominio de nocturnos, o la excelente utilización que se ofrece de la presencia de sus no muy abundantes primeros planos. Unamos a ello el estallido de tensión que la película establece con seguridad, proponiendo una adecuada progresión a una historia que, sin salirse en ningún momento de unos cauces más o menos arquetípicos, está planteada y resuelta con agilidad, concisión y una atmósfera estimulantemente opresiva.

Una poco conocida película de Cine Negro de serie "B" que nos ofrece casi todo lo que se le puede pedir a un film de este género. La historia es sencilla pero tiene un indudable interés, que va creciendo continuadamente hasta llegar a un estupendo y "negro" final. Ochenta minutos de puro placer del género negro.
Juan Marey
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